Y así llegó la mañana. Byron no había podido dormir apenas y su rostro era un desastre. Escuchó como la puerta se abrió y el mismo lobo que lo había golpeado la noche anterior había vuelto.-¿Estás preparado para una segunda ronda?- se traqueó los dedos con una sonrisa- Los cachorros malos tienen que conocer su lugar y yo orgullosamente estoy dispuesto a enseñárselo-Byron apretó los dientes y miró al lobo con rabia contenida en sus ojos. Y otra vez llegó un nuevo golpe en su estómago al ser levantado por su sucio cabello. Después fue tirado hacia el patio trasero cayendo con un sonido sordo. Se sintió sumamente mareado. Su cabeza latía dolorosamente al igual que el resto de su cuerpo.El lobo se acercó hacia él carcajeándose. Aquello ya no era un castigo. Era una tortura y el tipo lo estaba disfrutando. Byron apretó los dedos en sus manos con impotencia total. El lobo se detuvo delante de él y con la punta de su pie giró el cuerpo de Byron boca arriba por la mejilla.-Eres lindo desp
Byron corría en dirección a su vieja choza casi sin aliento.Dyna, Dyna.Era lo único que cruzaba su mente, sin importarle el dolor que por suerte había mermado gracias a una de las píldoras que aquel lobezno le había regalado. Llegó y corrió la tela de la puerta para escuchar la tos constante del interior. De cierto modo sintió alivio. Su hermana aún estaba viva.Corrió hacia su cama improvisada donde estaba el cuerpo de Dyna hecho una bola, tosiendo a cada respiración.-Dyna- la llamó dejándose caer de rodillas.Al escuchar la voz del mayor, la loba abrió sus ojos y miró en dirección a este. Sus orbes se llenaron de lágrimas y a pesar de la condición de su cuerpo se sentó y lo abrazó. Aunque casi se tiró sobre él, el dolor de su pecho y espalda por toser toda la noche era casi insoportable y no tenía fuerzas.-Hermano… volviste… estaba… preocupada- jadeaba y casi se quedó sin aliento al terminar de decir esas palabras. Otro ataque de tos la atacó.-Tranquila, primero respira- le pas
¿Pero qué demonios?A Byron casi se le quiso salir el corazón del pecho. Ese era Mathew, el mismo Mathew que le había dado dinero y medicamentos. Bueno, el único Mathew que conocía.¿Pero cómo era que había sido secuestrado?Se acordaba perfectamente de él a pesar de estar en un estado demacrado en su pasado encuentro. El lobo podía ser solo un poco mayor que él como cachorro, pero era realmente fuerte. Él chasqueó los dientes.-Hermano- Dyna se preocupó por la expresión sombría que estaba poniendo en su rostro y con la fuerza que apretaba su mano.Ante esto el lobo mayor reaccionó y besó los dedos arrugados de su hermana.-Lo siento Dyna- se disculpó arrepentido por no haber medido su fuerza y lastimarla.La cachorra negó con la cabeza y giró su rostro hacia donde se habían ido aquellos lobos.-Puedes ir a salvarlo. Estaré bien- apretó los labios- Hermano, ten cuidado-Byron la miró con sorpresa en su rostro. Dyna sonrió.-Me puedo imaginar lo que estás pensando. Hemos vivido juntos
Byron abrió los ojos, pestañeando lentamente. Ya había amanecido y todavía estaba cansado. Pero quizás menos que otras veces. Había tenido una deliciosa cena, como hacía tiempo no disfrutaba. Pero lo que más le aliviaba es que su hermana había tenido solo un ataque leve de tos que se había calmado rápido y no la había agotado o desgastado como siempre. Ahora ella dormía con un rostro tranquilo contra él.Verificó que durmiera cómodamente profundamente enterrada en su pecho hecho una bolita. Le acarició el cabello y sonrió. Dyna durmiendo era lo más bonito que había en la vida. Se inclinó y besó su frente. Tampoco tenía fiebre. Eso era bueno.Se levantó con cuidado y la tapó hasta el cuello asegurándose de mantenerla lo más caliente posible, para salir hacia la parte trasera de la choza sin hacer ruido. Estiró los brazos hacia arriba con satisfacción.No había visto a Mathew en la esquina en donde había insistido en quedarse para meditar. Alegaba que no podía quitarle la cama a alguien
Mathew se apretaba el puente de la nariz sentado detrás de una mesa llena de papeles. Era temprano en la mañana y lo menos que quería era tener más quejas de las que ya tenía que atender.Delante de él, sentado sobre sus rodillas y la cabeza gacha estaba Byron. Sus manos estaban tan apretadas en su regazo que estaban blancas a pesar de las heridas en sus dedos. Pero no solo ahí. Su rostro tenía moretones, al igual que el resto de su cuerpo. Y sin contar que su ropa y cabello eran un desastre. A su lado, también con un ojo morado y no mucho mejor estaba un guardia que no cerraba la boca de una buena vez.-…y el muy imbécil me golpeó solo porque le vino en gana- casi gritaba para que fuera escuchado por cualquiera que pasara por allí.Byron no decía nada, ni siquiera respondía las provocaciones e insultos. No quería avergonzarse aún más delante de Mathew. ¿Qué pensaría de esto?-Basta- soltó Mathew levantándose de su asiento y caminando hacia ellos.-Pero joven señor de la manada, esto
Mathew llevó un bocado pequeño a su boca. Esa noche no tenía mucha hambre, pero estaba junto a su familia. Su padre esa noche había tenido tiempo para pasarla con ellos así que no debía ser descortés. A un lado del alfa, estaba su madre, una hermosa y delicada loba de la cual no debías dejarte llevar por su apariencia. De delicado solo tenía su aspecto. Solo alguien como ella podía soportar a su padre.Después estaba Mirian. La primera hija de Domec con su primera y fallecida esposa. Podían ser medios hermanos, pero ellos se llevaban bastante bien. Mirian lo había cuidado cuando sus padres no podían aun cuando solo se llevaban 4 años. Como segundo hijo estaba él. El primer retoñó de la pareja y del que se sentían orgullosos y por último su hermano menor. Selem, un pequeño cachorro de 9 años tan hermoso como su madre y de mejillas redonditas.No eran la familia perfecta, pero al menos si eran felices, en lo que el tiempo les permitía.-Tengo algo que anunciarles- Domec dejó su comida p
Una vez que Mathew cubrió su mano con una venda y un guardia vino a limpiar el desastre ella salió del estudio y se sentó en uno de los tantos jardines de la manada. Miró al cielo, ese día estaba un poco nublado. Era probable que lloviera.Se preguntó que estaría haciendo Byron en ese momento y se dio cuenta que era la primera vez que se hacía esa pregunta desde que habían llegado a la manada. Suspiró y se restregó los ojos ligeramente hinchados. No le gustaba sentirse así. Quería a Byron a su lado.De pronto un brazo pasó por encima de sus hombros y su cuerpo se estremeció. Intentó levantarse, pero el miembro era pesado y la mantuvo en su lugar.-¿Qué le ocurre a esta pequeña lobita perdida?- uno de los miembros de la manada del cual no se acordó el nombre se sentó junto a ella.Al momento Dyna se sintió incómoda sobre todo con la cercanía, no le gustaba para nada. A los únicos a los que le permitía que la tocaran eran Mathew, el doctor y su hermano, sobre todo el último.-Déjame- le
Byron huyó de su hermana por no sabía que vez. No podía enfrentarse a ella, no cuando su cuerpo estaba caliente y deseando devorarse a Dyna de arriba abajo. Deseaba besarle los labios, tenerla entre sus brazos y apretarla hasta que recordara una y otra vez la forma de su cuerpo.Se golpeó mentalmente. Debía eliminar esos pensamientos de su cabeza. Nunca pensó que a esa altura de su vida tuviera otra cosa que enfocarse que no fuera su entrenamiento y la salud de su hermana. Se detuvo de golpe.La salud de su hermana.Dyna lo estaba haciendo bien, pero eso no quitaba que estuviera delicada, sobre todo en las noches. No era tan grave como antes, pero aun así nunca se le quitaba la preocupación. Tuvo ganas de dar la vuelta y preguntarle si estaba durmiendo en las noches, si le dolía algo.Pero eso significaba encararla, y en su estado actual no era como que pudiera hacerlo. Siguió caminando rápido al único lugar donde sabía que podía despejar su mente. La cascada de la manada. La frialda