Cuatro años antes
La primera vez que bebí fue a los dieciocho años, mis padres salieron de viaje con el argumento de que era un viaje de trabajo, pero tanto Lucas como yo supimos que no era más que la fachada, ellos querían ir a fornicar con toda libertad, así que tendríamos tres días de casa sola para disfrutar.
Tanto él como yo siempre fuimos catalogados como buenos niños, pues si no estábamos entrenando, estábamos en la escuela. Los monteros, tuviésemos la edad que tuviésemos, siempre estábamos ocupados con la doble vida. Ni siquiera podíamos salir con monteros de nuestra edad porque nuestras agendas solían estar llenas.
Pero en el momento que mis padres anunciaron que se irían, pusimos manos a la obra.
Después de varios años de cacería, es normal estrechar lazos, sobre todo cuando se viven experiencias de muerte. Y yo tenía dos amigos monteros: Ariana y Josué. Y todos coincidimos en que la fiesta debía ser todo un evento. Ellos eran los invitados de honor que también invitaron a gente que conocían y yo algunas personas de la universidad híbrida.
Lucas también había invitado a varios de sus conocidos, gente que en mi vida había visto. Ambos tratábamos de mantener nuestras vidas separadas, aunque sí sabíamos ciertas cosas del otro porque vivíamos bajo el mismo techo. Varias veces lo caché escabulléndose por la ventana y él varias veces me vio escapándome para cumplir con los proyectos escolares.
Tenía que admitir que varios de sus amigos eran de muy buen ver pero, aun así, Lucas opacaba a todos.
Las que me causaron conflicto fueron sus amigas. No era normal sentirme menos junto a ellas, pero dios, se veían tan guapas que me sentía una vagabunda a su lado. Trataba de apaciguar mis inseguridades pensando que ellas serían bellísimas, pero no serían Montero Celestial ni se imaginaban que yo, la chica a la que apenas voltearías a ver, luchaba cada fase lunar para evitar que los místicos hicieran de las suyas.
—Oye, Vi —Lucas me llamó—. Recuerda que, si nos hablan, debemos ir al ático a contestar.
Asentí. Dudaba que mis padres nos hablaran, pero más valía tener un plan de escape. Además de mi hermano, Lucas era el único que tenía permitido llamarme Vi. Sentía el apodo tan íntimo, que solo gente especial podía usarlo. No mis padres, no los monteros, no mis amigos.
—Uy, qué emoción —Josué revoloteó alrededor de Ariana y yo con su vaso en alto—. Hoy sí me voy a desconectar. De una vez les aviso.
Y para soldar su punto, dio un profundo trago a su bebida. Ariana y yo reímos.
—Dime que hoy al fin le dirás a Lucas que lo quieres —Ariana me miró seriamente, ella se la pasaba queriéndome convencer de confesar mis sentimientos.
—Que lo amo —di un trago—. Pero no, están sus amigos, lo voy a avergonzar. Y este no es el momento.
Estaba a nada de cumplir veintiún años, ya no era la adolescente inmadura que lo veía con mirada ensoñadora e imaginaba escenarios en los que ambos nos casábamos, teníamos un perro y éramos felices. Lo seguía queriendo tanto como al principio, pero ahora estaba más centrada en todo. Sabía que él ya había tenido ligues, que seguramente ya había tenido relaciones sexuales y que era más experimentado que yo en muchos sentidos. Estaba centrada en la realidad, sin embargo, me sentía idiota porque aún guardaba mi virginidad para él.
—Según tú nunca es el momento —Josué hizo un puchero, irritado—. Pero amiga, el momento es hoy, ahorita. Mañana podríamos morir.
Odiaba que sacaran esa excusa. Aunque sí era muy real.
—En realidad, ya lo estoy superando.
Ariana me miró burlonamente, no me creía. Y con razón porque estaba mintiendo.
—Si eso pasa, es porque el apocalipsis ya está aquí —rellenó mi vaso—. Mira Vivi, él ya lo sabe, solo irás a asegurárselo.
—¿Ya lo sabe? —abrí los ojos sorprendida.
—No estoy segura al cien, pero vamos, eres un poco muy obvia —se encogió de hombros, Josué asintió—. Solo dile una mentira tipo que has permanecido virgen por él o una m****a así y veremos qué tanto lo valora.
—No es mentira.
Ambos me miraron como si me hubiese crecido un cuerno.
—Oh, bueno —Ariana se ruborizó— ¿En serio eres virgen? —asentí, de pronto sintiéndome idiota—. Está bien, es tu cuerpo, tu decisión. No importa, solo dile lo que sientes y ya.
Asentí dándoles el avión, no estaba segura de confesarlo ese día. Tal vez el momento perfecto sería nunca.
La fiesta se volvió un caos, el alcohol corrió libre, las risas y la música se elevaron de volumen y en algún momento empecé a sentirme libre y ligera, desinhibida, invencible. Bailaba seductoramente con Ariana, Josué nos vitoreaba desde el sillón, él estaba el triple de ebrio que nosotras. Dos compañeros de la universidad ofrecían shot a quien quiera que se cruzara en su camino, unas cuantas personas más allá, Lucas reía con sus amigos. Se veía tan despreocupado, alivianado, sonreía como nunca. Se estaba divirtiendo.
En ese momento pensé que no existía ser humano en el mundo que yo pudiera amar además de él. Porque si no era él, no sería nadie. Habíamos coincidido con todo en contra, nos unió la tragedia y la sangre y ya era momento de que nos uniera algo más poderoso que eso, algo como el amor.
Y entonces una chica peinada con una coleta, ceñida en un vestido precioso color morado que le quedaba muy bien y sus tacones que realzaban sus piernas se acercó a Lucas de manera seductora.
Una punzada apareció en mi pecho. Sobre todo porque el inútil no la apartó, simplemente dejó que le bailara. Mis ojos escocieron, no tenía ningún derecho sobre él, era libre de estar con quien quisiera y hacer lo que se le diera en gana. Pero el pensamiento no aminoraba el dolor.
—Vivi, eres linda, eres la futura Montero Celestial y salvadora de la humanidad —Ariana me susurró al oído— ¿Vas a dejar que te lo quiten así?
Y culpé al alcohol, para siempre lo haría, pero supe que también era yo, mi parte rebelde, mi parte impulsiva y mi parte salvaje, pues dejé el círculo de baile y caminé a paso seguro hasta Lucas. En cuánto me vio, dejó de tocar a la chica y no aparté la mirada hasta que estuve frente a él. En esa mirada quise decirle que lo había esperado por mucho tiempo, que ya estaba cansada de siempre estar en segundo plano, que lo amaba y siempre lo haría.
Aparté a la chica de una forma que no creí se viera muy agresivo y sin detenerme a pensarlo, junté sus labios con los míos. Dada la diferencia de altura, tuve que ponerme de puntitas y eso fue apenas suficiente para rozar nuestros labios. Al principio fue muy extraño, ni él sabía lo que pasaba ni yo sabía lo que estaba haciendo, pero una vez que lo tomé de la camisa para acercarlo más a mí, él hizo su movimiento.
Me tomó de la cintura y me acercó a él, sus labios saborearon los míos y me sentí en el cielo. Sus manos juguetonas tocaron mi espalda y mi cadera y ahí donde tocaba prendía fuego en mi piel. Jugueteé con su lengua apenas consciente de que estábamos a mitad de la sala con varios de sus amigos y otros cuantos de los míos como espectadores.
No me importó. Llevaba años esperando ese momento y no pensaba dar un paso atrás. No después de tanto tiempo.
En algún momento terminamos en su cuarto, específicamente sobre su cama. Se quitó la chaqueta negra y me miró desde arriba. Si esa iba a ser mi primera vez estaba bien, siempre fue él, en mis fantasías él me tomaba de todas las formas posibles mientras yo gritaba su nombre una y otra vez. Lentamente, se agachó junto a la cama y comenzó a desvestirme con tal sosiego, que mi calentura subía cada vez más. Tal vez por eso lo hacía, para hacerme perder el control.
Llegó hasta mi falda y dudó. En lugar de quitármela, sobó mis rodillas y acaricio la sensible piel de mis muslos hasta llegar hasta las ingles. Se detuvo durante un par de segundos, la espera fue un martirio, sus pulgares simplemente acariciaban en círculos mi piel y cada toque mandaba una corriente de placer hacia mi abdomen.
Y entonces llegó más allá, acarició mi entrepierna cuando yo ya estaba muy húmeda. Sus hábiles dedos tocaron mi clítoris y apenas lo rozó. Nunca había sentido algo parecido, respiré profundamente tratando de evitar un gemido que clamaba por salir. Lucas movió su dedo en círculos mientras minúsculas, pero cuantiosas corrientes eléctricas me recorrían desde la punta de mi pie, hasta mi cabeza. En ningún momento dejó de mirarme, ni yo a él, ambos analizando nuestra reacción, él dichoso de ver lo que podía provocar en mí.
Al momento de llegar al clímax, no pude evitar mis gemidos, cerré los ojos y me dejé llevar por los fuegos artificiales que me invadieron. Explosiones de placer me recorrían y no podía dejar de gemir. Lucas estuvo ahí para acallarlo todo, pues me besó con tanta pasión, que supe que él siempre sería mi hogar.
Una vez que el orgasmo se disolvió, me deshice salvajemente de su camisa, desabroché su cinturón a velocidad de la luz lista para liberar a su poderoso miembro erecto. Sin el pantalón estorbando, los dos terminamos sobre la cama, yo sobre él exigiendo más y más.
Pero entonces algo cambió. Con una gentileza irritante se separó de mí y me miró, apenado.
—Vi, no podemos —lo ignoré y lo intenté besar de nuevo, pero me detuvo—. Mañana nos vamos a arrepentir.
Yo no me arrepentiría, estuve esperando eso demasiado, era lo que tanto había soñado.
—No, Lucas, esto está bien.
—Es el alcohol, no podemos dejarnos llevar.
Y entonces me indigné. Si estaba insinuando que jamás me habría tocado de no haber tenido quién sabe cuántas cervezas encima... Tal vez yo no era suficiente. No era ni la mitad de guapa que la chica de coleta, tampoco la mitad de simpática y menos femenina ¿Era eso? No lo tentaba. De pronto quise desaparecer.
—¿Solo me besaste porque estás ebrio?
Él me miró, de pronto con pánico.
—No, no es eso Vi —dijo consternado—. Esto siempre ha estado aquí, tú lo sabes y yo lo sé —nos señaló a ambos—. Pero tenemos responsabilidades. Pronto serás la Montera Celestial, no puedo interponerme en tu camino. No... No puedo ser suficiente para ti.
Fue un alivio escucharlo decir eso porque no había problema alguno. Lidiar con su inseguridad sería mucho más fácil que lidiar con el hecho de que no me quería. Incluso me reí.
—Claro que eres suficiente para mí —dije alivianada—. Siempre has sido tú y siempre serás tú. No tienes que preocuparte por eso...
—No es solo eso Vi —apartó la mirada—. Ambos sabemos lo importante que es la causa. No podemos arriesgarnos a querernos tanto que llegue un momento en que nos pongamos de prioridad a nosotros antes que a la causa. La realidad es que si un día tengo que elegir entre tú y evitar que un místico haga de las suyas... Te elegiría a ti. Y eso no puede pasar. Y tampoco voy a ponerte en la situación de tener que elegir entre tus obligaciones como Montera Celestial y yo. Sería egoísta de mi parte.
Me quedé helada ante tal confesión, que permití que se alejara de mí y se empezara a vestir. No podía decir nada, no podía pensar en nada que no fuera el rechazo. Que no fuera que él tenía tanto miedo de preferirme que elegía mejor no tenerme. Y eso dolía como un maldito dardo en el pecho.
—Espero que lo entiendas, Vi —me besó la frente, pero ni siquiera podía reaccionar—. La vida como la conocemos depende de nosotros, hay cosas más importantes que el amor de dos.
Lucas se abrochó el cinturón y caminó hasta la puerta cerrada, tomó el picaporte y entonces usé una última medida desesperada.
—Yo sí te elegiría a ti —dije angustiada—. Siempre has sido tú Lucas, he esperado por ti. No me pondrás en una situación difícil porque desde ya, yo te elijo a ti.
El apretó fuertemente el picaporte, miraba fijamente al suelo con los hombros tensos. Fueron apenas un par de segundos de silencio, pero me pareció una eternidad. Y entonces me clavó una daga en lo más profundo de mi corazón. En ese momento supe que no había arma más mortal que el amor, pues le regalabas el poder al otro de llenarte de dicha o sumirte en la más profunda aflicción.
—Entonces algo hicimos mal —dijo tan cortante que me cortó la respiración—. Con más razón tendré que alejarme de ti.
Salió de la habitación dando un portazo y me quedé semidesnuda con la dignidad por los suelos y lágrimas contenidas en los ojos. No iba a llorar, no podía permitirlo. Yo era más fuerte que eso, tenía que serlo.
Con una voluntad que no supe de dónde saqué, logré vestirme y llegar a mi habitación. Me metí bajo las sábanas y me quedé mirando un punto fijo mientras me concentraba en no dejar caer una sola lágrima. Así fue como me encontraron Ariana y Josué, ambos me preguntaron qué ocurrió, pero no sabía cómo explicarles que me había puesto en el peor ridículo de mi vida.
Josué se quedó dormido al poco rato, pero Ariana se quedó conmigo hasta que el cansancio me ganó.
—No me ama —le dije antes de quedarme dormida—. Nunca lo ha hecho y nunca lo hará.
Ariana dijo algo, pero no escuché porque me quedé dormida.
Al otro día mis padres llegaron de sorpresa, encontraron el desastre y nos regañaron como nunca. No me importó en absoluto, no podía borrar de mi mente los sucesos que me destruyeron, los gritos y reproches pasaron a segundo plano, no podía sentir nada, estaba perdida, estaba rota. La única persona que podía sacarme del abismo estaba a unos metros de distancia y ni siquiera me miraba.
Después de eso nada volvió a ser como antes.
La distancia entre nosotros creció considerablemente y su frialdad me rompió cada vez más. Él lo hacía para que yo lo odiara, pero era imposible, jamás podría dejar de amarlo y al final, eso sería nuestra destrucción.
Cuatro años antesDía de la coronación del Montero CelestialAriana no paraba de probarme todo tipo de peinados. Desde el cabello amarrado en trenzas complejas hasta caídas de cabello en forma de cascada que parecía natural, aunque definitivamente no lo era. Mi cuero cabelludo ya estaba adolorido de tantos jalones.Los últimos meses habían sido duros, me metí de lleno en entrenamientos extenuantes, dividí mi tiempo entre estudiar a los místicos como ratón de biblioteca y entrenarme aún más allá de mis límites. Tuve que dejar de lado varias clases de psicología al punto de desentenderme, pues la prioridad era saber hasta el mínimo detalle sobre los místicos, el báculo y mis habilidades.La información sobre el paradero del báculo de Estordes seguía siendo un misterio, en varios libros lo mencionaban, pero lo más cercano que teníamos era una imagen que tenía muchos años de antigüedad. Quería pensar que se revelaría cuando fuera el momento correcto.—¡Este! —anunció Ariana dando un últim
Cuatro años antesCeremonia de coronación del Montero CelestialDurante los primeros diez segundos no pude sentir nada. El silencio fue tan denso e incómodo, que me retraje dentro de mí misma en un intento desesperado de protegerme. Pero entonces el caos se desató. Los gritos, reclamos y dudas volaron por toda la sala y el estómago se me revolvió.Y entonces mi padre alzó la voz y todos callaron. Lo vi acercarse hacia nosotros con la ira pintada en el rostro.—¿Qué hiciste Miranda? —rugió enfadado—. Explica esto ya.Mi tía, la madre de Siena, se enjuagó las lágrimas y miró a mi padre suplicante, su rostro era una máscara de sufrimiento. Abrió la boca en un intento por hablar, pero solo balbuceó algo inentendible.—Dijiste que tu hija no nació en luna de sangre.—¡Y no lo hizo! —mi tía chilló—. Fue un día antes, ella nació en el hospital, no como Viviana que pudo morir por tu negligencia.Por el maldito infierno si es que existía. Estaba vestida como toda una protagonista de cuento de
Tres años antesExactamente un año atrás había logrado entrar a la universidad. Y no era híbrida o virtual como estaba acostumbrada, si no presencial con edificios hermosos, aulas de todo tipo, compañeros variados y laboratorios increíbles.Mi hermano fue quien me convenció de intentar entrar a una universidad, pues mi plan original era quedarme acostada mientras me retorcía en mi propia miseria y esperaba a que milagrosamente mis problemas desaparecieran.—Está bien llorar y remojarse en el fracaso durante un rato —me había dicho Karim muy serio—. Pero no puedes escapar de tu realidad. Llora, recóbrate y pelea, tienes un mundo de oportunidades allá afuera —me miraba con tanta ternura que empezaría a llorar—. Y no estás sola, Vi. Ya no.Karim también conocía el mito del Montero Celestial, él sabía en términos generales de qué trataba y también era consciente de que era muy probable que se refiriera a mí, pero si yo era algo escéptica, el lo era el triple.—No la odies, no es su culpa
Pero eso no había pasado. Seguía sin aceptar el hecho de que existía la posibilidad de jamás verlo de nuevo, en mi mente debíamos vernos una vez más. Solo que no así. Aquí.Me envolví en una coraza de realidad para evitar desilusionarme, porque debido a la ingenuidad me había lastimado yo sola. Estaba feliz de verlo, pero primero debía de saber qué quería, pero eso no evitó que mi sonrisa fuera grande y genuina, él solo esbozó una pequeña sonrisa, como si no quisiera demostrar que se alegraba de verme. Y eso dolió.—A que tardaste en recordar a esta belleza —dije señalándome con actitud juguetona, pero seductora, él suspiró—. Nuevo año, nueva yo.—No creas que no me da gusto verte bien y completa —quise tomar su comentario como un cumplido—. Pero creí que serías más responsable.El malhumor se posicionó sobre mi cabeza.—Y yo que me estaba alegrando de verte.Nunca había fumado, desconocía el sabor y la sensación de hacerlo, pero cuando vi la cajetilla abierta, pensé que estaría bien
ActualidadAmo a mi hermano, en serio lo hago, es la persona a quien más valoro en el mundo, pero eso no impide que me enoje con él por no querer darme el dinero que me corresponde por herencia. Carajo, así como él tuvo todo el derecho de reclamar su cuenta en el banco, yo también tengo el derecho de hacerlo. Y lo que más me enoja es que me lo estuvo ocultando por mucho tiempo.De haber sabido que tenía una cuenta bancaria a mi nombre con una cantidad que, si bien no era tan cuantiosa como para no hacer nada toda mi vida, pero era lo suficientemente grande como para sacarme de algún apuro como en el que estoy ahorita, las cosas serían muy diferentes.—Tienes que darme la información completa —digo a través del teléfono—. Necesito el dinero urgentemente. Me pertenece.—Claro que te lo voy a dar —replica enfadado—. Pero hasta que estés limpia. No voy a permitir que con el dinero que te dejaron mis papás te de una sobredosis.La verdad no entiendo cómo es que mis padres no cancelaron esa
Me hallo flotando a la deriva, todo a mi alrededor es negro, pero no tengo miedo, más bien me relajo. La temperatura es agradable, siento cosquilleos en mi piel que me dicen que no hay razón para preocuparse. Y además está el sonido; es rítmico y agradable, tranquilo. Es como si algo rozara con…Una dura sacudida me devuelve a la realidad y me obliga a abrir los ojos.—Por dios, qué horror —mi hermano me mira con lástima—. Deberías verte.—Tampoco es como que tú seas el príncipe azul cuando te acabas de despertar.Al incorporarme, la cabeza me duele como los mil demonios. Suelto un quejido y la sostengo con ambas manos.—No me refiero a eso.Sé perfectamente a lo que se refiere.—Tuve el sueño más pendejo del mundo —dije lentamente—. El hijo de puta de Lucas estaba en Silex, se veía tan cogible como siempre, pero te juro que lo quise matar —el dolor aminora por momentos—. Ya superé al cabrón, no lo tocaría, aunque fuera tu salvación —suspiro—. Tuve que odiarlo para superarlo, ¿qué tal
Sé lo que va a pasar a continuación: Seré obligada a lo que sea que Lucas esté planeando, pues dudo que viniera nada más a dar la mala noticia, además, Karim tiene un brillo extraño en la mirada, algo está ocultando. Lo que sea que hayan planeado, no puede ser bueno porque Lucas no es alguien de fiar y definitivamente tiene la capacidad de obligar a mi hermano a lo que sea. Y en teoría a mí también, la diferencia es que yo no me dejaré tan fácil.—Muy triste y todo —bostezo y toco el agua, está tibia—. Pero debo llegar a la escuela de mierda, tengo examen y por muy poco preparada que esté, quiero presentarlo.—Viviana ¿no oíste? —su tono empieza a irritarme— ¡Papá fue asesinado!Y claro que me impacta, incluso me duele a pesar de que me reprocharan la decisión de irme en lugar de apoyarme. Siempre intenté llevarme bien con él, a pesar de que me exigía en exceso algo que ningún padre le desearía a su hija. Siempre he pensado que ser hijo de monteros es una mierda porque no te dan la de
Rigo es un imbécil, siempre lo ha sido y siempre lo será, ya está escrito en su destino, pero fuera de todo, es una persona agradable en lo más profundo de él. En cuanto llego pidiéndole ayuda, me deja estar en su casa sin ningún problema, incluso me da un par de porros de marihuana por cuenta de la casa. Ese es el maldito mejor lugar en dado caso de que se quiera escapar de los problemas… Incluyendo a la policía.—Te digo, bro —está más ebrio que una cuba—. Hay que ver todo como un todo, nada importa, al final vamos a morir.—Es mentira en parte —aporta una chica de cabello azul—. Mientras vivamos, importa, porque las acciones repercuten en el futuro o el ahora.Da una calada de su porro y exhala relajada, el aroma invade mis fosas nasales. Parte del haber dejado de fumar fue el olor, es casi insoportable, además, solo provocaba que me riera como estúpida y que reflexionara de más. Aún así, una parte de mi extrañaba esta sensación de relajación. Este instante en que nada me importa