De repente, sus ojos se iluminaron y una agradable sonrisa floreció en su rostro que solía ser serio.Seguí su mirada.Una ancianita, con un vestido de novia blanco, estaba en la puerta del probador, con el pelo blanco meticulosamente peinado.Era la protagonista del álbum.Se tomaban de la mano, mirándose con afecto.¡Bruum!El cielo oscuro empezó a tronar y llover.No llevaba paraguas y estaba lamentablemente allí de pie bajo el alero.Un empleado salió a recoger el cartel de fuera, me vio y se apresuró a meterme dentro para no mojarme.—Hola, señora, está lloviendo mucho, entra un rato, no te mojes.Mientras tiraba de mí, no se olvidó de promocionar su negocio:—De paso, puedes echar un vistazo a nuestros álbumes, a ver si te inspira a hacerte unas con tu pareja. ¿Sabes? Hay una pareja anciana que viene todos los años a hacerse una sesión nupcial. Como en su época muchas personas no llegaron a tener unas fotos de boda decentes, ahora quieren compensarlo. El amor es tan bonito...Lo
Gabriel llamó a un taxi y llevó con cuidado a Carmen hasta el coche.Yo nunca había experimentado esa atención suya....No me quedé tontamente en la tienda esperando a que Gabriel volviera a por mí.Podía regresar en un taxi sola, no dependía de él.Mi coche llegó a la puerta, y le pedí al conductor que saliera con el paraguas a recogerme, para no empaparme.Cuando te hacías mayor, te podías enfermar con cualquier cosa.Por eso había que cuidarse más.Gabriel volvió a casa más de dos horas después.Nada más entrar me gritó con cara de mala leche: —Mónica, ¿no te dije que esperaras en la tienda? ¡Me empapé entero por volver a recogerte!—¿Qué camino tan largo te hizo tardar más de dos horas? —pregunté retóricamente, dejando en la mesa el té que acababa de servirme.No supo qué responder, y no insistió en el tema.—Lleva la ropa a lavar y tráeme una limpia.Fue entonces cuando vi que estaba medio mojado y que tenía el pelo mojado y pegado a un lado de la cara.Gabriel arrojó a mis pies
Gabriel ni aceptó mi educada propuesta de divorcio ni la rechazó.Se negaba a comunicarse conmigo y estábamos en una “guerra fría”.Probablemente por haberse mojado con la lluvia ese día, y además de tener una edad ya, al día siguiente tuvo algo de fiebre.Ya no actuaba como antes, eso de precuparme por él como si fuera un niño ya era cosa del pasado.Cocinaba solo mi ración, iba al parque a pasear un poco después de cenar y de vez en cuando salía de compras con mis amigas.También me puse a mirar pisos, pensando en mudarme en unos días.Dejé de preocuparse por las tareas de casa y era un respiro para mí.Pronto le llegó a mi hijo la noticia de mi intención de divorcio.Él aún estaba en el extranjero y al principio no se lo tomó en serio, solo supuso que se me pasaría la idea en unos días, pero se dio cuenta de que no era así cuando la fiebre de Gabriel empeoró y los vecinos tuvieron que llamar a una ambulancia porque yo en ese momento estaba en mi paseo.Mi hijo volvió corriendo del e
Allá por la noche, Juan regresó con Gabriel, quien ya estaba sin fiebre, pero se veía pálido y desanimado.Juan aún me guardaba rencor por haberle abofeteado, por eso no me dirigió palabra.Solo mi nuera me saludó y mi nieta corrió hacia mí y me llamó dulcemente.—Abuela, no te separes del abuelo, quiero que seamos felices juntos como una familia.Me soprprendió que le contaran estas cosas a la niña.Acariciando suavemente sus suaves mejillas, le contesté con una sonrisa:—Aunque me separe del abuelo, iré a verte a menudo.Juan gruñó desde un lado.Gabriel no pudo evitar apretar los dientes y preguntar: —¿Por qué insistes en el divorcio?Mi nuera vio tal escena y se llevó la niña a su habitación.Sin la niña presente, no tuve que preocuparme por hablar de ello:—Ya que todos estamos aquí, hablemos del divorcio.Gabriel tenía el ceño fruncido, probablemente incapaz de entender por qué me aferraba a esto; a sus ojos, él no había hecho nada incorrecto.Mi hijo me increpó enfadado: —Mamá,
La vecina, María, que tenía más o menos mi edad, abrió la puerta, y dijo con voz alta:—Que te den por culo, que no estamos condenados a morir con sesenta, ¡que sin escuchar a gente como tú podemos llegar hasta los ochenta sin problema!—Y tienes el descaro de gritar aquí, ¡qué vergüenza, por favor!María era buena discutiendo.A Juan se le atragantaron las palabras en la garganta y, viendo que no podía replicarle, se escabulló....Pasaron treinta días en un abrir y cerrar de ojos, y Gabriel y yo fuimos a la Oficina de Asuntos Civiles a por el certificado de divorcio.En cuanto recibí esa hoja, me sentí más relajada que nunca.El peso de la mayor parte de mi vida se me había quitado por completo en este momento.Gabriel, en cambio, no estaba tan contento como yo pensaba.Tenía un aspecto sombrío y no podía ocultar el cansancio de su rostro.Tenía la hoja del divorcio en la mano y me miraba con intención de decir algo.—Gaby.Alguien no muy lejos le llamó.Era Carmen.Esperaba allí a p
La escena del día en la Oficina de Asuntos Civiles fue grabado por alguien y lo publicó en Internet.A mí me taparon la cara, pero los rostros de Garbiel y Carmen se revelaron claramente.“¿Qué clase de amor es este? ¡Solo la pareja de un infiel y una zorra!”.“Varias personas fueron testigos de aquel día, el viejo se divorció de su esposa y la amante fue tan descarada que vino a restregar su victoria, ¡me dejó flipado!”.El tema fue comentado por muchos en Internet y la tienda de novias fue acusada de promover el amor inmoral y tuvo que salir a aclarar las cosas.Decían que solo se encargaban de hacer las fotos, a juzgar por su constancia durante 20 años, no dudaron de que estaban casados, ¿quién diría que fueron a espaldas de la esposa legal?Al enterarse de esa parte, los comentarios en las redes se volvieron más agresivos:“Este viejo era profesor de inglés en nuestra universidad, un tipo meticuloso en su trabajo, no esperaba que fuera alguien así en su vida privada”.“O sea, ¿le p
Entonces se supo que Carmen le inculcó un concepto erróneo del amor, y no solo tenía la idea de que ser la amante era algo para estar orgulloso, sino que, a su temprana edad, ya empezó a tener novio en las redes.Mi nuera soltó una risa burlona y llamó a Juan para que se diera prisa en volver a casa.—¡Mira cómo ha sido malinfluenciada nuestra hija!Mostró a Juan el historial de chat de la niña con algún chico que conoció en las redes.Mi hijo miraba la pantalla con el ceño cada vez más fruncido.Cuando terminó de verlo, quiso darle una lección a la niña.Esta lloraba y gritaba: —¡Carmen me ha enseñado todo eso, ustedes me dijeron que ella es una persona culta y que hay que escucharla como si fuera una maestra!Juan se sorprendió, sus ojos se dirigieron a Carmen.—Carmen, dejamos la niña en tus manos porque confiamos en ti, con mi madre nunca había pasado algo así.Carmen no supo cómo excusarse, se le notaba la vergüenza.Gabriel dio una palmada fuerte en la mesa, y alzó la voz:—Basta
Al instante, su rostro quedó pálido y estupefacto, el dolor en sus ojos era claramente visible.Incapaz de soportar ver a su padre en ese abatimiento, mi hijo susurró: —Mamá.No dije ni una palabra más y cerré la puerta en silencio para apartarlos de mi mundo.Pasaron tres meses hasta que volví a saber algo de Gabriel.Para entonces ya había aprendido las nociones básicas del inglés y podía defenderme en una conversación normal.Mi hijo me llamó de repente para decirme que Gabriel estaba en el hospital.Se intoxicó por el gas butano.Me explicó que Carmen estaba cocinando, pero tuvieron una disputa, y se les olvidaron apagar el butano.Afortunadamente, un electricista visitaba su casa por algún problema de cables y sacó a los dos de la casa a tiempo.Carmen no estaba muy intoxicada y se despertó poco después del tratamiento.Pero al despertar, parecía ya decepcionada de Gabriel, y sin decir nada, volvió para recoger sus cosas y se marchó.Pidió mi contacto antes de irse, y luego me env