—¿Y cuánto crees que eso tarde? Digo, no es que me urja porque el dolor de cabeza es tuyo y no mío.
—¡Argh! Ya voy, ya voy. Te pareces a mi madre regañándome.
Me levanté para tomar la pequeña toalla rosada con la cual limpiaba la pantalla del computador, la doblé en tres partes y humedecí en el lavamanos del baño. No tenía la menor idea de cómo eso me ayudaría, pero por alguna extraña razón confiaba en ese hombre.
Regresé a la habitación para volver a recostarme. En el teléfono seguía corriendo el tiempo de la llamada y me sorprendía que siendo las cuatro de la mañana él todavía no dormía.
—Listo, ya estoy de nuevo recostada y con la toalla sobre mi cabeza—. Informé.
—Muy bien, siendo así entonces me despido porque, aclaro, yo sí soy educado. Ten excelente noche Julieta.
—¿Ya? No fue tan difícil, pensé que ahora me pedirías ir a buscar sexo como un buen generador de endorfinas.
—¡Ja! Si no pudiste conseguirlo en horas que te perdiste por la Ciudad menos lo lograrás en minutos. Sí es buen productor de endorfinas y, por consiguiente, aliviará el dolor, eres una psicóloga muy sabia.
Aunque todavía fuera una simple estudiante a la cual le faltaba la mitad de la carrera, el perfil de Blind-date mencionaba 25 años así que tuve que decirle a Marqués que ya era egresada y trabajaba en una Clínica, ahorrándome el decirle cual.
—¡Obviamente lo sé! Y conociéndote pensé que tu solución tendría que ver con algo así. Mi alma respira tranquila.
Volvió a reír y mi cuerpo parecía encenderse, el dolor bajaba un poco y sin darme cuenta, mi mano derecha ya se encontraba sobre mi pecho, masajeándolo con delicadeza. Intenté no mostrar rastros de nada, incluso quise evitarlo, pero algo en mí me pedía continuar.
—¡No, no! Necesito algo más esto no está ayudando en nada, de verdad—. Chillé.
—Creo que tengo otro pequeño tip que podría serte útil, solo se trata de que coloques tu cabeza en la orilla de la cama y la dejes colgar un poco, solo intenta no matarte.
Estiré mi brazo hasta la mesa de noche donde tenía los auriculares, me moví lentamente siguiendo sus instrucciones, pero lo hice con reservas, pensando que tampoco serviría de nada así que decidí solo intentarlo y ya.
—¡Es horrible! No sé qué estaba pensando cuando decidí tomar esa botella de vodka, soy una completa estúpida.
—Todos los seres humanos lo somos en algún momento de nuestras vidas, aunque tú ya llevas dos a tan corta edad. A los veinticinco yo ya sabía que los reyes magos no existían y dejé de buscar a las princesas de los cuentos porque esas, lamentablemente y contrariando todo en lo que crees, no existen, Julieta; nadie en esta vida busca en realidad ser salvado.
—A veces no todos tenemos la fortuna de entender de los tropiezos, ¿sabías? Me alegra que tú sí.
Hubo un silencio incómodo por unos cuántos minutos, no dije nada, pero de pronto sentí una necesidad de seguir escuchando su voz, su respiración, algo de él que me permitiera terminar con el delirio.
—Y así es como dejas callado a un cabrón—. Reí tras sentir mayor alivio del dolor de cabeza.
—¡Jaaaaa! Es algo que quisieras conseguir, pero no, solo estoy esperando que la niña se quede dormida para colgar la llamada e ir a esa hotline a la que acudo normalmente a estas horas. Así que ¿ya mejor?
Esas palabras habían provocado un vuelco en mi corazón, sentí rabia corriendo por mis venas sin entender de dónde demonios venía aquello. Dos baldes de agua fría en una noche y yo sintiendo que todo en la vida valía madres... Y literalmente lo expresé.
—Sade, de verdad, vales para pura madre. Adiós.
Colgué sin darle tiempo a decir algo, sin siquiera esperar una explicación porque de verdad lo había dicho de una forma tan creíble. No quería que nadie desestabilizara de nuevo mi ser, pero con él era imposible y nada podría ser igual a antes de conocerlo porque, simplemente, no lo deseaba.
El teléfono timbró varias veces, las mismas veces que lo ignoré. Después vino el tono de mensaje.
"¿Puedes dejar de ser una niña caprichosa y berrinchuda, por amor de Dios? Quizás sea mucho pedirte porque claramente no estás acostumbrada a ello. Ahora bien, sé que has tenido una muy mala noche y resulta triste y trágico, pero los demás mortales no tenemos la culpa de que te hayas cruzado con un verdadero cabrón. Dicho lo anterior, te volveré a marcar y si no respondes me daré por enterado de que no te interesa hablar conmigo por hoy." –Marqués de Sade.
En cuanto terminé de leer vi su nombre de nuevo en la pantalla del celular.
Lo pensé demasiado y llegué a la conclusión de ¿por qué tendría yo que responder? Así que cuando dejó de sonar cliqueé el botón verde de remarcar; solo tardó cinco segundos en responder.
—Dos cosas: una, no me digas tus asquerosos planes y dos, no me subestimes, estimado Marqués.
—Una simple cosa, Julieta, todo lo que digo no siempre es verdad. En fin, como sea.
De nuevo el silencio incómodo reinó y de pronto su respiración como si estuviera molesto por lo anterior, por mi arranque de celos del cual esperaba no tuviera ni la menor idea.
—Ya que no hablarás y puesto que me pediste no te avise de mis sucias intenciones, me retiro. Cuídate y descansa—. Se escuchaba agitado, al parecer había hablado enserio.
Por alguna extraña y desconocida razón sentí la necesidad de retenerlo, de que se quedara y siguiera hablando. Hoy más que nunca sentí algo en mi vientre pidiendo salir. Quizás el alcohol, puede que mi Aitana pervertida saliera a flote por primera vez o ambas cosas mezcladas, pero no lo dejaría irse.
—¿Y por qué sientes atracción hacia esas mujeres que no conoces más que por voz? Digo, si yo me lo propusiera podría hacer que te vinieras mejor que con cualquiera de ellas—. Un tono sensual salió, uno del que jamás me percaté poseía.
Lo escuché carraspear antes de responder. Sentí una sonrisa formándose en mi cara.
—Tú no eres así, te conozco Julieta y sé que no eres capaz de siquiera hablar tan pervertida como llego a requerirlo. Sé que yo puedo hacerlo mejor que tú y sería sumamente triste que te ponga en ridículo.
Esto se convertía en un reto para mí y me excitaba la idea de saber qué tan lejos podría llegar en este juego.
Relajé mi cuerpo y el dolor casi había desaparecido así que no significaría tan mala idea. Después de todo llevaba varias noches imaginando cómo se sentiría que él me tocara, ahora la voz ayudaría mucho.
—¿Quieres probar que aprendo rápido?
Lo escuché resoplar, pero la manera en que lo hizo provocó que mi cuerpo se estremeciera, parecía más una declaración de que lo intentaría, que se dejaría llevar por aquello que yo quería y seguro él también desde el momento en que nos conocimos.
—¿Qué quieres demostrar con ello, Julieta? Sabes que soy hombre y si esta es una de tus tantas, demasiadas bromas absurdas, solo quiero decirte que no me está gustando.
Con los ojos cerrados pensé dos veces antes de responder, sin embargo, era algo que me atraía, su voz lo hacía sobremanera. Marqués tenía tan seductora voz que no podía resistirme a seguir el camino que mi mano dibujaba entre mis senos bajando por mi estómago y rozando un poco el monte que se cubría con las bragas.
Quizás el exceso de alcohol en mi sistema en combinación con un toque de lujuria que él implantaba en mi cabeza con sus palabras, habían surtido efecto después de tantos años platicando y cortando la llamada cuando sabía él ya comenzaba a tocarse pensando en mí. Quería impedirlo, quería tener una simple razón para colgar como tantas veces lo hice, pero me fue imposible. Entonces Aitana se poseyó por algo que nunca experimenté.
—¿Alguna vez jugaste a los quemados? En ese juego no debías permitir que te tocara la pelota que otros te arrojaban. Pues digamos que si tú y yo jugáramos, dejaría que la pelota me tocara las veces que quisiera, supongo contigo sería divertido.
Un sonido ronco sonó en el auricular, había carraspeado de nuevo.
—Bien, si la niña quiere jugar a los quemados, ¿qué tanto dejarás que esto arda, Julieta?
—Lo suficiente como para disfrutarlo... más de una vez.
"No existe mujer más sensual, que la que tiene cara tierna con una mente perversa.” –Frida Kahlo. ° ° ° Desbloquee el celular solo para buscar en la galería de fotografías algunas que había guardado deliberada y libidinosamente, esas donde su cuerpo se ceñía a la perfección dentro de un traje sastre negro, e incluso aquellas donde seguía sus rutinas de gimnasio. Las imágenes solo mostraban torsos desnudos, espaldas torneadas, trajes que se veían como de portada porque el hombre que los modelaba era un manjar andante, pero sin rastro alguno de su aspecto facial, algo que me dijera cómo imaginarme a lo que ahora podría catalogar como mi hombre ideal. Desde que conocí a Marqués y tras stalkearlo a detalle, jamás encontré fotos que me permitieran conocer algo más que no fuera su cuerpo ni cabello ni ojos y mucho menos su boca, no había nada de su cara, llegué a pensar que era bastante feo o por lo menos recíproco
Abrí el archivo sintiendo el corazón al mil por hora mientras se cargaba hasta dejar ver unos ojos aceitunados, de esos que parecen combinación entre verdes y miel. Los observé detenidamente solo para darme cuenta que tenían un poder de atracción tal que provocaban erecciones en mi piel, era como si su mirada estuviera fija en mí sabiendo que lo comía de pies a... pecho o hasta donde me era permitido mirar; sinceramente ningún otro hombre llegó a causar lo que él en mí, nadie, ni mi ex novio, llegaron a estimular tanto mi mente nada sana y demasiado pecaminosa. Nadie me acercó tan peligrosamente a la línea de fuego que estaba a punto de cruzar.—Esos son mis ojos, Julieta, los que me encantaría que vieras mientras juego en la parte baja de tu cuerpo, mientras lamo cada rincón de tu vagina una y otra vez.Hay veces que logro de manera efectiva el persuad
"La amistad es más difícil y más rara que el amor. Por eso hay que salvarla como sea."-Alberto Moravia ° ° ° —¡Por fin, ya era hora que salieras del baño! —Mencionó Sandy mientras me entregaba las comandas. La verdad era que había pasado casi media hora acomodando la falda blanca para que no se subiera mucho de la parte trasera, así como la blusa rosada que al abotonarse al nivel del busto tendía a sobresaltar como si fuera a abrirse. Era sumamente frustrante lidiar con un cuerpo que había sido suficientemente modificado por la naturaleza durante mi adolescencia. Cualquiera podría sentirse bendecida por ello, en cambio yo solo deseaba ser lo más similar a una tabla, al menos no tendría que preocuparme por las miraditas que a veces me dirigían. Acomodé mi vestimenta lo mejor que pude sin conseguir un gran cambio. Bufé al verme al espejo mientras salía del tocador. Tomé el mandil que se en
"Muchas gracias, también te deseo excelente fin de semana. Nos escuchamos o escribimos más tarde."–Julieta. Un mensaje más de Mariel me sorprendió. Habíamos estado saliendo demasiado estas semanas, al parecer ni ella ni Bruno dejarían que una posible depresión me hiciera cometer tonterías o alguna estupidez e increíblemente se los agradecía porque me conocían bien. "Danaeli volvió de su intercambio y me sorprendió verla tan cambiada y feliz, pero sé que algo falta así que ¿Qué te parece que hoy haya una noche de chicas? Creo que lo necesitamos, necesitan perdonarse por todo lo que sucedió antes. Éramos mejores amigas ¿recuerdas? El trío atómico, sé que lo somos también con Bruno, pero jamás será lo mismo. Te espero en mi casa hoy, por favor."–Mariel. "Sabes que yo nunca quise... ella también era mi mejor amiga y sé que debo resolver la situación, solo espero que esta vez me acepte la disculpa
—No sé tú, Mari, pero yo quiero saber por qué Tani se sonrojó cuando escuchó el teléfono y más con la canción deTouch it. Demasiadas preguntas y mi cerebro intentando carburar la posible excusa que daría. En algún momento imaginé a mi cerebro buscando, buscando y trabándose por buscar información que sonara congruente. —¡Vamos, no te diremos nada! Al contrario, creo que nos alegra que estés dándote una oportunidad. Dana resultaba ser siempre la más insistente en todo el planeta y si quería, ella misma tomaría una laptop y me descubriría. —Bueno, está bien, si les cuento prometen que no le dirán a nadie, porque este es el primer código amarillo que utilizaré en mi vida. Dana elevó la ceja izquierda al escucharme y puso su cara de pervertida, Mariel solo me sonrió curiosa por saber. El código amarillo significaba que lo que se decía en la habitación ahí se quedaba, excepto si la vida o integridad de alguna corría peligro,
"Cuando dos locuras se encuentran, la vida sonríe."–Danns Vega. ° ° ° "Espero hayas pensado en mí toda la noche y no lo digo por el maravilloso sexo telefónico que tuvimos por la madrugada, sino porque tus gemidos me hicieron ver que exploraste tu cuerpo de una mejor manera. Eso me es reconfortante ¿sabes? Yo disfruté imaginándote en tantas posiciones que, sinceramente, no he experimentado. Ten una linda mañana y nos leemos más tarde."–Sade. Un nuevo mensaje llegó mientras iniciaba mi jornada laboral y puso mi ser completo a temblar. Coloqué los adornos sobre la barra pausando mis actividades momentáneamente. Me recargué por un minuto sobre ella imaginando su voz diciendo las palabras plasmadas en la pantalla. Una pequeña risa salió de mi boca, mordí mi labio inferior recordando lo que había pasado horas antes y todo gracias a que mi hermana no durmió en casa. No
"Existen deseos inconfesables, excitantes y jodidamente eróticos. Tú, por ejemplo."–David Sant. ° ° ° Una vez en casa no dejé de ver aquel papel, el mismo que no me decidí a meter en los papeles que debería revisar Sandy para llevar las cuentas. —Aitana, una pregunta—, como si la hubiese llamado con el pensamiento, mi hermana entró en mi habitación con computadora en mano—. Creo que hace falta una comanda, no me cuadran las cuentas del día. Se sentó en la cama a un lado de mí y yo solo hondeé ese papelito amarillo. —¿Por qué no lo pusiste? —Porque me da pena que nuestro papá vea esto—. Respondí. No tardó mucho en entender y reír al igual que Dana lo había hecho durante la tarde, incluso bromeó al respecto y yo solo me sentía rara. —Mi padre es tan inocente que sabes bien no lo entendería; ahora que si lo quieres conservar como recuerdo, pues no me opongo. Vi de nu
—¿Qué dicen si hoy vamos a buscar nuestros atuendos para la noche y comprar lo que haga falta? —Preguntó Mariel. Ella, Danae y yo desayunábamos en una de las mesas de la cafetería. Arione había preparado algunos emparedados para todas y un delicioso licuado de fresa con chocolate. Ya habían pasado los dos días de plazo y no podía con mis nervios. —Pero tengo que trabajar y no puedo desatender el lugar—. Y mi consciencia no me dejaría tranquila. «¿A quién quieres engañar? No podrías con la desesperación de saber lo que te depara como sorpresa» —Dijiste que hoy volvían las otras dos chicas de sus vacaciones, podrías dejarlas encargadas y regresar después—. Mencionó Danaeli. —Quizás podría, pero por la tarde ¿les parece? Lo vemos en la tarde y vamos a casa de Mariel a arreglarnos. »Creo que saliendo a las cinco de aquí alcanzamos algún lugar abierto para comprar lo necesario ¿cierto? —Bueno, no podemos negarnos a