Layan era un lobo que muchos nunca sabían cómo tomarlo. Algunos pensaban que era muy cruel, otros que era desconsiderado, otros un prepotente por el lugar que tenía entre todas las manadas, otros que era un lobo valiente, o un ejemplo a seguir. Pero la verdad muy pocos habían visto realmente quien era él. Además de tenerle miedo por todo el poder que poseía y que muchas veces hacía gala de él.
En el fondo y aunque muchos pensaban que no, para él las personas que le eran importantes estaban en primer lugar. Podía ser amable cuando lo quería, muy cariñoso, empalagoso si se lo proponía, así mismo como frío, o hasta distante. Era alguien con un humor muy variable en la realidad, aunque con aquellos que quería intentaba ser lo más agradable posible. Y si esta persona era a quien amaba hasta daría su vida y la mimaría hasta hastiarse. Como había planificado hacer con Priscila.
Después de haberla tratado duramente al inicio se había propuesto ser ahora todo un caballero con ell
Los gemidos salían de la boca de Priscila apenas cubierta por su mano. La estimulación de su cuerpo, más las feromonas, más el celo no la dejaba pensar. Cada zona done Layan tocaba, donde lamía, donde mordía era como si fuera una fibra nerviosa y eso hasta cierto punto la asustaba, pero estaba tan inmersa en el placer y en la necesidad de ser llenada que apenas podía percatarse de eso.Dos lágrimas corrieron por sus ojos y pronto fueron lamidas del costado de estos. Layan se alzó sobre ella soltando uno de sus pezones y le besó la frente.-¿Por qué llora tan temprano mi loba?- él le volvió a morder la punta de la nariz y dejó un beso tierno en sus labios- Todavía no hemos entrado en la mejor parte- le sonrió en consuelo.Priscila apenas podía pensar como para responderle aquello solo le correspondió el beso. Layan se separó después de dejarla agitada para desplazarse a sus pechos donde había dejado varias marcas de mordidas y besos. Los pezones los había deja
El plan inicial era que él haría su loba volverse loca y follarla hasta que ella perdiera la cabeza por completo, no que ella le estuviera haciendo perder la cabeza a él. Layan tenía cada músculo de su cuerpo tenso y se marcaban en sus brazos y pechos las venas, su erección palpitaba tan dolorosa que juraba que estaba de un peligroso rojo y más grande que lo que él la recordaba, y la maldita de su loba solo seguía jugando con él. Llevándolo a la puerta de la locura para no dejarlo cruzar.Los ojos de Layan picaban y sentía como el lobo dentro de él quería tomar el control y acabar con la loba debajo de él y enterrado hasta la base enseñarle quien mandaba. Pero no, esa noche Priscila era de él, solamente de él y no dejaría que nadie arruinara eso. Por lo que enrolló su brazo alrededor de la estrecha cintura de la loba presionándola
Layan ya no podía más, quería que su pareja se moviera, que supiera que era el verdadero placer mas no se movió.-Pris- la llamó con cariño usando el diminutivo de su nombre.Ella dejó caer su cabeza hacia un lado y lo miró. Su rostro se notaba tranquilo, aunque un notable sonrojo mostraba que ella también estaba casi al borde de la locura.-Muévete amor- Layan le sonrió acariciando la cadera de ella- Yo te ayudo- sus manos se envolvieron a cada lado de su cintura.Priscila puso sus manos sobre el abdomen de él como soporte. Ya no sentía dolor, pero no estaba acostumbrada a tener algo tan profundo dentro de ella y era incómodo y extraño. Era como sentirse llena, pero a la vez picando y que no cesara la sensación. Y dejándose guiar por las manos de Layan se dejó levantar un poco y se estremeció ante aquello grueso que sal&iac
Layan abrió su boca dejando que sus colmillos soltaran la piel tierna e irritada que antes estaba en ella. Bajo él, el cuerpo de Priscila se desplomó completamente inconsciente. No sabía cuánto tiempo había estado así, mordiendo su piel y marcándola como suya, pero su nudo ya comenzaba a ceder en el interior de ella.Había sido intenso. Un celo corto como era el primero, pero más potente de lo que se imaginó. Lo mejor era que ahora su cachorra era completamente suya. Priscila ahora era su compañera. Su futura reina y la loba que daría a luz a sus cachorros.Como no sentirse feliz por eso. Con una sonrisa comenzó a lamer su cuello ahora rojo y lleno de marcas de besos, mordiscos, arañados provocados por él. Ya no había rastro de la esencia de Kei por ningún lado. Se había asegurado de eso marcándola tanto por fuera como llen&a
Layan, Layan, Layan-LAYAN- los ojos de Priscila se abrieron de golpe para después- AAAAAAAAAAAHHHHHHH- un grito desgarrador salió de su boca dejando salir todo el aire de sus pulmones.-¿Priscila?-escuchó una voz familiar, pero ella no pudo atenderla, ni siquiera enfocar a quien se había sentado al lado de ella en la cama.La loba sentía que su cuerpo entero ardía y a la vez se enfriaba a tal punto que sus músculos se tensaban. Miles de voces gritando en su cabeza a tal punto que no podía entender ninguna. Pensaba que ya había pasado por ese proceso. Pero sentir las cosas tan vividas era demasiado. Incluso la textura de la sábana bajo ella y la que la cubría parecían miles de clavos que se hundían en su piel.-Priscila, Priscila, hija mía- la voz de su madre volvió a llegar en medio de la nebulosa de control y la hizo aferrarse a ella.A
Tanto Hades como Nebraska no podían creer lo que estaba diciendo el Comandante de Layan, con aquel rostro apacible.-Mi hija está en peligro y muriendo tras cada segundo. Si llevárnosla para salvarla es la opción lo haremos- la voz de Hades fue grave, sus ojos se volvieron dos pequeños puntos plateados.Vitore sintió que una gota de sudor bajaba por su espalda. Donde demonios estaba el imbécil de su alfa cuando él tenía que enfrentarse a los suegros de este. Sí, claro, ya recordaba, todavía encerrado.«Kei por favor, sálvame» rezó en su interior.Respiró profundo y enfocó nuevamente a los tres lobos que lo fulminaban con la mirada y casi lo intimidaban con su olor. Por suerte estaba acostumbrado a lidiar con estas situaciones sino no fuera el comandante de su manada. Las apariencias engañaban.-Alfa Hades, reina. Sé la
Victore estaba pálido. Era un lobo manipulador y por naturaleza solía tener todo planeado, por lo que su secreto mejor guardado fuera descubierto no estaba entre sus planes. Su diversión con Kei se había estropeado y ahora estaba seguro que sería rechazado por haberle hecho todo aquello sin su consentimiento. Estaba cociente de los sentimientos del lobo por él, más no tenía la confianza para tener una relación estable y menos ser su compañero.Primero, porque eran dos machos y unos cualesquiera, y segundo, porque su prioridad era la manada, no sus relaciones amorosas. Podían jugar todo lo que quisieran, hasta ahí. Pero demonios, había momentos en los que él ansiaba ser sostenido con cariño en un abrazo cálido y protector y que le dijeran palabras que le hicieran palpitar el corazón.-Kei, yo…- su voz lo traicionó.-Respóndem
-Priscila- escuchó su nombre en cabeza.La loba cerró sus ojos y se encontró apartando todo a un lado y solo concentrándose en esa voz.-Dime madre- tanto su cuerpo como el de su madre se proyectó uno frente a otro.-¿Estás segura de lo que vas a hacer?- la voz de Nebraska era preocupada aun con su porte firme de siempre.La loba menor asintió con la cabeza.-No puedo dejar a Layan solo- se pasó la mano por la nuca- Es mi compañero.Nebraska la comprendía.-En eso eres igual a mí, hija- sonrió de lado- Incluso cuando estaba al borde de la muerte prioricé a mis seres queridos en vez de mi bienestar- recordó cuando casi muere congelada en la nieve después de escapar de Rudoc, y ella solo le preocupaba que el antídoto contra el veneno que atacaba a su esposo e hijo llegara a ellos en el momento indicado.-Siempre