El eco de los golpes de Samira retumbaba en el cuarto, cargado de una furia y desesperación que la envolvía como un torbellino. —¡Ayuda, por favor! —gritaba, mientras sus puños chocaban contra la puerta cerrada, sabiendo que el castillo era enorme, pero también consciente de que los lobos en su interior, con sus sentidos agudos, podían escucharla—. ¡Solo quiero una reunión con el supremo, no pido nada más!De repente, la puerta se abrió con un golpe seco, y en el umbral apareció una omega. La loba la miró con desprecio y frialdad, y con una postura firme, irradiando autoridad dentro de su limitada jerarquía.—Cállate ya —ordenó con una voz cargada de hostilidad—. Si no quieres que el alfa supremo estalle en furia contigo, te exijo guardar silencio. A menos que quieras afrontar las consecuencias.Samira sintió el peso de esa amenaza. La advertencia de Ethan aún retumbaba en su cabeza, pero antes de que pudiera responder, se quedó pasmada al ver a un lobo delta arrastrando a Cloe. Sa
—Adelante, hermano —murmuró, reconociendo de inmediato al visitante.Ryan, su hermano menor, cruzó la puerta con una mirada desafiante y sus ojos llenos de expectativa. —Hermano, he venido a recordarte que la luna nueva se acerca—lanzó con reclamo y reproche.— El pueblo exige respuestas, y todos saben que has traído a esa humana aquí. Padre exige que dejes de perder el tiempo y marques a una loba, aunque sea a tu concubina, puesto que esa humana débil no tendrá la capacidad para contenerte —apuntó Ryan, con un dejo de sarcasmo.Ethan soltó un bufido, y una sonrisa fría cruzó sus labios al escuchar la palabra “concubina.” Después de la muerte de su luna, su padre había insistido en rodearlo de lobas dispuestas, asegurando que era su deber como líder saciar sus necesidades. Aunque todo aquello le parecía ridículo, había accedido para evitar controversias.—Ryan —habló Ethan, levantándose de su asiento con calma y acercándose a su hermano. Colocó una mano firme en el hombro de Ryan, apr
Para calmar su ansiedad, Ethan decidió salir a correr un poco por el bosque y sintió cómo el poder de Ferus comenzaba a tomar control, cómo cada célula en su cuerpo se activaba cuando le daba rienda suelta. No había una línea divisoria clara; cuando Ferus corría, Ethan sentía sus propios músculos tensarse, su piel arder con un calor animal, y su respiración sincronizarse con el ritmo de la tierra bajo sus pies. Su visión se agudizó hasta percibir cada hoja, cada rama del bosque, y el mundo se convirtió en una maraña de estímulos crudos y vibrantes. En esa carrera desenfrenada, no había pensamientos conscientes, solo el instinto y el deseo voraz de libertad, una necesidad básica que Ferus saciaba con cada salto, con cada rugido profundo que emergía de su pecho.Por un momento, Ethan y Ferus fueron uno en el deseo salvaje de sentir la tierra bajo sus garras —o bajo sus pies, daba igual. El aroma terroso llenaba sus sentidos, recordándole una conexión antigua, una conexión que lo lig
—Mañana, interroga a todos los empleados. Quiero saber quién tuvo el atrevimiento de tratar así a mi Luna —las palabras escaparon de Ethan en un rugido contenido, pero la ira en su voz era inconfundible.Durante un instante, Ethan se quedó contemplando a Cloe. Su piel, tan suave y pálida como porcelana fina, resaltaba en la penumbra. Su cabello negro, largo y ondulado, caía desordenado alrededor de su rostro, creando un contraste perfecto que intensificaba la etérea belleza que parecía no pertenecer a este mundo. Inclinándose hacia ella, Ethan le acarició el rostro con la yema de los dedos, trazando con suavidad el contorno de sus mejillas. Luego la levantó en sus brazos, sosteniéndola con una delicadeza poco común en él. La frialdad de la habitación era inhumana, y sus ojos se endurecieron mientras la observaba, notando cómo el peso de su ira permanecía latente, esperando liberarse.Lentamente, Cloe comenzó a despertar, todavía agotada. Pero al abrir bien los ojos y descubrirse en
—No estoy involucrado en nada oscuro. Necesitas confiar en mí, Cloe. Este será tu hogar, y cuando dije que te protegería, lo decía en serio.La voz profunda y el tono ronco de sus palabras enviaron un escalofrío involuntario por el cuerpo de Cloe. Se llevó la mano a la nuca.– -Más tarde, después de luchar incansablemente para que Ethan le permitiera dormir en otra alcoba, Cloe se adentró en el baño y giró el seguro de la puerta con firmeza, asegurándose de que Ethan no intentaría irrumpir en ese espacio. Aún respiraba con agitación; cada encuentro con él la dejaba en un estado de alerta, como si tuviera que mantenerse en guardia constante para preservar su propia dignidad. Acercó el oído a la puerta y esperó, inmóvil, escuchando cada pequeño sonido que viniera del otro lado.Al no escuchar nada, dejó escapar un suspiro, soltando un poco de la tensión acumulada. Con el agua caliente corriendo por su piel, Cloe se permitió relajarse. Sentía cómo el sudor y la incomodidad se desvanec
—Buenos días…— repitió Cloe al no obtener respuesta.—Serán buenos para ti —replicó Caleb, lanzándole una mirada cargada de desprecio. A su derecha, una mujer rubia sonrió con malicia, como si la sola presencia de Cloe le resultara repugnante.—Cloe, ven a mi lado.A pesar de que prefería mantener distancia de él, el tono de Ethan no dejaba lugar a discusiones, y, después de un momento de duda, Cloe caminó hacia él.Al pasar por la mesa, una mujer de aspecto frágil y delgado le sonrió con ternura, dándole un poco de tranquilidad. Pero ese alivio duró poco.—Esa mujer no se sentará en esta mesa —gruñó Caleb, empujando sus cubiertos hacia un lado con agresividad—. Que desayune fuera.El tono cortante y humillante hizo que todos los empleados se tensaran.Cloe sintió el impacto de esas palabras, pero antes de poder reaccionar, Ethan tiró de la silla junto a él, obligándola a sentarse.—Mi luna va a desayunar a mi lado, padre —sentenció Ethan con voz fría, y el músculo de su mandíbula se
La risa de Caleb y el tono cruel de Ryan destrozaron la última hebra de autocontrol de Ethan. Con un rugido gutural, su puño descendió con toda su furia sobre la mesa del gran comedor, partiendo la gruesa madera en dos y creando un eco ensordecedor en la sala.La mujer rubia al lado de Caleb dio un salto hacia atrás, mientras los empleados, sin atreverse a mirarlo, se apartaban rápidamente.Caleb no se movió; por el contrario, sus ojos destellaron con un brillo carmesí mientras observaba a Ethan, aceptando el desafío implícito. Ryan, a su lado, también lo miraba con los ojos enrojecidos, con una chispa de violencia latente en su postura. Los alfas supremos estaban a punto de enfrentarse, y el aire en la sala se volvió denso, cargado de energía y tensión, como la calma antes de una tormenta.—¡Sus opiniones me importan poco! —El rugido de Ethan hizo temblar a todos los presentes, que sintieron la vibración en los huesos.—Ethan, debes ceder el liderazgo de nuestra especie a tu hermano
Ethan extendió una mano hacia ella, indicándole que subiera a la camioneta, pero Cloe se aferró a la entrada del vehículo, buscando una excusa desesperada.—Yo... yo no tengo mi tarjeta de identificación conmigo —balbuceó, nerviosa.Ethan soltó un suspiro impaciente y, sin cambiar su expresión, respondió con frialdad: —El día que te desmayaste, la traías en el bolso. Ya la tengo.Alzó una ceja, observándola con un leve gesto de indiferencia.—Estoy formalizando nuestra unión por ti, para que logres tu objetivo con tu abuela, pero a mí no me interesan estas formalidades.Cloe lo miró, perpleja y sin palabras, tratando de asimilar lo que acababa de escuchar. La rapidez con la que Ethan había resuelto cada detalle la hacía sentir atrapada. Buscó una nueva excusa, cualquier cosa que la librara de aquella situación.—Es que… —dijo, señalando su atuendo—. Estoy vestida con un jean y una camiseta. ¿Qué tipo de novia sería así?Ethan entrecerró los ojos, irritado.—Cloe, deja de buscar excus