—¡Lo primero son los pulmones! —grita alguien, una voz que suena ligeramente familiar—. Se va a asfixiar.—Fue tan rápido, ni siquiera pude alcanzarla.Necesito que alguien me clave una estaca en el corazón o me corte la cabeza, no puedo resistirlo más. Duele tanto que ni siquiera puedo gritar. No veo un carajo, todo es negro, pero quien sea que esté presente, le estaré eternamente agradecida si me mata en este momento.Pierdo la noción del tiempo. Mis segundos se resumen en dolor y en un extraño hielo que por momentos me recorre de cabeza a pies. El frío es gélido, quema, pero una vez que desaparece, el dolor ahí mismo desaparece. Poco a poco, el martirio se convierte en dolor y luego en molestia, después en incomodidad. Finalmente se vuelve un eco del sufrimiento, solo un aura de lo que fue y alguna vez podría ser. De pronto vuelvo a respirar.Estoy viva. Maldita sea, estoy viva.Escucho voces, son graves y agudas, apresuradas y lentas. Algunos tonos suenan incluso burlones, por el
Moverme me cuesta, pero ya no resulta una tarea casi imposible como al principio, pues la ventana abierta es de mucha ayuda y me ha ayudado a recuperar algo de agilidad y fuerza. Logro mover mi otra pierna y subirme a horcajadas sobre él. Ahora sí noto que está tenso, pues sus manos rápidamente vuelan a mis caderas y aprieta con fuerza sin que resulte doloroso. Pero el maldito sigue sin verme. Necesito que me vea, ni siquiera sé para qué.Aunque, pensándolo bien, no es una muy buena idea, pues estoy tan sudorosa como si hubiese corrido un maratón, mi cabello está enmarañado por la pelea y no estoy segura, pero apostaría a que tengo hojas y ramas entrelazadas en el cabello. Además, el calor hace que mis mejillas se coloreen, poniéndome roja, lejos de parecer sexy, parezco a punto de reventar. Y aun así, a pesar de todo, un instinto primitivo que estuvo escondido por demasiado tiempo en mi interior me grita que debo obligarlo a verme.Esto no está bien. Este tipo es un asesino. Un psicó
Xiwtekuhtli abre la puerta y entonces sacudo la cabeza. No, no pude haber muerto aquella vez porque el dragón me curó antes de que muriera, perdí el conocimiento porque me golpearon la cabeza. Ahora, el dragón me curó antes de morir y estuve consciente porque no me golpeé la cabeza. Lo miro y no puedo evitar que me asalte la duda; el dragón no es de fiar, posiblemente ellos están jugando para los dos bandos.La montera antigua está en el umbral de la puerta. Mira primero a Xiwtekuhtli y después a mí. Rápidamente acomodo mi blusa medio levantada y me peino lo mejor que puedo, pero eso no evita que la montera me lance una mirada de reproche.—Estará bien, despertó —dice con voz altanera—. Pero está increíblemente sorprendida porque nunca ha pasado algo así.—Y posiblemente nunca pasará —aporta Xiwtekuhtli—. Descubrí el secreto.—Será en mi oficina —estipula la montera—. Este lugar es intolerable.Da media vuelta y sale. Xiwtekuhtli cierra la puerta. Claro que este lugar es intolerable,
Cada vez que las cosas se empiezan a poner tensas, suelo divagar y este momento es perfecto. Pienso en Jossy y su probable preocupación, en Rigo y su intento frustrado de ser mejor persona. Debo hallar la forma de avisarles, de verlos una vez más. Jossy tiene mi cariño y Rigo es una mierda, pero al fin y al cabo me salvó de morir una vez. Mi sobredosis habría sido fatídica de no ser por él.Les diría todo, desde mi vida como montera, que los místicos existen, que se va a librar una guerra… E incluso esto, el secreto de que morí y reviví. Pensándolo bien, creo que es información delicada, no tiene porqué saberlo alguien fuera de esta habitación.—No soy de fiar—caigo en la cuenta y lo comparto tranquilamente—. La muerte puede venir por mí en cualquier momento, echaría todos sus planes por la borda.—Debemos descubrir si la reclama consciente o inconscientemente —dice Xiwtekuhtli ignorándome—. Tal vez sabe que perdió una oveja, pero no sabe cuál.—Ziva es más antigua que incluso ustedes
Lucas no se ve de buenas, su expresión de ceño fruncido lo dice todo, me imagino que se debe a que Siena ya no está aquí. Apenas hace dos días fue la última vez que hablé con él (y fue de manera bastante civilizada), pero siento que han pasado meses.Nunca hablamos acerca de mi primera muerte y eso que él estuvo durante el momento en que se dio a conocer la noticia, dudo que se haya enterado de mi casi segunda muerte. La montera fue clara, no es un tema trivial, no puedo ir gritando por el castillo que morí, reviví y ahora tengo que morir de nuevo porque así son las reglas.Y aún así, quisiera hablar con alguien humano sobre esto. Josué podría ser una buena opción, sin embargo, encontrarlo es muy complicado últimamente. Siempre está entrenando o coqueteando a todo lo que da. Además, no sé qué consejo me podría dar. Pero eso no significa que Lucas sea una buena idea, no después de que fue partidario del envenenamiento de mi hermano y de que me hizo trizas el corazón.—Tarde.Dice en un
—Prometo ya no querer suicidarme.No sé ni por qué lo digo, pero mis palabras van en serio. Aunque es una promesa vaga, porque en cualquier momento Ziva puede intentar reclamarme de nuevo.Nos quedamos en silencio durante un momento que se alarga demasiado. Evito lo más que puedo la mirada de Arlen, pero puedo sentirla sobre mí. Y yo aprieto demasiado la mano de mi hermano.—Lo siento.Esas simples palabras, con el tono adecuado, por poco me hacen llorar ¿Por qué lo siente? O mejor aún…—¿Qué sientes?—Que te haya pasado todo —se acerca, no a mi hermano, si no a mí—. La montera nos informó que los humanos son muy sensibles y a veces no pueden controlar del todo los sentimientos, si los sobrepasan… No pueden controlarse.—Tú no puedes sentir.Mi tono salió más mordaz que lo planeado. Y si bien no fue mi intención ofenderlo, estoy segura de que pareció que sí. Y de pronto ya me siento mal.—Pero tú sí y no es agradable verte sufrir.Lo primero que se me ocurre es responderle con algo cí
No quise hacerlo, jamás fue mi intención, pero en cuánto quise tomar ventaja simplemente me dejé llevar. Actué como un místico, no me importó infringir dolor en quien fuera con tal de lograr mi cometido. Soy una mala persona, una peor de lo que era. Necesito borrar la expresión de dolor de Arlen de mi cabeza.Ya no hay cocaína, las bolsitas se terminaron y ni siquiera el remanente alcanza para formar media línea. Todo se me viene encima; si Siena no quiso dañarme realmente y fue víctima, significa que mi estupidez me cegó y la mandé lejos de a gratis, si hay elementales traidores y guerreros monstruo traidores, es muy probable que estén relacionados con Humberto el montero traidor. Necesito interrogar a ese tipo. Le pediré a la montera que me permita hablar con él.Y luego está el asunto de mi hermano. Necesito robar sangre de Xiwtekuhtli o convencerlo de que cure a mi hermano. Sé que no estará de acuerdo con el plan de dejarlo escapar a plano terrenal, pero él no tiene que saber eso
—Soy el más fuerte de todos los místicos, el más sabio y el más capaz —su voz es un murmullo seductor, un ronroneo que promete jamás ser olvidado—. Puedo protegerte mejor que cualquier otro ser en el mundo, puedo darte lo que nadie jamás podría —con cada palabra, se acerca más a mí, mi mirada incapaz de dejar la suya—. Podrías ser invencible, Viviana —al escucharlo decir mi nombre cierro los ojos—. Y nadie te haría daño nunca más.Nadie… Excepto él. Porque ese es el problema y la desventaja de entregarte a alguien, que le das el poder de hacer contigo lo que quiera. Y me estaría poniendo en bandeja de plata. A pesar de no ver, puedo sentirlo frente a mí, tan cerca, su calor irradiando hacia mí. Hace mucho tiempo que no pensaba en el ámbito romántico, hacía años que no me interesaba en lo más mínimo forjar cualquier tipo de relación sentimental; así que realmente jamás vi a un hombre o incluso una mujer como potencial para algo más, no me he sentado a pensar con la cabeza fría qué cara