Capítulo 30

Hija de perra. Eso es jugar sucio.

Lo primero que siento es un golpe duro en la sien, pues el empujón de Siena me hace caer y me golpeo con el mueble. Lejos de ver estrellas o que mi visión se ponga borrosa, me sirve para ponerme en guardia. Ruedo en el suelo mientras intento ponerme en pie, el latigazo de dolor recorriéndome.

Siena ríe como una desquiciada mientras me incorporo aun con la cabeza dándome vueltas. Se ve tan tranquila y calmada, sabe que no soy rival para ella, sabe que puede tomarse todo el tiempo del mundo sin ningún problema porque al final todo va a terminar igual; ella ganándome y si no es peor; matándome. Pero no me iré de este mundo sin intentar dar una buena pelea. Solo espero que mi hermano logre salir de su estado vulnerable debido al envenenamiento y que no le hagan daño a mamá, pues después de todo, no moriré porque yo quise, sino porque mi prima loca me quiere quitar del camino.

Y pensar que sí le estaba creyendo el cuento de que debíamos intentar ser amiga
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