10- Loba engreída.

Gregor soltó una carcajada seca, sin un rastro de humor. Al llegar a la cocina, divisó a su nana y, sin miramientos, empujó a Elyria hacia ella.

—Nana, encárgate de que esta humana no ande de floja. Vigila que no le sirva a su princesa. Si lo hace, avísame. La castigaré.

Dicho esto, se marchó sin voltear atrás. Elyria intentó seguirlo, pero dos lobas se interpusieron en su camino.

—Ya escuchaste al alfa —dijo una de ellas con una sonrisa ladina—. Debes empezar a trabajar.

—Lo sentimos —agregó la otra con fingida pena—, pero las órdenes del alfa se cumplen aquí.

Elyria sintió la indignación morderle el orgullo.

—¡Cómo se atreven! ¡Están insultando a la princesa!

Las lobas estallaron en carcajadas.

—Humana que te quede claro que tu princesa aquí no es nadie. Solo obedecemos a nuestro alfa.

Elyria respiró hondo, conteniendo las ganas de golpearlas. Sabía que, en ese momento, eran más fuertes que ella. Pero su furia no cedía.

—Llamaré a mi padre, el alfa supremo, y exigiré que sean encerr
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