Capítulo 44

Al otro que seguimos es al guerrero monstruo, su rastro nos lleva a un estanque en el jardín posterior del castillo. Seguramente fue a darse un baño, dado que es un cocodrilo (o una especie al menos), tiene sentido. No tendrá más de dos horas que salió, pues aún hay huellas frescas y la tierra se ve diferente en algunas partes.

Para cuando llega mi turno, no se me dificulta, pues la gelidez del espectro hasta un humano sin entrenamiento podría notarla. Es mucho más frío, pero no uno que se curaría con una chamarra de piel caliente y un par de calcetines de lana. Es un frío que se mete por los poros y cala los huesos, es uno que te incita a darte por vencido.

—Debes saber de quién es el rastro —explica mientras volvemos —. Debes aprender a seguirlo y no perderlo —su voz es un murmullo—. Y si lo pierdes, debes reencontrarlo.

—Pero lo principal es saber de quién es.

Lucas asiente.

—No vas a seguir algo inútil o peor, no vas a seguir algo que te pueda matar si no tienes la ayuda adecuada.
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