Sus labios se apretaron de inmediato y su corazón comenzó a acelerarse con un pesar de crueldad acechándola por detrás. Provocándole escalofríos cuando llevó sus dedos temblorosos hacia su cuello pálido, decorado con marcas rojizas de gruesos dedos que le quitaron la posibilidad de respirar.
“—Sabes muy bien que nunca podría reducirme a tu nivel, ¿lo sabes, verdad Louise? Tan callada siempre que me da una inmensa curiosidad saber lo que estás pensando en este momento… ¿Sientes que te falta el aire?”
La restricción que apretaba poco a poco su cuello estaba aminorando su falta de oxígeno. Sus uñas largas rasgaban la mesa de madera en busca de algo que ayudara a quitárselo de encima, pero la empujó con todas sus fuerzas sobre la mesa sin detenerse cuando escuchó el quejido ahogado que produjo su garganta cuando fue
—¿Qué, qué es tan gracioso? Pues todo en realidad, una reverenda locura. ¿Qué mierda crees que haces con mis cosas? —Espetó Elion al arrancarle su ropa sucia a una de las chicas, impulsivo. Alerta de que estuvieran de pronto adentrándose y tomando sus cosas como si nada. —Deja que estas chicas hagan su trabajo y abstente de ser una maldita molestia.Le dijo Damien furioso de lidiar con él. Le vio taparse la nariz con asco, examinándole de pies a cabeza como si el hedor que provenía del húmedo cuarto fuese su culpa. Rió estoico, apretando su mandíbula y levantándose de la cama. Los guardias en un segundo se habían puesto entre él y Damien.—Primero me encierras aquí como si fuera un criminal, y como si no fuera suficiente, ¿también vas a dejarme sin pertenencias? ¿Sin muebles también? —Elion habl
—¡¿Qué Elion qué?!Los hombros de Louise bajaron tan lentamente al soltar el cuarto suspiro consecutivo del día.Frente a ella, Dóminic estaba con la boca abierta, conmocionado por la gran noticia que le había dado, demasiado, diría ella.En su lugar, estaba más estresada que antes. Todo le parecía una pesadilla y Dóminic actuaba como un niño emocionado por un puesto de panes dulces a la vuelta de la esquina.—Ya te lo he dicho, aunque me parece extraño que no te hayas enterado ya. —Dijo levantándose para buscar unos papeles en la estantería. —Se supone que eres un guardia, es tu trabajo estar al tanto de estas cosas. ¿O me equivoco?Él fulminó con la mirada, recostando su espalda en el sillón cruzado de brazos, todavía mirándole como si le ocultara algo. —¿Qué?
Aunque disimulara, estas sorpresas viniendo a ella le estaban haciendo olvidarse un poco de todo. A pesar de que sólo se tratara del príncipe Elion porque, claro, es y será el tema favorito de todos.—¿Entonces? —Ella arrugó su nariz. —¿Entonces, qué? —Dóminic se quedó viendo el techo, vacilando sobre cualquier cosa. —¿Qué piensas sobre él?—Ya sabes lo que pienso sobre él, lo hablamos temprano. —“Es cierto…” Susurró. —Pero ahora estoy más convencida que el servicio no lo dejará en paz, si llega a salir de su habitación. —“Si es que puede hacer eso” Pensó incómoda.—Sí… Por cierto, ¿no has oído nada de los demás? Apenas y he visto a los otros príncipes hoy. —Louise negó, poniendo
Su oficina quedó en silencio. Solo el suave viento silbando a través de la ventana, a la par que Louise contaba mentalmente hasta diez y Elion miraba interesado a la meticulosa tutora absorta en sus pensamientos.Frotó su ceño fruncido, con un angustiante dolor de cabeza comenzando a nacer. —¿Sabe? No era necesario hacer todo un escándalo sólo por el erróneo título que le han dado a esta plática. —Mencionó hastiada. Ya renuente a ocultar la molestia que le producía Elion. Actuando tan helada y sombría como solía serlo.Sin embargo, Elion no se quedó atrás. Louise lo odiaba por eso. ¡No entendía por qué no se podía quedar callado!—Es que, señorita Louise —Elevó su comisura —usted prefiere enfocarse en cosas formales a las cuales ya está acostumbrada. Como besarle los pies al
Y por un momento, pensó en el rostro de la indignada mujer que intentó indagar en su vida. Elion, como si fuese recordado algo importante, abrió los ojos tan rápido al mismo tiempo que se enderezaba en la cama, al hacer frente a la loca discusión que tuvo con… esta mujer llamada Louise. —¡Ah! Maldita sea… —Masculló por lo bajo restregando su rostro con las manos, bastante frustrado. Bien. Elion estaba de acuerdo con que su reacción no estaba tan fuera de lugar. ¿Para qué quería saber todas esas cosas? Si la mujer tenía al menos un poco de sentido común, se daría cuenta de que odiaba estar aquí. Había estado presente en cada una de las golpizas que recibió, o al menos no todas, pero sí lo estuvo. ¿No era eso suficiente para hacerle saber que estaba de la mano con todo este régimen corrupto? Ja, Elion no era tan imbécil. Sin embargo, escuchó muy bien, cuando casi soltando humo por las orejas, le gritó que no tenía nada que ver con su padr
¡Dios! ¡Es que…! ¡De todas las cosas que habría podido hacer, escogió romper su carpeta! Louise acarició el puente de su nariz, visiblemente afectada por eso. Se quedó analizando el vaso de cristal vacío como si hacer eso le fuera a dar todas las respuestas que necesitaba. Primero, necesitaba hacer una nueva carpeta y volver a imprimir el papeleo que llevaba dentro. Que no era nada más que una planilla casi vacía con datos sobre Elion. Veinticuatro años, era un príncipe y… poco más. ¿No era eso ridículo? ¿Romper una carpeta que solo llevase eso dentro? Louise suspiró, se estiró y dejó el vaso sobre la mesilla de noche al lado de su lámpara, la cual encendió y se recostó sobre sus almohadas. Pensativa, indagando en lo más profundo de su mente, pero sin poder concentrarse. Sólo… pensando sin sentido alguno. Llegó hasta la misteriosa conversación que tuvo con Alan. ¿Qué le tenía tan alterado al pensar que ambos estuviesen juntos? ¿Qué el
—No sabes la sorpresa que me da verte en este lugar. —Elevó una de sus comisuras. Acariciando los vellos crecidos de su barba. —No todos los días te reciben con una hermosa mujer en busca de respuestas. ¿Te ha pasado alguna vez? Admiró la manera en que ella se sacudió, enojada. —Nunca habría venido si no fuera por una emergencia. No he venido en busca de usted por problemas de otra índole, si es lo que tanto le preocupa. He venido a pedirle ayuda. Ésta vez, él se enserió. Apoyándose sobre su escritorio, expectante a las palabras de la mujer de la cual ya tenía una sospecha de lo que era. Louise mantenía su mirada fija en el suelo, detallando sus tacones bajos y… su vestido. ¡Había olvidado completamente su vestimenta! “Bien, ¡no es algo de lo que morirse!” Se dijo como ánimo. Sin embargo, no se sentía cómoda en lo absoluto. Incluso si cubría más piel, su confianza estaba en sus conjuntos de toda la vida. Grises, oscuros, prolijos. Jamás en la vida se
—¿Puedo preguntarte algo?Louise asiente, Caterina se aclara la voz y le mira fijamente. —¿Cuál es tu trabajo exactamente? —Lo meditó. —Soy una institutriz.—¿U-una institutriz? —Caterina lucía confundida, algo atontada por su respuesta poco aclaradora. —Sí. Una institutriz es una persona que se encarga de ofrecer diversos métodos y planes para la educación fuera de las instituciones convencionales. —Explicó encantada. —Pero no hay príncipes o princesas infantes, por lo que mi cargo está orientado a otra parte.Caterina asintió con la boca abierta, embelesada por la fluidez con la que Louise hablaba. —Pero, no me queda muy claro… ¿Cómo es que, siendo una insti… inti… ¡Institutriz! Estás como uña y mugre con el rey?Ella arrugó el gesto, aparentem