12- No eres rival.

Elyria la miró fijamente por unos segundos antes de echarse a reír con desdén.

—¿De verdad crees que soy tan estúpida? —espetó, inclinándose sobre ella—. Vamos, Mairen, a mí no me engañas. Sé perfectamente lo que buscas.

La expresión de Mairen se tensó. Su teatro había fallado. Se puso de pie y adoptó una postura desafiante.

—¿Y qué harás entonces? ¿Llamarás a tu papito para que te rescate? —se burló—. Porque eso es lo que hacen las niñas inmaduras como tú, las que han sido consentidas toda su vida y no saben resolver sus problemas. Es precisamente por eso que Gregor te desprecia como princesa.

Elyria sintió la rabia escalarle por la columna, pero mantuvo el rostro impasible.

—Calla —gruñó entre dientes—. Sabes que, si le digo a mi padre que no has hecho bien tu trabajo, no obtendrás el territorio que te prometieron.

Mairen se encogió de hombros con indiferencia.

—Ya no me interesa un nuevo territorio —dijo con una sonrisa ladina—. Ya tengo uno.

Señaló a su alrededor con un gesto ampl
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