Dentro de un mundo donde la codicia es tan grande como el deseo de ser poderoso, los niveles de ingenio se intensificaron en el momento que Oliver Heeger, príncipe heredero de Reinmen, tuvo la grandiosa idea de hacer hasta lo imposible para obtener el puesto del rey para sí solo. Sin ningún contratiempo que pudiera malgastar sus horas de incansable perspicacia en busca del plan perfecto.
Buscó, para cada una de sus víctimas, el peor final de todos.
Deseó, para ambos, el peor final de todos.
Una mujer, sumamente hermosa que lucía elegante con cada movimiento que hiciera, tan inteligente que él creyó que no pasaría la barrera que construía entorno a todos aquellos a quienes quería poseer con su poder. Louise Roosevelt, no era nada más que una entrometida que arruinó sus planes, uno por uno.
Un príncipe, astuto, aunque pareciera que no le importaba nada d
Louise carecía del poder de odiar a alguien con todo el corazón, incluso cuando dictara lo mucho que quería odiar a una persona. Pero en el primer segundo que su cerebro despertó de su ensueño, aborreció observar la cara de Noora en su cabeza. Le odiaba, al igual que odiaba a esa maniática reina que consumió su cabeza entre sus arrugadas manos. Le odiaba, con la misma fuerza que maldecía al príncipe Oliver. Solamente esperaba que muriera igual que su padre para tener menos preocupaciones. Aunque solo quizás estaba siendo demasiado resentida porque estaba con los nervios a flor de piel. Le intentó matar. ¿Cómo demonios perdonaría eso? … Con el transcurso de los duros días de duelo, estos se convirtieron en incertidumbre y odio total hacia un príncipe que se merecía toda la maldad del universo por los actos que le conllevaron a ser sentenciado a destierro. La población de Reinmen estab
Louise carraspeó incómoda de escuchar su voz enfadada.Las cosas no estaban yendo demasiado bien dentro del palacio. Los miembros del consejo necesitaban una respuesta inmediata para este gran problema que debía resolverse cuanto antes. Un rey, necesitaban saber quién sería el nuevo rey que gobernara Reinmen.—Ha habido muchas discusiones con respecto a usted debido a las declaraciones de sus hermanos, o mejor dicho, por las acciones. —Habló un hombre alto con barba. —Tienen sospechas de si usted también es como sus hermanos. Hasta ahora, solo hemos dado declaraciones acerca de la muerte de su padre y las decisiones de los príncipes Oliver y Alan.—¡Yo no- —Elion desestimó de gritar cuando Louise agarró su mano. El príncipe le miró por un par de segundos, rebajando el enojo palpable en su mirada enfurecida que desapareció ante el agobio
Empuñó la tela de su bata entre sus manos. Enfadado, demostrando su desacuerdo en esta locura. —¿Es…? ¿Es que…? Ugh… —Elion ocultó su cara entre sus manos, frotándose frustrado, permitiéndole a Louise verlo.Pronto, aquellos ojos almendrados le vieron oscuros. —No quería que las cosas resultaran de esta manera, no quería, no… quiero. No quiero que esto sea así solamente porque me lo ordenan, no.—Nadie te lo está ordenando. —El hombre se calmaba hasta que Louise se atrevió a decir esas palabras. —¿Nadie me lo está ordenando? ¿No has escuchado incontables veces lo que han dicho esos viejos de mierda? Es mi obligación, solo mía, después de que todo esto se desató por mi culpa. Tal parece que… —Chasqueó su lengua harto. —no puedo vivir en paz.&n
… Con el paso del tiempo, las discusiones sobre Elion se encaminaron hacia un cruce de positividad y negatividad. Había demasiadas opiniones que el Alto Mando debía investigar con precisión para poder tomar una sórdida decisión que podría cambiar para bien, o para mal, el futuro de Reinmen. Ahora, era el único príncipe que quedaba en la Familia Real. El único hombre con las agallas para liderar un reino por sí solo, pero también, un príncipe que atrae las sospechas como un imán a causa de sus hermanos. ¿Era igual a ellos? ¿Estuvo involucrado de algún modo, y ahora solo quería salvarse a sí mismo para quedarse con el poder? Siquiera tenía un año de ser admitido en la nobleza otra vez. Muchas personas lo conocían, pero pocas tenían el honor de conocerlo como era en realidad, una diferencia que se marcaba por todas esas historias que se inventaba la gente en las afueras. Y… de algún modo tenían derecho a sentirse intimidados, angu
—Estaba ayudando a Alina con un par de cosas, perdón… no pude venir a verte antes. —Murmuró aún escondida en él. Elion soltó aire por la nariz con una hermosa sonrisa. —Qué molesta es esa rubia. Debí haberla dejado fuera de la lista de invitados. Fue una buena idea pellizcarle la espalda. —Deja de ser tan grosero, es el día de tu coronación. —Una corona en mi cabeza no me hará dejar de ser “impertinente” y “grosero” como siempre dices que soy. —Explicó burlón observándole con amor, llevando sus ojos por cada centímetro de su rostro. —Pero que… hermosa estás… El príncipe le tomó de las manos y le alejó para poder observar mejor su vestido. De hombros descubiertos, repleto de piedrecillas luminosas que le encantaban a Alina. Un tono medianamente oscuro de azul con destellos blancos. La cintura era malditamente agobiante pero fue lo que más le encantó al príncipe. —Debes dejar de verme de esa forma, todos nos están mirando. —Habló entre dientes la peline
Sin embargo, cuando observó a toda esa gente, entre sirvientas, guardias, y publicó mirarle, no pudo pensar en decepcionar al legítimo rey. Sus piernas temblaron al ir tras él, escondiendo fatalmente una sonrisa al bajar la cabeza en una pequeña reverencia cuando estuvo junto a él. El furor del público le erizó la piel mientras siguieron el camino hasta el trono de Elion. Subiendo las escaleras, escuchó chicas gritar cuando el príncipe… ahora hecho un rey, le extendió la mano para ayudarle a subir. —Estás haciéndolo a propósito, ¿no es así, Su Majestad? —Dice la pelinegra agarrando su mano con una sonrisa sugerente. Él le observó a través de sus pestañas, posando un casto beso sobre el dorso de su mano que encendió la emoción en su corazón. —Un benévolo rey como yo nunca sería capaz de tal cosa. —Louise dio un par de pasos en las escaleras junto a él. —Pero si a usted le agrada la idea de decirle al mundo que es mía, no me opondré a su decisió
Lo correcto después de una coronación, sería una fiesta. Pero todos los presentes en la cena estuvieron de acuerdo con la idea de no hacerla por simple seguridad, y gusto de Elion.Todos los implicados en esta aventura estaban dispersos por el salón esperando por la comida. Dóminic conversaba con Elion sobre algo que seguramente estaba siendo ofensivo para el último, porque le rodó los ojos bufando. Alina hablaba amena con alguien del consejo mientras Louise veía todo en silencio con una taza de café entre sus manos, pese a que fuera de noche.Estar feliz implicaba pasar un pequeño segundo a solas para poder procesar todas las cosas que estaban pasando. Hace mucho tiempo que había dejado de sentirse especialmente “feliz” en este terrible palacio que no hizo nada más que destruir su esencia hasta volverla trizas.De no haber sido por Elion, dudaba que muchas cosas hubi
Para Louise, ser cercana a la Familia Real significaba soportar cosas que las demás personas nunca se imaginarían viniendo de tan agraciadas personas. Personas, que se acostumbraban a la buena vida en un enorme palacio. Títulos que llevaban a un lado de su nombre y los beneficios de ser parte del majestuoso mundo de la nobleza. Sin embargo, este mundo en el que todas las personas quieren pertenecer al menos una vez en sus vidas, resulta ser lo que nadie se espera cuando indagan a fondo. Louise, creía haberlo visto todo pero aún seguía sorprendiéndose un poco. Incluso con su delicado título de Institutriz, no era una mujer que abusara de la vida que su Rey le ha otorgado. Viviendo en el palacio sin costo alguno, con el único propósito de brindarles educación a pobres niños que no tenían la oportunidad de aprender. Louise, sinceramente podía hacer esto todo el tiempo que quisiera, sin embargo, cuando una… sorpresiva noticia recae sobre el reino todo a su alrededor se d