Adrián. La inquietud se extendió por todo mi ser, y, sin embargo, sin tomar medidas, ingresé en al santuario de mi progenitor, donde se encontraba Bacco y Raziel.—¡Luthier se ha presentado a Victoria otra vez! —mi padre se levantó y me miró con rechazo.—¡Te di órdenes específicas de que te quedaras tranquilo!—¡Cómo te atreves a solicitarme que me quedes de manos atadas! ¿No te importa que Luthzer gane de nuevo la batalla?—No es solo ganar una batalla, ¡se trata de ganar la guerra! Debemos permitir a Victoria actuar; es la única forma de comprender con qué estamos lidiando —nuestra conversación se vio interrumpida con la llegada de Esther, la abuela de Victoria.—Luthzer está reclamando su paternidad en ella, Nahethis el momento se acerca —dijo, apenas estuvo cerca de mi padre. —Por lo tanto, es hora de mostrarle a Victoria cómo aprender a usar sus poderes, espero no ser contraproducente y yo no arrepentirme de esta decisión —sentí alivio al escuchar decir aquellas palabras a mi
Al día siguiente. Victoria.Me levanté con los primeros rayos del sol; me dispuse a llamar a Alexandra para solicitarle que me ayudara en mi mentira; le diría a mi padre que iría con ella a la universidad para investigar sobre la prueba de admisión. Alexandra había amanecido indispuesta esa mañana y, por ese motivo, no asistiría a la universidad. Aun así, me apoyó en mi plan. Por otro lado, tuve la fortuna de haber dejado el coche el día anterior en casa de mi abuela, el hecho se lo debía a Tristán.—Victoria, antes de ir al trabajo te llevaré a casa de tu abuela. Por esta vez te dejaré usar el carro, pero por favor no te pongas creativa —me pidió mi padre. No me quedó de otra que disimular y jugar a la niña obediente. El tiempo había ido volando, mi padre ya me había dejado en casa de mi abuela; fui hacia el negocio de dulces, allí estaba mi tío Andrés junto a mi tía. También se encontraba mi abuela que me miraba con preocupación. Saludó a mi padre y prometió asumir la responsabili
—Alexandra, trata de mantener la compostura, yo también estoy alterándome y si no te calmas peor me vas a poner; una de las dos debe mantener la fortaleza.—¡¿Y es que aún no la pierdes?! —vocifero pasando sus manos trémulas y desesperadas por las ondas de su cabello —¡Maldita sea, odio lo sobrenatural! ¿Por qué no oigo a mi abuela cuando me advierte de los peligros que no se muestran? ¡Hoy juro hacerle caso en todo! —se quejó enérgicamente.—Bienvenida a mi mundo —dije entre dientes. Los árboles continuaban susurrándome: “Eres una guardiana, parte de ti es luz… no la extingas. No permitas que la otra mitad de ti, la oscura, lo apague; sigue nuestra voz”—Estoy aterrada —le contesté a través de mi mente, pero los cánticos de pronto cesaron y el peligro y el olor a muerte reapareció esta vez más fuerte.—¡Ya vienen! Pronto Victoria ¡Corre! Salva a tu compañera, su sangre humana los ha atraído —sus vocablos eran un lamento, de pronto el latido de mi corazón se aceleró y los brazos de Al
—Su nombre era Ana Álamo, en vida fue una mujer muy respetada y querida por la sociedad; era la abuela de Estefanía.—Ahora entiendo —susurré, luego me arme de valor y pregunté por Adrián—En estos momentos está muy lejos de aquí —me respondió Nahethis; sentí tristeza, guardaba la esperanza de verlo. —Victoria, síguenos, el tiempo apremia —. Caminé tras de ellos, cuando estuve frente de una habitación que me hizo sentir una familiaridad confortable, Alyan me pidió que retrocediera.—Los sentimientos que experimentas en este instante es porque en esta alcoba dormía Estefanía —me explico Alyan. Contemplé como Nahethis se acercaba a la repisa donde reposaban algunos libros, en sus esquinas había dos pequeñas esculturas de ángeles, una representaba a cupido; Nahethis lo tocó y ante él un pequeño pasaje secreto se abrió dejando ver que se comunicaba con otra habitación. Ya dentro del pequeño pasaje él se arrodilló y dejo ver un símbolo similar a una Trisquel; observé que Nahethis se hacía u
—Lo pedí amablemente, pero si eso es demasiado difícil para ti… No me dejas alternativas —Tristán hizo ademanes de acercarse, sabía lo que pretendía hacer, él me iba a morder para saber mis secretos a través de mi sangre. Cuando lo tuve cerca una voz interior habló por mí.—¡No te doy permiso! —esa orden lo dejó inmóvil, creando una especie de escudo invisible que no lo dejaba consumar lo que pretendía hacer.—¡Esto debe tratarse de una broma de muy mal gusto! —gruñó —. ¡Mi maldición está en tus venas! No eres un centinela como los otros que he visto, tu olor es diferente, y puedo sentirme a través de ti. Pero tal vez eso es lo que querían que sintiera.—Si lo intuyes ¿Por qué querías morderme?—Porque no soy ajeno al atractivo de un aroma. He sido capaz de superar mi impulso hacia lo alto, pero no sin un obstáculo. Tú eres diferente. No te dejas llevar por tu clan, como he conocido a otros cuyo efluvios podía sentir a través de mi propia piel. El tuyo es fuerte y vibrante, diferente a
El dolor en él se hacía perenne, a pesar de los largos años, David no había podido arrancar del todo el horror del holocausto. Me enseñó cómo él y su familia pasaron tiempo escondiéndose para no ser descubiertos por los nazis. Desgraciadamente, a pesar de sus esfuerzos, David, sus padres y sus hermanos fueron descubiertos. Fueron trasladados al campo de concentración de Auschwitz, tras tres días de viaje. A través de su terrible experiencia pude ser espectadora de cómo los hombres y mujeres eran separados para no volverse a ver nunca más, y como niños menores de 15 años eran seleccionados y enviados directamente a la cámara de gas. David fue obligado a sumergirse en la agonía más profunda y en el peor infierno donde se pudo haber enviado a un ser humano, arrancado de su familia que fueron brutalmente asesinados, sin embargo, otro infierno peor estaba por sucederle. Desde antes de ese holocausto, David había vislumbrado a un extraño que lo acechaba, por donde transitaba, siempre veía a
Tristán. No pude permanecer más tiempo cerca de ella, aunque quisiera, toda la información que vi a través de su alma me había dejado aturdido. En Victoria encontré a Estefanía y a mi alma gemela, sin darme cuenta la había estado buscando durante mucho tiempo, desde que la vi a través de Arturo. Entendí que Arturo no solamente me heredó la maldición de su linaje oscuro para ser un demonio de venganza, sino también la maldición de su amor perdido que ahora de cierta forma reencarnaba en Victoria. La oscuridad mágica que llevaba dentro de mí se convirtió en una lujuria incontrolable en esa habitación junto a Victoria. Entretanto Arturo renunció a sí mismo y juró reencontrarse con Estefanía en todo este océano que llamamos eternidad. Cerré los ojos por la intensidad del recuerdo.—Hoy juro Victoria, mantenerte a salvo de cualquier daño —manifesté a mis adentro, todo era válido para estar cada vez más cerca de ella. Bajé a las cámaras secretas para contemplar el cuadro donde se mostraba
Victoria. Lo que era un misterio para los humanos se me revelaba claramente. Mi imaginación se descontrolaba y viajaba mucho más allá de lo que la razón aconsejaba. Aún podía saborear la sangre de Tristán en mi boca, sentirla fluir y palpitar dentro de mí, mezclándose con mis células. Sentía que el tiempo pasaba demasiado rápido y deseaba volver a la realidad. Mi mente comenzó a viajar hasta mundos fantásticos poblados de mares luminosos de neón líquido, luego llegó a galaxias muy lejanas.—¡Ya basta! —exclamé, mis ojos me ardían, yo estaba equilibrándome en una línea muy delgada, me dolía el alma, era un dolor que no sabía describir ni como tratar. La noche había caído y el silencio se extendía por la habitación, me sentía débil, tomé la manta y me cubrí. Mi padre no tardó en llegar a mi habitación, al verme en la cama fue a ella rápidamente.—Hola, cariño. ¿Cómo estás? ¿Te encuentras mal? Creía que estabas viendo la telenovela. ¿Está todo correcto?—Me siento un poco débil, per