El eco de la risa de Aria resonaba por los pasillos mientras arrastraba a Cloe hasta la cocina, ambas con la energía de quien estaba a punto de presenciar algo épico. Al cruzar la puerta, el caos las golpeó a Cloe como un puñetazo en la cara: huevos rotos esparcidos por la encimera, jugo derramado goteando lentamente por el borde de la mesa y un par de tostadas que bien podrían ser carbón.En medio de la catástrofe, con harina en la mejilla y una espátula en la mano, Samira, se giró hacia ellas con una sonrisa resplandeciente.—¡Buenos días! —anunció con la emoción de quien acaba de inventar la cura para el mal humor—. Necesito endulzar tu mañana... aunque quizá amargue más si pruebas esto.Cloe, aún procesando la escena dantesca frente a ella, agitó una mano en el aire para espantar el humo negro que emergía de la tostadora como una señal de socorro. Con una ceja levantada y la otra fruncida, preguntó: —¿Y los empleados de servicio?—Oh, les pedí que se fueran por un rato —respond
Ethan sonrió de lado y chasqueó los dedos. De inmediato, los guardias liberaron a los prisioneros de sus cadenas y los escoltaron al área de entrenamiento. Los guerreros se congregaron, formando un círculo a su alrededor, expectantes, puesto que lo que presenciarían no sería una pelea honorable, sino una masacre.Los dos alfas comenzaron a golpearse sin piedad, destrozando sus puños contra la carne del otro, a la vez que sus gruñidos resonaba como bestias salvajes. Las lunas y los betas no se quedaron atrás, sino que también estaban sumidos en una batalla despiadada por la supervivencia.La pelea pareció eterna hasta que Ethan, aburrido de la lentitud del enfrentamiento, ordenó que les quitaran las cadenas y se transformaran.Uno de los alfas giró la cabeza hacia Ethan con la clara intención de atacarlo, pero se detuvo, al entender que no podía desafiar a un lobo supremo y salir victorioso. En su lugar, lanzó un aullido feroz y retomó la pelea con renovada furia. Finalmente, acabó
Cloe apretó aún más a la bebé, Elyria, contra su pecho, mientras un halo de luz azul clara comenzaba a rodear a la pequeña, extendiéndose hacia sus otros dos hermanitos. Aria y Teresa ahogaron un grito cuando los bebés fueron arrancados suavemente de sus brazos y llevados hasta Cloe, como si una fuerza invisible los protegiera y los reclamara.Aunque no era la intención de Cloe atraer a sus hijos, era como si fuera el instinto protector de una madre lo que los atraía hacia su presencia.—Realmente, tu poder es impresionante… —murmuró Caleb con una sonrisa depredadora, mirando con un hambre peligrosa el poder que emanaba de ella.Samira dejó escapar un gruñido bajo, tensando los músculos como un recurso listo para atacar. Mientras sus ojos se destellaban con un fulgor lobuno mientras mostraban los colmillos.—Lárgate, o tendré que matarte.Caleb inclinó la cabeza con calma calculada, sin inmutarse ante la amenaza.—Loba, si quieres vivir, no te interpongas en mi camino —su voz fue un
Los lobos retrocedieron aturdidos.—Supremo... —murmuraron algunos al unísono, con la sorpresa reflejada en sus rostros. Y el horror los golpeó con la fuerza de un relámpago cuando se dieron cuenta de lo que había sucedido.—Mi alfa… perdoné nuestras vidas —. Una guerrera se adelantó, temblando de miedo—. Juro que no sabíamos lo que hacíamos... era como si estuviéramos hechizados.Ethan no les dedicó más que una mirada fría.—Nunca lastimaría a mi pueblo por las mañas de un ser tan despreciable como mi padre.Dentro de la habitación, el mundo de Ethan se redujo al ver a Caleb sentado en la mecedora que Cloe debía usar para amamantar a los bebés.El descaro de la imagen hizo que su sangre hirviera en su interior.Entre tanto, Cloe estaba de pie, usando su magia de sanación y protección, que rodeaba su cuerpo de un resplandor que parecía consumirla.—¡Infeliz! —rugió Ethan, dejando salir sus garras. Su cuerpo comenzó a transformarse, y su esencia de alfa supremo amenazaba con desatarse
Caleb la miró con horror. Antes de que Ethan pudiera alejarse, un instinto extraño guió a Cloe. Posó una mano en el pecho de él y otra en el de Aria, dejando fluir su energía curativa de alfa supremo, iniciando un flujo de energía sanadora que brilló como una tormenta de luz en el cuerpo de Aria.Ethan quedó pasmado ante lo que presenciaba. Y Caleb, por primera vez en su vida, sintió miedo.—Qué patético... Te dejarás mandar por una mujer. Por muy diosa que sea, un alfa jamás permite que le digan qué hacer —bramó Caleb con desprecio, observando a Ethan avanzar hacia él.Ethan no respondió. No había necesidad. Sus ojos llameaban con una furia, y sus garras emergieron con un brillo letal.—Tan mamita eres que vas a desechar la vida de tu madre solo por un par de piernas calientes —insistió Caleb tratando de provocarlo.El golpe de Ethan fue instantáneo y devastador. Que Caleb voló hacia atrás, estrellándose contra las cunas de los trillizos, reduciéndolas a astillas.—¿Piensas que co
Siguiendo las indicaciones de Cloe, Ethan llamó a su beta y delta a través de la conexión mental.(Noa, ve por la copa ancestral), ordenó con el tono firme de un Alfa.Noa frunció el ceño, intrigado, pero no hizo preguntas y salió de inmediato hacia el cuarto de antigüedades que habían construido detrás del despacho. Al llegar, retiró con cuidado un cuadro de la pared, revelando un acceso oculto a un espacio oscuro y silencioso. Entró sin vacilar, tomó una stilius dorada con dos argollas y la copa ancestral; una reliquia creada bajo la luz de la luna con un material desconocido para ellos, aunque tenía un parecido inquietante con la corona que portaba el alfa supremo.Cuando regresó con los objetos, encontró a Ethan sosteniendo a Aria entre sus brazos.—Supremo, ¿vas a realizar un ritual? —preguntó Kael, observando con atención los materiales en las manos de Noa—. Supongo que se trata del ritual para presentar a los trillizos a la manada y bañarlos con la bendición de nuestra diosa.
Aria no dudó. Su corazón latía con fuerza, pero en su interior sabía que aquello era lo correcto. Después de toda una vida marcada por el sufrimiento, por primera vez tenía la posibilidad de elegir su destino. Merecía vivir en paz. Un nudo se formó en su garganta mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas, pero no vaciló. Llevó la copa a sus labios y bebió hasta la última gota, sintiendo el líquido cálido recorrer su garganta, impregnándola con un poder que jamás había experimentado.La copa resbaló de sus manos y cayó al suelo con un sonido sordo. Apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando un ardor abrasador le recorrió el cuello. Un dolor punzante, como si ácido hirviendo le quemara la piel desde dentro, la hizo llevarse las manos al lugar donde, por tanto tiempo, había llevado la marca de su verdugo. La sensación era insoportable, pero cuando retiró los dedos, la cicatriz estaba desapareciendo.Un aullido desgarrador brotó de su pecho y, de repente, su cuerpo entero se estremec
El problema era que no sabía por dónde empezar. Había tantas cosas que nunca había hecho, que ni siquiera las había considerado. Pero un día, mientras observaba a un grupo de humanos en la ciudad, riendo y charlando con despreocupación en una cafetería, lo supo: jamás había salido a tomar un café por el simple placer de hacerlo.Así que lo hizo.La primera vez que cruzó la puerta de la pequeña de una cafetería, sintió que todos la miraban. Por supuesto, era solo su imaginación, pero su instinto le gritaba que no pertenecía allí.«No pienses en eso. Solo siéntate, pide algo, como cualquier otra persona», se dijo, intentando calmar su corazón acelerado.Se sentó junto a la ventana y pidió un café con leche, sin azúcar. Le temblaban un poco las manos cuando llevó la taza a sus labios. «Es absurdo que esto me ponga nerviosa», pensó, pero era la primera vez que tomaba una decisión sin que la manada estuviera involucrada. Era su elección, y eso lo hacía tan emocionante como aterrador.Y