—¿Puedo preguntarte algo?
Louise asiente, Caterina se aclara la voz y le mira fijamente. —¿Cuál es tu trabajo exactamente? —Lo meditó. —Soy una institutriz.
—¿U-una institutriz? —Caterina lucía confundida, algo atontada por su respuesta poco aclaradora. —Sí. Una institutriz es una persona que se encarga de ofrecer diversos métodos y planes para la educación fuera de las instituciones convencionales. —Explicó encantada. —Pero no hay príncipes o princesas infantes, por lo que mi cargo está orientado a otra parte.
Caterina asintió con la boca abierta, embelesada por la fluidez con la que Louise hablaba. —Pero, no me queda muy claro… ¿Cómo es que, siendo una insti… inti… ¡Institutriz! Estás como uña y mugre con el rey?
Ella arrugó el gesto, aparentem
Por la mañana, no era casualidad que Louise quisiera desaparecer por un momento de esta agobiante familia. Más bien, quería desaparecer de todo este reino y fingir su muerte para que no pudieran buscarla jamás.Eso era sin dudas algo exagerado, pero tratándose de ella, todo lo valía.Sus dedos se deslizaron por la nueva carpeta que había rellenado con los mismos datos de Elion de la primera vez. Más vacío que lleno, pero hoy esperaba poder escuchar más de él. Al menos tenía la seguridad de que no estaría siendo observada por Damien en todo lo que le dijera o él hiciera.Pero no veía muchas esperanzas en el príncipe Elion. Probablemente le seguía teniendo rencor y haría su carpeta trizas otra vez.No obstante, mantuvo la fe en que todo iría bien y nada se saldría de su control otra vez. El positivismo no era precisamen
Miró el reloj en la pared, y suspiró aliviada cuando vio que sólo faltaban veinte minutos para que la tortura se acabase. Devolvió la mirada, y se encontró con Elion. Burlón, luciendo más que relajado.Apenas entendía qué demonios había dicho para que este hombre cambiara tan de pronto; primero una disculpa, y ahora no paraba de decir tonterías. Pensó que actuaba así para ponerla a prueba, ¿pero a prueba para qué? ¡Dios! ¡Mientras más lo pensaba, más se acercaba a explotar!“¡Vamos Louise! ¡No puede ser tan difícil! ¡Sólo estás quejándote por nada!” El ánimo sirvió para hacerle continuar, ignorando las futuras estupideces que salieran de la tonta boca de Elion.Estaba inquebrantable ahora mismo. No se pondría a discutir una segunda v
El príncipe por otro lado, estaba impresionado por la audacia de Louise al entregarle ese libro de niños de primaria. Sin embargo, una vez que miró por varios minutos su rosto disgustado y enojado, prefirió no seguir molestando. Porque eso es lo que venía haciendo todo este momento.¿Qué más tenía que decir para hacerle saber que no estaba interesado en nada de esto de la realeza? Entendía sus intenciones, todo ese gran discurso acerca de aceptar ser un príncipe había sido impresionante… Pero no sabía cómo explicarle que no podía simplemente aceptar ser algo que todos habían odiado que fuera.Tampoco es como si fuera a contarle la historia de su vida a esta mujer que no conocía de nada. Y que, además, parecía cogerle manía con cada segundo que pasaban juntos.Pero, con lo poco que había avistado de Louise Roose
¿Cómo podía contarle a alguien todo lo que estaba pasando, si se moriría de angustia al pensar que algo terrible sucedería si lo hacía? ¿Cómo podía hacerle saber a Dóminic que estaba bien cuando ni siquiera podía decirlo sin que su garganta se apretara horriblemente?Estaba atrapada en el mismo mundo que ella misma había creado. Uno correcto, justo y con todas las cosas ordenadas a la perfección como tanto le gustaba. Pero en un solo instante, poco a poco se derrumbaba todo aquello que le producía tranquilidad. La tranquilidad que le recordaba que nada, ni nadie, podían ahogarla.Sin embargo, ahora se encontraba en las manos de un hombre poderoso que siempre la tuvo encadenada; y ella, totalmente ilusa y enfocada en sus asuntos, evadió cualquier señal de peligro.Pensando que era totalmente libre.Pensando que el camino que
—Les tengo una maravillosa noticia… Tal vez pronto podamos continuar con el programa de tutoría. —Sonrió orgullosa. —Hablé con el Congreso de Gestión General y les pareció perfecto. Ahora… sólo tenemos que esperar unos cuantos días hasta que nos den una respuesta definitiva.—O-oh, oh… —Suzanne, chica morena de estatura promedio le miró y balbuceó sin saber qué decir. A su lado miró a Opia, su otra ayudante que parecía otra pueblerina de Reinmen más. Cabello oscuro, piel ligeramente blanca y con unas bonitas pecas en su rostro. —M-mira…—¿Eh? —Gesticuló, mirándolas bastante confundida por la poca emoción que recibió. Opia se le acercó y sonrió abiertamente. —Eso es muy emocionante, pero…Las palabras se quedaron en el aire,
¿Ah? ¡Eso era increíblemente grosero! Refunfuñó y chasqueó su lengua bastante alterada. “Louise” Pronunció su nombre y acaparó toda su atención, aunque frunció el ceño.Odiaba que le llamase por su nombre.—¿Qué sentido tiene ir tras esa sirvienta cuando, a lo mejor, sólo te dirá que quería verme? Se veía bastante emocionada cuando me vio la cara.Se encogió de hombros, acercándose a ella. —Estás para seguirme de cerca, escribir en tu carpeta tonta lo incompetente que soy y quien sabe que más cosas. —Volvió su cabeza hacia un lado para reír corto. —Es raro que te importe.De vuelta, ella le respondió. Balbuceando incoherencias primero, hasta que se repuso en su propio sitio, con los nervios a flor de piel. —El problema aquí es, ¿por qu&
Esta era la primera vez que llevaban una conversación por el buen camino.Louise siquiera estaba al tanto de ese pequeño detalle, fuertemente atraída por las opiniones de Elion acerca de la política de las jerarquías, con las cuales no estaba familiarizado en realidad. Aún seguía quejándose acerca de la informalidad, y las palabras tan… redundantes que usaba eran un problema, sin embargo, le dejó continuar tanto como deseaba.A veces, ella se perdía cuando comenzaba a hablar.En un principio, porque estaba fascinada y confundida por su cambio. Hacía unos días atrás que no podía soportar el estrés que le producía verle la cara, o siquiera tenerle cerca.Pero ahí se encontraban. Discutiendo amenamente mientras, en su interior, Louise le analizaba. Observando cada uno de sus ademanes al elevar su tono, o cuando evitaba su mirada.
—Me parece que todo esto ha sido un simple malentendido… ¿No lo crees, Louise? —Ella no le respondió, pero sí le miró. Con una incertidumbre desvaneciéndose en su pasmada mirada. —Está bien que hayan querido hablar con la señorita Louise, pero debieron haber esperado como ella les explicó. Esa sonrisa amable, lejos de ser una burla transformó a las dos sirvientas en un manojo de sonrojos y ademanes nerviosos. Recogiendo mechones de sus cabellos alborotados y poniéndolos detrás de sus orejas entre risitas. Suzanne se retorcía de la emoción en su propio sitio, mientras que Opia lucía bastante afectada por la magnificencia que desprendía el tercer príncipe. Mientras, Louise se encontró lejos de la conversación que llevó a Elion sonreír ante las dos chicas. Conversando, sin sonar como el imbécil bromista que conocía. Su léxico sonando muy diferente a cómo hablaba con ella, lanzándole miraditas de vez en cuando como si se estuviera burlando de Louise. ¡¿Pe