—Pero, ¿tengo que matarlo yo? —podría decirse que me tiembla la voz.Estoy metida en un mundo azaroso, lo sé. Puedo notarlo en todo lo que pasa y en cada día que entierro pero matar, lo que es la acción de asesinar a alguien no creo que pueda hacerlo y no me parece nunca haber aprobado algo así. —Cambia esa cara —me pellizca la nariz —. No serás tú quien apriete el gatillo pero si quien lo ponga de rodillas entre tus piernas para que yo pueda disparale. Siento en cada palabra que sale de su boca como se van creando las gráficas de lo que propone, en mi mente. Incluso puedo sentir como me hundo en un pantano muy profundo del que no saldré nunca si me dejo arrastrar ahí. –Me estás llevando a hacer cosas que sabes que no...—Preocúpate por estar a la altura de las situaciones y quizás, algún día te sorprendas con las vías que estoy abriendo para tí. Me siento, cubro mi cuerpo con una sábana y cruzo las piernas para tener esta conversación en condiciones. Él en cambio me ofrece un vas
—Me pasaría los días enteros tomándote —intenta morderme la boca y me alejo riendo.Nos vamos a la ducha y entiendo que no va a hablarme del señor de la mañana así que ni me molesto en averiguar. Tendré que encontrar mis propios métodos para saber cosas...esas cosas que no me cuenta.—Me gusta que tengas tanto deseo por mi porque to también lo tengo por tí. —¿Ya te has olvidado de Straits? —la pregunta estropea el ambiente.Me doy la vuelta huyendo de sus ojos. No puedo creer ese atisbo de inseguridad en un hombre como este.—Ya me respondiste —afirma feroz —. Hoy vas a verlo. Intenta disimular tus sentimientos no vaya a ser que tenga que matar a tu amorcito.—¡Basta ya, Ian! —grito y me giro —. Samuel es lo que es y tú lo sabes desde el principio. No hay nada entre nosotros pero le tengo en un lugar especial de mi corazón. Mi marido eres tú, te deseo a tí y estoy contigo. Solo he pensado en Samuel ahora que no sé por qué lo has mencionado...pero ten en cuenta que tú también tienes u
—Buenas noches, pareja —se nos acerca Alessio —.¿No me presentas a tu nueva esposa? Otra más —ironiza dirigiéndose a mi marido que me aprieta la mano para mantenerme en el sitio.—Buenas noches, un gusto saludarte...hasta luego —contesto en ruso tomando la delantera a Ian y notando la sorpresa gigante en la cara de mi ex. Intento movernos para alejarnos de mi ex.—Mantén tu distancia, Alessio —exige el ruso tomando mi cintura —. No busques tanto...a ver si vas a encontrar mucho más de lo que esperas.Los dos hombres se ríen bajo una enorme tensión y finalmente se distancian apartando sus miradas. Deciden no competir en ninguno de los dos casos. No entiendo por qué pero agradezco en silencio. Sé que en estas como en otras cosas dependo de las decisiones de mi marido pero que ganas tengo de deshacerme de este hombre. De cerrar ese capítulo en mi vida, uno donde él fue un miserable de principio a fin y nada más. Me hizo amarlo tanto como odiarlo y hoy sé que soy proclive a los malotes,
¡Es Sandy!Miro a mi amiga de la mano del ruso amigo de mi marido y no puedo creérmelo. ¿Qué hace aquí? Entonces mi alegría muta a nerviosismo...—¿Qué hace ella aquí, Ian?—¿No estás feliz? —me pregunta y me percato de que ella me ve. Me sonríe y me calmo pero mi marido insiste —. Pensé que te haría feliz tener a alguien aquí en Rusia para pasar tus días sin mi.—No seas pícaro. Los dos sabemos que tejes una red a mi alrededor para mantenerme cada vez más involucrada en tu vida y a tu lado.—Tú ya estás condenada a mí, Nicoletta —determina usando mi nuevo nombre —. No necesito hacer nada más para conservarte. Jamás vas a dejarme porque nunca te dejaré hacerlo.Inspiro sonoramente porque Ian puede ser muy cabrón cuando quiere y soltar este tipo de mensajitos subliminales implica advertencia, amenaza y aviso. Todo eso se resume en una sola palabra: Peligro.Veo a mi amiga acercarse junto al desconocido para mi y nos abrazamos como si hubiesen pasado años desde la última vez que nos v
Verle la cara me molesta, no la soporto y ver como me desea, la forma en la que me mira y me disfruta sin siquiera tocarme me da náuseas, un asco muy grande que va mucho más allá de un ataque de celos.—Que coño haces...? —la encara Samuel. —Descubrir a tu amante —Sheyla cruza el umbral y cierra la puerta detrás de ella —. Lo tengo todo grabado. Que beso más tierno.—No tengo nada con él y lo sabes —me defiendo ante su irónica forma de hablar.—¡No! —niega estirando los labios y es repugnante —. No lo sé, y tu marido no estará muy contento con esto... yo en cambio seré la única dueña del club y las empresas si Samuel muere y créanme que soy muy capaz de provocar a Moskav para quitarme del medio dos ratas de un tirón, creo que los dos lo saben, Samuel va a amorir si Ian ve esto.Me revienta que tenga razón y me gustaría darle de hostias a su marido por haberle dado esos cartuchos para tenerlos cogidos por los huesos ahora.—¿Que quieres, Sheyla? —él resume el desatre a esa pregunta.—
—¿°Qué te dijo? Me doy la vuelta cuando siento que Samuel también está dentro del despacho conmigo.Es tan fácil de querer. Tan cómodo como respirar...sería tener una vida a su lado pero nuevamente los dos sabemos que eso no va a pasar.Por más que de forma recurrente lo piense cuando le tengo delante, sé que no existe esa posibilidad. —Mantente lejos de mi —inspiro y me doy la vuelta —. Varias veces te lo he dicho y no acabas de entenderlo. Yo no te convengo y lo sabes, Samuel. Cuando voy a pasar por su lado me toma de la muñeca, pega nuestras mejillas a pesar de estar cada uno mirando en direcciones contrarias y se le notan las ganas que tiene de tocar más que esas partes de mi cuerpo. Le siento respirar fuerte contra mi y no puedo evitar hacerlo también. —También sé que no soy indiferente a tí y no puedo negar que me gustaría esperar a que ese ruso cometa el error de sacarte de su vida.—Eso no va a pasar, Samuel. —Yo sé que sí que va a pasar.—De ser así —le miro de soslayo —
Tuve que mantener muy bien mi fachada de Nicoletta. Hice un gran papel al no delatar mi identidad. Mirar a Claudio con indiferencia y fingir que era la primera vez que lo veía.Aún así él no se dió por vencido y luego de que mi marido le recordara que mi supuesta gemela y yo éramos como gotas de agua, por lo tanto no es de extrañar que tuviéramos la misma voz, insistió en interrogarme a solas.—Bueno, usted dirá —calco a la perfección el acento ruso.La oficina en la que estamos no es más que el interior de una furgoneta de guardia policial. No sé qué se traerá pero está vigilando el club nuevamente. Me encantaría saber por qué si se supone que Samuel les colabora pero bueno, en mi nueva condición no puedo interceder. Nicoletta Moskav no tiene nada que ver con policías.—No puedes decirme que no me conoces Nikky —prende un cigarrillo. —Me llamo Nicoletta —insisto soltando un bufido. —No mientas.—No lo hago —sostengo.Subo las manos hasta la mesa y entrelazo los dedos esperando que
Han pasado unos días desde aquella noche en que la policía intentó saber de Nikky y poner a Nicoletta en contra de Ian. Unos días desde que volvimos a Rusia y como siempre que estamos allá, Ian está más tranquilo. Menos animal y más hombre. No sé que tiene la catedral que saca su lado más salvaje y se pone especialmente dominante, reclamando a todos su dominio sobre mi y eso a veces, me supera.Tenerlo en Rusia es otra cosa. Me lleva a todos lados como la esposa ideal, me besa en público sin hacer de eso una demostración de poder sobre mi y me sostiene de la mano con cariño, sin que su intención sea tirar de mi muñeca o tomarme de la nuca en plan dueño de mi para que todos los vean, como siempre hace cuando estamos en presencia de los socios de la catedral y luego de todo eso, es el amante ardiente que nunca nadie podría igualar...aunque eso lo mantiene en todos los lados a donde me lleva. Para tomarme Ian no tiene rutas, ni horarios ni geografía favorita.Hay dos mundos de distancia