Aunque disimulara, estas sorpresas viniendo a ella le estaban haciendo olvidarse un poco de todo. A pesar de que sólo se tratara del príncipe Elion porque, claro, es y será el tema favorito de todos.
—¿Entonces? —Ella arrugó su nariz. —¿Entonces, qué? —Dóminic se quedó viendo el techo, vacilando sobre cualquier cosa. —¿Qué piensas sobre él?
—Ya sabes lo que pienso sobre él, lo hablamos temprano. —“Es cierto…” Susurró. —Pero ahora estoy más convencida que el servicio no lo dejará en paz, si llega a salir de su habitación. —“Si es que puede hacer eso” Pensó incómoda.
—Sí… Por cierto, ¿no has oído nada de los demás? Apenas y he visto a los otros príncipes hoy. —Louise negó, poniendo
Su oficina quedó en silencio. Solo el suave viento silbando a través de la ventana, a la par que Louise contaba mentalmente hasta diez y Elion miraba interesado a la meticulosa tutora absorta en sus pensamientos.Frotó su ceño fruncido, con un angustiante dolor de cabeza comenzando a nacer. —¿Sabe? No era necesario hacer todo un escándalo sólo por el erróneo título que le han dado a esta plática. —Mencionó hastiada. Ya renuente a ocultar la molestia que le producía Elion. Actuando tan helada y sombría como solía serlo.Sin embargo, Elion no se quedó atrás. Louise lo odiaba por eso. ¡No entendía por qué no se podía quedar callado!—Es que, señorita Louise —Elevó su comisura —usted prefiere enfocarse en cosas formales a las cuales ya está acostumbrada. Como besarle los pies al
Y por un momento, pensó en el rostro de la indignada mujer que intentó indagar en su vida. Elion, como si fuese recordado algo importante, abrió los ojos tan rápido al mismo tiempo que se enderezaba en la cama, al hacer frente a la loca discusión que tuvo con… esta mujer llamada Louise. —¡Ah! Maldita sea… —Masculló por lo bajo restregando su rostro con las manos, bastante frustrado. Bien. Elion estaba de acuerdo con que su reacción no estaba tan fuera de lugar. ¿Para qué quería saber todas esas cosas? Si la mujer tenía al menos un poco de sentido común, se daría cuenta de que odiaba estar aquí. Había estado presente en cada una de las golpizas que recibió, o al menos no todas, pero sí lo estuvo. ¿No era eso suficiente para hacerle saber que estaba de la mano con todo este régimen corrupto? Ja, Elion no era tan imbécil. Sin embargo, escuchó muy bien, cuando casi soltando humo por las orejas, le gritó que no tenía nada que ver con su padr
¡Dios! ¡Es que…! ¡De todas las cosas que habría podido hacer, escogió romper su carpeta! Louise acarició el puente de su nariz, visiblemente afectada por eso. Se quedó analizando el vaso de cristal vacío como si hacer eso le fuera a dar todas las respuestas que necesitaba. Primero, necesitaba hacer una nueva carpeta y volver a imprimir el papeleo que llevaba dentro. Que no era nada más que una planilla casi vacía con datos sobre Elion. Veinticuatro años, era un príncipe y… poco más. ¿No era eso ridículo? ¿Romper una carpeta que solo llevase eso dentro? Louise suspiró, se estiró y dejó el vaso sobre la mesilla de noche al lado de su lámpara, la cual encendió y se recostó sobre sus almohadas. Pensativa, indagando en lo más profundo de su mente, pero sin poder concentrarse. Sólo… pensando sin sentido alguno. Llegó hasta la misteriosa conversación que tuvo con Alan. ¿Qué le tenía tan alterado al pensar que ambos estuviesen juntos? ¿Qué el
—No sabes la sorpresa que me da verte en este lugar. —Elevó una de sus comisuras. Acariciando los vellos crecidos de su barba. —No todos los días te reciben con una hermosa mujer en busca de respuestas. ¿Te ha pasado alguna vez? Admiró la manera en que ella se sacudió, enojada. —Nunca habría venido si no fuera por una emergencia. No he venido en busca de usted por problemas de otra índole, si es lo que tanto le preocupa. He venido a pedirle ayuda. Ésta vez, él se enserió. Apoyándose sobre su escritorio, expectante a las palabras de la mujer de la cual ya tenía una sospecha de lo que era. Louise mantenía su mirada fija en el suelo, detallando sus tacones bajos y… su vestido. ¡Había olvidado completamente su vestimenta! “Bien, ¡no es algo de lo que morirse!” Se dijo como ánimo. Sin embargo, no se sentía cómoda en lo absoluto. Incluso si cubría más piel, su confianza estaba en sus conjuntos de toda la vida. Grises, oscuros, prolijos. Jamás en la vida se
—¿Puedo preguntarte algo?Louise asiente, Caterina se aclara la voz y le mira fijamente. —¿Cuál es tu trabajo exactamente? —Lo meditó. —Soy una institutriz.—¿U-una institutriz? —Caterina lucía confundida, algo atontada por su respuesta poco aclaradora. —Sí. Una institutriz es una persona que se encarga de ofrecer diversos métodos y planes para la educación fuera de las instituciones convencionales. —Explicó encantada. —Pero no hay príncipes o princesas infantes, por lo que mi cargo está orientado a otra parte.Caterina asintió con la boca abierta, embelesada por la fluidez con la que Louise hablaba. —Pero, no me queda muy claro… ¿Cómo es que, siendo una insti… inti… ¡Institutriz! Estás como uña y mugre con el rey?Ella arrugó el gesto, aparentem
Por la mañana, no era casualidad que Louise quisiera desaparecer por un momento de esta agobiante familia. Más bien, quería desaparecer de todo este reino y fingir su muerte para que no pudieran buscarla jamás.Eso era sin dudas algo exagerado, pero tratándose de ella, todo lo valía.Sus dedos se deslizaron por la nueva carpeta que había rellenado con los mismos datos de Elion de la primera vez. Más vacío que lleno, pero hoy esperaba poder escuchar más de él. Al menos tenía la seguridad de que no estaría siendo observada por Damien en todo lo que le dijera o él hiciera.Pero no veía muchas esperanzas en el príncipe Elion. Probablemente le seguía teniendo rencor y haría su carpeta trizas otra vez.No obstante, mantuvo la fe en que todo iría bien y nada se saldría de su control otra vez. El positivismo no era precisamen
Miró el reloj en la pared, y suspiró aliviada cuando vio que sólo faltaban veinte minutos para que la tortura se acabase. Devolvió la mirada, y se encontró con Elion. Burlón, luciendo más que relajado.Apenas entendía qué demonios había dicho para que este hombre cambiara tan de pronto; primero una disculpa, y ahora no paraba de decir tonterías. Pensó que actuaba así para ponerla a prueba, ¿pero a prueba para qué? ¡Dios! ¡Mientras más lo pensaba, más se acercaba a explotar!“¡Vamos Louise! ¡No puede ser tan difícil! ¡Sólo estás quejándote por nada!” El ánimo sirvió para hacerle continuar, ignorando las futuras estupideces que salieran de la tonta boca de Elion.Estaba inquebrantable ahora mismo. No se pondría a discutir una segunda v
El príncipe por otro lado, estaba impresionado por la audacia de Louise al entregarle ese libro de niños de primaria. Sin embargo, una vez que miró por varios minutos su rosto disgustado y enojado, prefirió no seguir molestando. Porque eso es lo que venía haciendo todo este momento.¿Qué más tenía que decir para hacerle saber que no estaba interesado en nada de esto de la realeza? Entendía sus intenciones, todo ese gran discurso acerca de aceptar ser un príncipe había sido impresionante… Pero no sabía cómo explicarle que no podía simplemente aceptar ser algo que todos habían odiado que fuera.Tampoco es como si fuera a contarle la historia de su vida a esta mujer que no conocía de nada. Y que, además, parecía cogerle manía con cada segundo que pasaban juntos.Pero, con lo poco que había avistado de Louise Roose