El príncipe por otro lado, estaba impresionado por la audacia de Louise al entregarle ese libro de niños de primaria. Sin embargo, una vez que miró por varios minutos su rosto disgustado y enojado, prefirió no seguir molestando. Porque eso es lo que venía haciendo todo este momento.
¿Qué más tenía que decir para hacerle saber que no estaba interesado en nada de esto de la realeza? Entendía sus intenciones, todo ese gran discurso acerca de aceptar ser un príncipe había sido impresionante… Pero no sabía cómo explicarle que no podía simplemente aceptar ser algo que todos habían odiado que fuera.
Tampoco es como si fuera a contarle la historia de su vida a esta mujer que no conocía de nada. Y que, además, parecía cogerle manía con cada segundo que pasaban juntos.
Pero, con lo poco que había avistado de Louise Roose
¿Cómo podía contarle a alguien todo lo que estaba pasando, si se moriría de angustia al pensar que algo terrible sucedería si lo hacía? ¿Cómo podía hacerle saber a Dóminic que estaba bien cuando ni siquiera podía decirlo sin que su garganta se apretara horriblemente?Estaba atrapada en el mismo mundo que ella misma había creado. Uno correcto, justo y con todas las cosas ordenadas a la perfección como tanto le gustaba. Pero en un solo instante, poco a poco se derrumbaba todo aquello que le producía tranquilidad. La tranquilidad que le recordaba que nada, ni nadie, podían ahogarla.Sin embargo, ahora se encontraba en las manos de un hombre poderoso que siempre la tuvo encadenada; y ella, totalmente ilusa y enfocada en sus asuntos, evadió cualquier señal de peligro.Pensando que era totalmente libre.Pensando que el camino que
—Les tengo una maravillosa noticia… Tal vez pronto podamos continuar con el programa de tutoría. —Sonrió orgullosa. —Hablé con el Congreso de Gestión General y les pareció perfecto. Ahora… sólo tenemos que esperar unos cuantos días hasta que nos den una respuesta definitiva.—O-oh, oh… —Suzanne, chica morena de estatura promedio le miró y balbuceó sin saber qué decir. A su lado miró a Opia, su otra ayudante que parecía otra pueblerina de Reinmen más. Cabello oscuro, piel ligeramente blanca y con unas bonitas pecas en su rostro. —M-mira…—¿Eh? —Gesticuló, mirándolas bastante confundida por la poca emoción que recibió. Opia se le acercó y sonrió abiertamente. —Eso es muy emocionante, pero…Las palabras se quedaron en el aire,
¿Ah? ¡Eso era increíblemente grosero! Refunfuñó y chasqueó su lengua bastante alterada. “Louise” Pronunció su nombre y acaparó toda su atención, aunque frunció el ceño.Odiaba que le llamase por su nombre.—¿Qué sentido tiene ir tras esa sirvienta cuando, a lo mejor, sólo te dirá que quería verme? Se veía bastante emocionada cuando me vio la cara.Se encogió de hombros, acercándose a ella. —Estás para seguirme de cerca, escribir en tu carpeta tonta lo incompetente que soy y quien sabe que más cosas. —Volvió su cabeza hacia un lado para reír corto. —Es raro que te importe.De vuelta, ella le respondió. Balbuceando incoherencias primero, hasta que se repuso en su propio sitio, con los nervios a flor de piel. —El problema aquí es, ¿por qu&
Esta era la primera vez que llevaban una conversación por el buen camino.Louise siquiera estaba al tanto de ese pequeño detalle, fuertemente atraída por las opiniones de Elion acerca de la política de las jerarquías, con las cuales no estaba familiarizado en realidad. Aún seguía quejándose acerca de la informalidad, y las palabras tan… redundantes que usaba eran un problema, sin embargo, le dejó continuar tanto como deseaba.A veces, ella se perdía cuando comenzaba a hablar.En un principio, porque estaba fascinada y confundida por su cambio. Hacía unos días atrás que no podía soportar el estrés que le producía verle la cara, o siquiera tenerle cerca.Pero ahí se encontraban. Discutiendo amenamente mientras, en su interior, Louise le analizaba. Observando cada uno de sus ademanes al elevar su tono, o cuando evitaba su mirada.
—Me parece que todo esto ha sido un simple malentendido… ¿No lo crees, Louise? —Ella no le respondió, pero sí le miró. Con una incertidumbre desvaneciéndose en su pasmada mirada. —Está bien que hayan querido hablar con la señorita Louise, pero debieron haber esperado como ella les explicó. Esa sonrisa amable, lejos de ser una burla transformó a las dos sirvientas en un manojo de sonrojos y ademanes nerviosos. Recogiendo mechones de sus cabellos alborotados y poniéndolos detrás de sus orejas entre risitas. Suzanne se retorcía de la emoción en su propio sitio, mientras que Opia lucía bastante afectada por la magnificencia que desprendía el tercer príncipe. Mientras, Louise se encontró lejos de la conversación que llevó a Elion sonreír ante las dos chicas. Conversando, sin sonar como el imbécil bromista que conocía. Su léxico sonando muy diferente a cómo hablaba con ella, lanzándole miraditas de vez en cuando como si se estuviera burlando de Louise. ¡¿Pe
Miró la figura de Caterina desaparecer entre los árboles y el mar de flores del que estaban rodeadas. Justo por el camino donde le había seguido. Justo con un nubarrón gris que se volvía cada vez más oscuro con el paso de los minutos, frustrando completamente su plan de encontrar calma. Su mirada se perdió entre la tierra, y luego la dirigió por el mismo camino. Las palabras se habían quedado mudas en su boca, incapaz de reconocer la forma en que Caterina le había proclamado. Era la primera vez en tanto tiempo que alguien le llamaba “amiga”. O al menos, decirle con certeza que serían buenas amigas en un futuro cercano. Sabía que su amistad con Dóminic era tan pura que ni siquiera se recordaban a cada rato lo unidos que era. Sin embargo, Louise jamás tuvo una amistad con otra chica debido a la extraña tendencia a asociarla con una ambición por los príncipes, por ser “aterradora” o porque simplemente, no se veía tan amigable a la vista. A
De la nada, estaba en el baño. Echándose agua en la cara en una forma de despertar de toda esta pesadilla que estaba durando más de lo esperado. Siquiera le importó arruinar lo poco de maquillaje que llevaba encima al restregar su piel con fuerza. Golpeando ligeramente sus mejillas mientras miraba su reflejo.“¿Qué me pasa?” Louise había perdido el uso de la razón. Notaba que al estar cerca de Elion, tenía la ligera sensación de que algo en ella cambiaba. Y no era coincidencia que este tipo estuviera sacando lo peor de ella. Lo imperfecto. Borrando todo el esfuerzo que había puesto para ser quien era ahora.“Rumores entre nosotros” Susurró. Eso sería el colmo, pero lo veía con grandes probabilidades. Lo más gracioso de todo es que ella no le buscaba, sino que él venía por su propia cuenta cuando debería
Poco a poco, la venda en sus ojos comenzaba a caerse. Y con eso, las probabilidades de que todo se volviera difícil se hacían más grandes.—Entonces… ¿Si eres una institutriz y no una espía? —Louise se mostró indiferente, pero el remordimiento le provocó un retorcijón. —Soy una institutriz.Todo esto podía volverse en su contra.—¿Ahora entiendes por qué no quiero ser un maldito príncipe?En lugar de confiar en una sola persona, estaba desconfiando de todos.—Hey, Louise.La pelinegra regresó al mundo real, encontrándose con un consternado príncipe de cabellos castaños que le veía con preocupación.—No sé qué esté pasando por tu cabeza en este momento, pero quiero que sepas que yo jamás haría