"Es más difícil matar un fantasma que una realidad"
Virginia Woolf.
Estuve alrededor de dos horas sin poder pegar ojo desde que sentí la manija de la puerta de mi habitación darse vuelta. Mi cuerpo comenzó a temblar. Le había puesto el seguro, pero él fácilmente podría echar la puerta abajo. Tenía mucho miedo. Sin embargo, no lo hizo, no tiró la puerta, y por una vez no me ultrajaron más el alma. Cada noche miraba el techo blanco de mi habitación mientras él estaba sobre mí; las lágrimas corrían por mis ojos. Si lloraba, debía hacerlo en silencio, porque de inmediato los golpes llegaban.
¡Y vaya que dolían! Así que solo dejaba que ellas brotaran de mis ojos. Luego, cuando él se iba, entraba al baño a llorar y me abrazaba a mí misma. Entretanto, dejaba el agua correr.
Pero ahora podía llorar, y lo hice. Lloré por todo, por todas las veces que me violó, por todas las veces que mamá lo vio y no hizo nada.
Ella no me quería.
Supuse que me dormí llorando. No calculé cuánto tiempo estuve así.
Mis ojos, al primer contacto con los rayos del sol que se colaron por la ventana, me dolieron mucho. Sentía la pesadez de mis párpados y una sensación arenosa cada vez que pestañeaba. Me levanté con rapidez. Si tenía suerte, saldría antes de que él imbécil despertara. Siempre sin desayuno. Mi cuerpo ya estaba acostumbrado a no comer la mayoría de las veces, ya que, cuando él andaba de mal humor, decidía que yo no debía comer. Como siempre, mi madre no decía nada.
Una vez estuve lista, salí de casa. Por suerte, nadie estaba despierto, lo que era de esperar. Afuera el aire estaba frío. A pesar de que estábamos entrando a primavera, el viento y los días aún no estaban cálidos. El lugar donde vivía no podía llamarlo hogar porque para mí un hogar era donde recibía calidez en el alma, y mi casa solo producía dolor. Al pasar la esquina, estaban los de siempre; Diego, Román y Rodrigo. Teníamos la misma edad. Ellos habían decidido dejar la escuela para dedicarse a vender drogas. Eran camellos del grande, del que nadie sabía su verdadera identidad. La mayoría sabíamos de su existencia. Se decía que era el rey de la cocaína, y quien tratara de engañarlo o traicionarlo era colgado en algún árbol del vecindario o degollado y dejado frente a su casa. Muchas veces deseé que David apareciera degollado en el antejardín, que más bien era una selva de pasto seco. Vivía en un barrio peligroso, por aquí los policías no rondaban sin que se formara un tiroteo.
Lo llamaban el “Demonio de Endler”
Pero nadie nunca lo vio.
Sucedió al puesto de jefe, que era su padre. Se decía que él mismo lo mató a sangre fría.
Cuando escuchaba esos comentarios, quería tener ese tipo de valor para poder matar a David y acabar con mi sufrimiento. Había tenido muchos sueños en donde yo lo asesinaba, pero nunca me atreví a hacerlo. Era débil.
Saludé a los chicos, y ellos hicieron lo mismo. Yo soñaba con dejar este lugar y poder comenzar mi vida sola. En cambio, ellos se habían crucificado a vivir todo el tiempo aquí, arriesgando su vida día a día por su familia. Al menos ellos tenían una familia. Por otro lado, yo no tenía nada.
Me puse el gorro de mi chamarra y caminé hasta la escuela. Ahí no era popular. Gracias a Dios no me molestaban, porque antes Diego y los chicos siempre me protegían, y todos sabían incluso en ese tiempo que ellos eran peligrosos. Podía decir que eran los únicos que me habían protegido.
En la entrada de la escuela estaban todos los chicos bajándose de sus autos con sus novias. Vivían la vida que quizás siempre habían soñado. Seguro no les faltaba nada.
Pasé en medio de ellos con rapidez. Solo quería salir luego de aquí. Aun así, escuché comentarios y risas a mis espaldas. Ya no hacía caso. La verdad tenía cosas peores en casa, esto no podría afectarme menos.
Me enfoqué en ponerles atención a las clases. Sentía que esto podría ser mi oportunidad de ser alguien en la vida para irme y no mirar atrás. Por lo mismo, no podía desperdiciarla.
°✾°
Cuando llegué a casa, David estaba ebrio y se follaba a una chica de más o menos mi edad. Ella me observó. Tenía los ojos empapados en lágrimas y la boca ensangrentada. Estaba completamente desnuda. Miré al lado para ver a mi mamá destrozada en el sillón, drogada hasta no poder más. Me paralicé, no podía mover ningún músculo.
Cuando contemplé a aquella chica, recordé todas las noches donde él hizo lo mismo conmigo y nadie me ayudó.
David se percató de mi presencia y me sonrió de una manera que me producía arcadas. No me moví.
—¡Después tú serás la próxima, zorrita!
¡No, no podía aguantar más!
De repente, comencé a escuchar los gritos de la chica. La sangre corría por sus piernas.
¡Era un maldito perro!
¡Se merecía lo peor!
¡Se merecía la muerte!
Agarré un jarrón de mi madre, que era lujoso. David se lo trajo después de la primera vez que abusó de mí. Caminé con lentitud hacia él y de un solo golpe quebré el jarrón en su cabeza. La sangre golpeaba mis oídos y mi respiración cada vez era más rápida. Retrocedí al menos tres pasos. David cayó inerte sobre la chica, que trataba con todas sus fuerzas de sacárselo de encima.
—¿Está muerto? —me preguntó.
—No lo sé —susurré. Solo veía el cuerpo de David tirado en el piso. Mucha sangre salía de su cabeza.
—¡Muchas gracias!
No respondí.
No supe en qué momento se fue, ya que solo miraba el cuerpo de ese idiota tirado en un charco de sangre. El sonido de mi madre al despertar, dando un tremendo grito, me hizo saltar. Ella miraba el cuerpo horrorizada. Lo único que pensé fue en largarme, así que fui a mi pieza, guardé la poca ropa que tenía en mi mochila y salí corriendo de esa casa. Ignoré los gritos de mi madre preguntándome qué demonios había hecho.
¡¿Qué hice?!
Acabé con mi sufrimiento, o eso esperaba.
“Lo que nos permite sobrevivir como especie no es la inteligencia ni la fuerza, sino nuestra capacidad de adaptación.” Natalia Gómez del Pozuelo. Salí de casa sin mirar atrás. Podía sentir los gritos de mi madre llamándome, pero la ignoré. No quería volver. ¡Lo había matado, m*****a sea! Iría a la cárcel por eso. Debía correr lo más lejos que pudiera. Estaba segura de que mi madre no me protegería. De pronto, sentí un grito que me heló la sangre. Miré atrás. Era mi madre, que me miraba con odio en los ojos. No me sorprendía, pues sabía que no me quería. —¡Irás a la cárcel por esto, estúpida mocosa! —gritó para luego romper en llanto. ¿Cómo podía llorar por un hombre que la maltrataba y la despreciaba? Me era imposible entenderla, y no era como si quisiera hacerlo, pero era el único hombre que se quedó con ella todo este tiempo. Él algunas veces traía dinero que conseguía haciendo negocios sucios. Mientras t
"La sociedad solo cuida de uno mientras éste resulte rentable" Simone de Beauvoir Por unos largos segundos la señora no dijo nada. No esperaba que dijera nada tampoco. —Supongo que es broma —habló por fin. Me encogí de hombros. —Ojalá lo fuera. —Suspiré y me acerqué al lavabo para mojarme un poco la cara—. Maté a mi maldito padrastro, si es que se le podía llamar así —digo con asco. No contestó. Supuse que, si alguien me hubiera dicho una cosa como esa, reaccionaria igual, pero nunca lo sabría. —Pero ¿y cómo? —sujetó la puerta—, si solo tienes dieciocho años. —Me miró con lástima. —Él abusaba de mí. —Ella soltó un sonido de horror—. Hoy lo encontré abusando de otra chica, tal vez menor que yo. Ella lloraba y tenía sangre alrededor de las piernas. —Me detuve un momento cuando las imágenes volvieron a repetirse en mi mente—. Agarré un jarrón y le di con él en la cabeza. Luego comenzó a sal
No llevaba mucho tiempo trabajando como detective en esta jefatura, pero el último caso de “Tráfico ilícito de estupefacientes” donde había logrado capturar a los narcotraficantes, me había dado una reputación mucho más grata. Por lo que cuando el jefe de mi jefatura llegó a mí con este caso, simplemente pensé que debía tomarlo.—Fiscal Arroyo, espero que pueda desarrollar este caso de la misma forma que pudo con el anterior —me dijo cuando dejó el expediente sobre mi escritorio.—¿De qué se trata? —pregunté abriendo la carpeta, la cual tenía muy pocas hojas, y eso significaba que teníamos mucho trabajo por delante.—Un homicidio frustrado, supuestamente provocado por una chica de dieciocho años, de la que no se conoce la ubicación ya
El apartamento de Román era claramente un lujo, tenía muchas más cosas y definitivamente estaba mucho más decente que mi antigua casa.—¡Esto es muy lindo! —le digo a Román.—No mientas —me dice riendo, yo niego con la cabeza— Esto es en serio lindo— Sus paredes tienen un color blanco, las grandes ventanas lo hacen ver muy claro teniendo en cuenta que estábamos de noche.—Pareciera que hubieras vivido en un pozo por como dices todo esto —me dice, yo lo miro—. Lo siento, no quise decir eso —se disculpa—Es la verdad, vivía en un pozo con ese idiota —digo sentándome en uno de los sillones.Todo está muy limpio, las paredes de color blanco provocan que el departamento se vea muy claro y
Román llego a eso de las 6 de la madrugada, teniendo en cuenta que dijo que iba y volvía, debe haberle costado arreglar el asunto. Me levante a verle, estaba comiendo en la cocina el pedazo de pizza que le deje.—Comer la pizza fría hace mal —le digo, Román se sobresalta.—¡Jesús!, ¡no te oí! —dice llevándose una mano al pecho para luego seguir comiendo la pizza—. Aún no compro un microondas así que… —dejo la oración incompleta para seguir comiendo.—¿Cómo te fue? —le pregunto, con la esperanza de que me diga que era lo tan importante que tenía que hacer, y lo que hizo que le tomara demasiado tiempo.—Bien, todo arreglado —dijo—¿Y se puede saber lo tan importante que tenías que hacer?
Baje las escaleras rápidamente, no tenía tiempo que perder, tenía que llegar antes de que lo hiciera Román, me mataría si se entera qué salí. Decido bajar por las escaleras, creo que no soportaría escuchar otra vez esa tonta canción de ascensor. La verdad ¿A quién podría calmar esa música?, ¡si pone de los nervios!. Me debato entre tomar un taxi o simplemente caminar, ya que no quedaba tan lejos del barrio y me había sobrado dinero, pero decidí que mejor lo ocuparía de vuelta. Me dispuse a caminar rápido, parecía que mis pies se movían solos, como si no los controlara y ellos supieran dónde tenían que ir.Cuando fui llegando el ambiente cambió por completo, las paredes están rayadas, hay basura en las calle, se puede percibir la precariedad en la que se encuentra este barrio. La desigualdad
Estaba nerviosa, muy nerviosa, claro ayer me había hecho la valiente porque no le había tomado el peso, y por la adrenalina que había sentido al encarar a mi madre, pero ahora que estaba frente al edificio, y no un edificio cualquiera sino un lujoso edificio, la ansiedad comenzó a surgir.—¿Es en serio? —pregunto asombrada, porque la verdad yo creía que me iba a encontrar con un edificio en un lugar abandonado pero este sitio era un lujo, el edificio estaba hecho completamente de vidrios, con un portero en la puerta y mucha área verde por los lados.— Sí, es todo un empresario —dice Román para luego comenzar a caminar en dirección a la entrada. Mi cara debe ser un poema, literal, esto definitivamente no es lo que yo esperaba. Cuando entramos hay mucha gente yendo de un lado a otro, vestidos de traje y muy elegantes, me miro de arriba abajo, y s
Cuando llegamos a casa con Román me fui de inmediato a mi habitación y cerré la puerta con cerrojo, necesitaba pensar en lo que estaba apunto de hacer. Un golpe en la puerta me sobresaltó.—Aria, ¿Estas bien? —pregunta Román.—¡Sí, tranquilo!, en un minuto salgo —le contesto—No, tranquila, debo salir, no llegaré hoy porque dormiré en casa de mi madre —dice, mejor para mí.—¡Esta bien! —digo, lo ultimo que escucho es el sonido de la puerta cerrándose.Ahora todo esta en silencio, saco el papel que me dio el demonio, y lo muevo entre mis dedos, espero no equivocarme ya que él fue muy expreso en cuanto a que me mataría. Y la verdad no quiero morir, porque en ese caso yo me hubiera matado hace mucho tiempo. Miré el celular qu