—Mañana, interroga a todos los empleados. Quiero saber quién tuvo el atrevimiento de tratar así a mi Luna —las palabras escaparon de Ethan en un rugido contenido, pero la ira en su voz era inconfundible.Durante un instante, Ethan se quedó contemplando a Cloe. Su piel, tan suave y pálida como porcelana fina, resaltaba en la penumbra. Su cabello negro, largo y ondulado, caía desordenado alrededor de su rostro, creando un contraste perfecto que intensificaba la etérea belleza que parecía no pertenecer a este mundo. Inclinándose hacia ella, Ethan le acarició el rostro con la yema de los dedos, trazando con suavidad el contorno de sus mejillas. Luego la levantó en sus brazos, sosteniéndola con una delicadeza poco común en él. La frialdad de la habitación era inhumana, y sus ojos se endurecieron mientras la observaba, notando cómo el peso de su ira permanecía latente, esperando liberarse.Lentamente, Cloe comenzó a despertar, todavía agotada. Pero al abrir bien los ojos y descubrirse en
—No estoy involucrado en nada oscuro. Necesitas confiar en mí, Cloe. Este será tu hogar, y cuando dije que te protegería, lo decía en serio.La voz profunda y el tono ronco de sus palabras enviaron un escalofrío involuntario por el cuerpo de Cloe. Se llevó la mano a la nuca.– -Más tarde, después de luchar incansablemente para que Ethan le permitiera dormir en otra alcoba, Cloe se adentró en el baño y giró el seguro de la puerta con firmeza, asegurándose de que Ethan no intentaría irrumpir en ese espacio. Aún respiraba con agitación; cada encuentro con él la dejaba en un estado de alerta, como si tuviera que mantenerse en guardia constante para preservar su propia dignidad. Acercó el oído a la puerta y esperó, inmóvil, escuchando cada pequeño sonido que viniera del otro lado.Al no escuchar nada, dejó escapar un suspiro, soltando un poco de la tensión acumulada. Con el agua caliente corriendo por su piel, Cloe se permitió relajarse. Sentía cómo el sudor y la incomodidad se desvanec
—Buenos días…— repitió Cloe al no obtener respuesta.—Serán buenos para ti —replicó Caleb, lanzándole una mirada cargada de desprecio. A su derecha, una mujer rubia sonrió con malicia, como si la sola presencia de Cloe le resultara repugnante.—Cloe, ven a mi lado.A pesar de que prefería mantener distancia de él, el tono de Ethan no dejaba lugar a discusiones, y, después de un momento de duda, Cloe caminó hacia él.Al pasar por la mesa, una mujer de aspecto frágil y delgado le sonrió con ternura, dándole un poco de tranquilidad. Pero ese alivio duró poco.—Esa mujer no se sentará en esta mesa —gruñó Caleb, empujando sus cubiertos hacia un lado con agresividad—. Que desayune fuera.El tono cortante y humillante hizo que todos los empleados se tensaran.Cloe sintió el impacto de esas palabras, pero antes de poder reaccionar, Ethan tiró de la silla junto a él, obligándola a sentarse.—Mi luna va a desayunar a mi lado, padre —sentenció Ethan con voz fría, y el músculo de su mandíbula se
La risa de Caleb y el tono cruel de Ryan destrozaron la última hebra de autocontrol de Ethan. Con un rugido gutural, su puño descendió con toda su furia sobre la mesa del gran comedor, partiendo la gruesa madera en dos y creando un eco ensordecedor en la sala.La mujer rubia al lado de Caleb dio un salto hacia atrás, mientras los empleados, sin atreverse a mirarlo, se apartaban rápidamente.Caleb no se movió; por el contrario, sus ojos destellaron con un brillo carmesí mientras observaba a Ethan, aceptando el desafío implícito. Ryan, a su lado, también lo miraba con los ojos enrojecidos, con una chispa de violencia latente en su postura. Los alfas supremos estaban a punto de enfrentarse, y el aire en la sala se volvió denso, cargado de energía y tensión, como la calma antes de una tormenta.—¡Sus opiniones me importan poco! —El rugido de Ethan hizo temblar a todos los presentes, que sintieron la vibración en los huesos.—Ethan, debes ceder el liderazgo de nuestra especie a tu hermano
Ethan extendió una mano hacia ella, indicándole que subiera a la camioneta, pero Cloe se aferró a la entrada del vehículo, buscando una excusa desesperada.—Yo... yo no tengo mi tarjeta de identificación conmigo —balbuceó, nerviosa.Ethan soltó un suspiro impaciente y, sin cambiar su expresión, respondió con frialdad: —El día que te desmayaste, la traías en el bolso. Ya la tengo.Alzó una ceja, observándola con un leve gesto de indiferencia.—Estoy formalizando nuestra unión por ti, para que logres tu objetivo con tu abuela, pero a mí no me interesan estas formalidades.Cloe lo miró, perpleja y sin palabras, tratando de asimilar lo que acababa de escuchar. La rapidez con la que Ethan había resuelto cada detalle la hacía sentir atrapada. Buscó una nueva excusa, cualquier cosa que la librara de aquella situación.—Es que… —dijo, señalando su atuendo—. Estoy vestida con un jean y una camiseta. ¿Qué tipo de novia sería así?Ethan entrecerró los ojos, irritado.—Cloe, deja de buscar excus
Cloe apenas podía contener su sonrisa cuando la camioneta se detuvo frente a su spa. Tras ser obligada a ese matrimonio, jamás pensó que Ethan la dejaría volver a su negocio tan pronto. Miró el frente del edificio con alivio, como una prisionera que ve la libertad a través de las rejas.«Puedo anular este matrimonio… y también podría poner una denuncia para que la policía se encargue de Samira», pensó, sintiéndose victoriosa y sin poder despegar la vista de su spa.Pero sus pensamientos se desvanecieron cuando Ethan le tomó la mano y, con una lentitud deliberada, posó sus labios en el dorso. El contacto fue eléctrico, recorriendo su cuerpo como una corriente que aceleró su respiración. Los ojos de Ethan brillaban con un destello de provocación cuando la miró.—Me encanta ver cómo te sonrojas —murmuró, disfrutando de la reacción involuntaria que había causado.Cloe, avergonzada, se cubrió las mejillas, sintiendo el calor arder bajo su piel.«¡Qué demonios me pasa! Esto tiene que ser
Cloe apenas había dado dos pasos fuera de su oficina cuando se detuvo en seco. Giró sobre sus tacones y clavó la mirada en Kael, quien la observaba desde la puerta, atento.—Puedes sacar toda la basura de esta arpía de mi oficina —le ordenó con una frialdad cortante.El "basura" iba dirigido sin rodeos a Leila, quien aún permanecía en la oficina, todavía con la respiración agitada. —Pero Lu…. —Intentó objetar Kael, pero al darse cuenta de que estaba a punto de llamarla Luna delante de Leila, se detuvo. Se aclaró la garganta.—Es que no tengo permitido apartarme de usted.—Hágame ese favor. Se lo voy a agradecer —. Sin esperar respuesta, Cloe retomó su marcha hacia la recepción. Puesto que no quería escándalos, la reputación de su spa era demasiado valiosa para arriesgarla por dramas personales.Sin embargo, al llegar a la recepción, el bullicio que escuchaba la dejó perpleja. Y lo que más la sorprendió fue que la persona que estaba haciendo tal escándalo era la hermana de Robin. Qui
Kael abrió los ojos, completamente desconcertado. No podía asimilar como la sugestión de borrado de memoria que el supremo había realizado en Cloe parecía haberse roto.—Señora, está equivocada —intentó calmarla, aunque su voz sonaba algo tensa—. El supremo no es un criminal. Le aseguro que el hombre que menciona está vivo.—¡Mentira! —gritó Cloe, dando un paso atrás—. No sé cómo supiste que estaba llamando a la policía, pero sé que ustedes no son normales. Hay algo extraño en ese lugar al que llaman manada. ¿Qué son ustedes? —Su tono era casi de pánico—. Siempre pensé que la existencia de seres sobrenatural era pura ficción, pero recuerdo cómo a tu jefe le cambian el color de los ojos, y cómo se mueve… —susurró, más para sí misma que para Kael.Kael, preocupado, abrió un vínculo mental con su alfa supremo para informarle de la situación.—Luna, está confundida— respondió siguiendo las indicaciones de Ethan.—¡Maldito seas, deja de llamarme “Luna”! —Cloe respiró entrecortado, y furios