Capítulo 28
—¿No deberías estar en la universidad? —cuestiono incrédula y con un poco de irritación—. ¿O viajando por el mundo?

Josué se encoge de hombros y sigue comiendo.

—Me aceptaron en una pasantía en Hungría —continúo con brusquedad—. Es la primera vez que hago algo bien y no puedo aceptarlo porque me drogué y me metí en una m****a —concluyo en tono más calmado—. Así que deben tener una muy buena razón para estar aquí en lugar de estar disfrutando sus vidas que muy probablemente pronto van a terminar.

Josué se queda con el tenedor a medio camino entre su boca y su plato, me mira con lástima mientras suspira.

—¿Sabes, Viv? —murmura mientras me aprieta el hombro—. Recuerdo bien esos tiempos en que concordábamos en que ser monteros era una oportunidad de hacer el bien.

Sí, yo también lo recuerdo, pero creía eso porque mis padres me lavaron el cerebro desde niña para hacerme creer que era una especie de heroína, que todos los monteros lo éramos de alguna manera. Me hicieron creer que yo viv
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