—¿Lo mataste? —pregunta mirándome de arriba a abajo, yo asiento—. ¿Tomaste el arma que no esta inscrita? —pregunta, yo asiento. Alex vuelve a pestañear, como si no pudiera creerlo, pero luego me mira y sonríe, en dos pasos, están sus manos en mi cintura apretándome contra él.
—Tuvimos una conversación y le dije que en el infierno no había espacio para él —digo, él me besa fuerte, con pasión, luego me gira, de modo que mis manos están apoyadas contra el escritorio, con sus manos comienza a subir mi vestido.
—Te ves diabólicamente sexy, y eso que aún no estamos en Halloween —dice con voz ronca en mi oído.
—Te dije que no iba a dejar que nadie te lastimara —digo en un gemido cuando Alex comienza a estimularme, como tan bien él sabe.
—Yo haría lo mismo y má
—Me iré, voy a juntarme con el abogado —dice Alex despidiéndose de mí, coloca una mano en mi cintura y me acerca hacia él para besarme. Yo acepto gustosa, paso mis manos detrás de su cuello y lo acaricio—. Me encanta que hagas eso —dice, yo sonrío y me separo de él.—Lo sé, y a mí me encanta hacerlo también —digo, Alex vuelve a darme un beso.—Quiero que vayas a la empresa, estás a cargo —dice, yo lo miro sorprendida.—¿Quieres que vaya a tu empresa? —pregunto, él asiente.—Bueno, me gusta pensar que es nuestra ahora que somos un equipo —dice, yo niego.—No, bueno, si somos un equipo pero esa es tu empresa, lo entiendo —digo, él me mira.—Estaba pensando que ahora que tendré ambas empresas, no las quiero fusionar, y podrías quedarte en la m&aa
Resulta que el policía vivía solo, no tenía familia, sus padres habían muerto hace como cinco años, vivía en una casa a las afueras de la ciudad, una casa grande para él solo. Era perfecto, no habría audiencia, y solo tendríamos que encargarnos de él.Ahora mismo Alex y yo nos estábamos preparando para ir, hace dos días que nos habían avisado, ayer habíamos estado creando un plan perfecto, habíamos decidido que no solo le haríamos la visita, lo eliminaríamos del mapa, y de paso dejaríamos un mensaje para los siguientes detectives.Por la tarde habíamos ido en su auto a recorrer las calles de la casa, era una casa grande y bonita, y de paso miramos algunas casas para tener una idea de lo que queríamos para nosotros.No podía negar que la idea se me hacía emocionante.—¿Estás preparada?
—Buenos días jefa, le traigo todos los papeles de la nueva embarcación —dice Claudia, mi asistente. Yo asiento, ella los deja sobre mi escritorio y abro la carpeta para comenzar a revisarlos.Esta embarcación era muy importante, yo me había encargado de organizarla, había pensado todo de forma minuciosa.Llegaría mañana en la noche, con el cargamento de cocaína más grande que habíamos solicitado. Todos los socios estaban encantados con nosotros, cada vez generábamos más dinero.Eramos los putos dioses del mercado.—Puedes retirarte —digo, ella asiente y sale de mi oficina.Yo ocupaba la oficina en la empresa que era de Alex, pero tal como me había dicho, ahora yo estaba a cargo de ella, y le había hecho ciertas modificaciones, realmente los negocios que ella dirigía no eran lo mío, así que todo ello se
Esta historia está registrada bajo derechos de autor con el número 2202060425061 Era un día lluvioso cuando mamá llegó a casa después de tres días sin aparecer. Había sentido frío y hambre cada noche. Ya no sentía miedo porque no era primera vez que esto sucedía, pero otras veces mamá dejaba comida, y supuse que ahora se le había olvidado. En el refrigerador solo encontré una caja de leche, que luego me di cuenta de que estaba vencida, porque los vómitos no tardaron en venir. Odiaba vomitar, y es que solo era una niña, apenas había cumplido los seis años. Deseaba que mamá hubiese estado acariciándome la espalda y diciéndome que todo estaría bien, pero no, estaba sola, en la oscuridad. Había empezado la escuela, y me gustaba mucho ir, pero en estos días no había asistido, ya que mamá me dejó todas las puertas cerradas. Seguro sabía que se iba a demorar y quiso protegerme de que fueran a entrar desconocidos. En el fondo ella me quería.
"Es más difícil matar un fantasma que una realidad" Virginia Woolf. Estuve alrededor de dos horas sin poder pegar ojo desde que sentí la manija de la puerta de mi habitación darse vuelta. Mi cuerpo comenzó a temblar. Le había puesto el seguro, pero él fácilmente podría echar la puerta abajo. Tenía mucho miedo. Sin embargo, no lo hizo, no tiró la puerta, y por una vez no me ultrajaron más el alma. Cada noche miraba el techo blanco de mi habitación mientras él estaba sobre mí; las lágrimas corrían por mis ojos. Si lloraba, debía hacerlo en silencio, porque de inmediato los golpes llegaban. ¡Y vaya que dolían! Así que solo dejaba que ellas brotaran de mis ojos. Luego, cuando él se iba, entraba al baño a llorar y me abrazaba a mí misma. Entretanto, dejaba el agua correr. Pero ahora podía llorar, y lo hice. Lloré por todo, por todas las veces que me violó, por todas las veces que mamá lo vio y no hizo nada.
“Lo que nos permite sobrevivir como especie no es la inteligencia ni la fuerza, sino nuestra capacidad de adaptación.” Natalia Gómez del Pozuelo. Salí de casa sin mirar atrás. Podía sentir los gritos de mi madre llamándome, pero la ignoré. No quería volver. ¡Lo había matado, m*****a sea! Iría a la cárcel por eso. Debía correr lo más lejos que pudiera. Estaba segura de que mi madre no me protegería. De pronto, sentí un grito que me heló la sangre. Miré atrás. Era mi madre, que me miraba con odio en los ojos. No me sorprendía, pues sabía que no me quería. —¡Irás a la cárcel por esto, estúpida mocosa! —gritó para luego romper en llanto. ¿Cómo podía llorar por un hombre que la maltrataba y la despreciaba? Me era imposible entenderla, y no era como si quisiera hacerlo, pero era el único hombre que se quedó con ella todo este tiempo. Él algunas veces traía dinero que conseguía haciendo negocios sucios. Mientras t
"La sociedad solo cuida de uno mientras éste resulte rentable" Simone de Beauvoir Por unos largos segundos la señora no dijo nada. No esperaba que dijera nada tampoco. —Supongo que es broma —habló por fin. Me encogí de hombros. —Ojalá lo fuera. —Suspiré y me acerqué al lavabo para mojarme un poco la cara—. Maté a mi maldito padrastro, si es que se le podía llamar así —digo con asco. No contestó. Supuse que, si alguien me hubiera dicho una cosa como esa, reaccionaria igual, pero nunca lo sabría. —Pero ¿y cómo? —sujetó la puerta—, si solo tienes dieciocho años. —Me miró con lástima. —Él abusaba de mí. —Ella soltó un sonido de horror—. Hoy lo encontré abusando de otra chica, tal vez menor que yo. Ella lloraba y tenía sangre alrededor de las piernas. —Me detuve un momento cuando las imágenes volvieron a repetirse en mi mente—. Agarré un jarrón y le di con él en la cabeza. Luego comenzó a sal
No llevaba mucho tiempo trabajando como detective en esta jefatura, pero el último caso de “Tráfico ilícito de estupefacientes” donde había logrado capturar a los narcotraficantes, me había dado una reputación mucho más grata. Por lo que cuando el jefe de mi jefatura llegó a mí con este caso, simplemente pensé que debía tomarlo.—Fiscal Arroyo, espero que pueda desarrollar este caso de la misma forma que pudo con el anterior —me dijo cuando dejó el expediente sobre mi escritorio.—¿De qué se trata? —pregunté abriendo la carpeta, la cual tenía muy pocas hojas, y eso significaba que teníamos mucho trabajo por delante.—Un homicidio frustrado, supuestamente provocado por una chica de dieciocho años, de la que no se conoce la ubicación ya