Alguien aporreó la puerta haciendo que diese un brinco desde el sillón para levantarme.
—Es un hombre lobo... viejo.— anunció Max olisqueando el aire.
No me entusiasmaba la idea de hombres lobo presentándose en casa de mi abuela sin previo aviso ni respeto, pero no quería faltar a mi deber como nueva alfa.Desde la mirilla pude ver a un hombre de unos cincuenta y muchos años, mediría algo más de un ciento ochenta centímetros y tenía una capa de pelo canoso que le cubría allá dónde se podía ver.
Abrí la puerta confiando en que fuese un antiguo miembro de la manada de Ezra pero que no guardase rencor.—¿La nueva alfa?— preguntó incrédulo, en su tono se notaba la indignación y hasta un poco de asco.
—Sí, soy Reika.— forcé mis labios a sonreír y creo que eso fue
—Vas a tener que darme unas cuantas explicaciones.— puede que tuviese que alzar el cuello para verle, pero no iba a dejar que me amedrentase, aunque debo admitir que era mucho más fácil sabiendo que estaba respaldada.—Bueno, esto no son maneras.— parecía ofendido al no poder intimidarme con su mala cara y su tono desagradable a volúmenes exagerados.— Tienes que conocer a mis socios.—¿Para qué iba a querer conocer a tus socios?— si lo hubiera sabido me hubiese ahorrado conocerle a él también sin dudarlo.—Porque hemos venido para quedarnos.—sonrió de forma tétrica alzando demasiado el labio superior, en realidad, dudo que aquello fuese una sonrisa y no un intento de gesto amenazante.—¿Qué quieres decir?— gruñó Ayax caminando hacia la puerta en tres zancadas. No dije nada con palabras pe
Cada uno de ellos se encontraba en una parte de la casa gritando por teléfono las noticias a cada una de sus familias. Mientras tanto yo preparaba un té verde para calmar mis nervios.Quizá no tenga mucha importancia visto desde fuera pero fue en este momento en el que me di cuenta de que no iba a poder estudiar veterinaria, esto requería demasiado tiempo.Sonó el microondas y saqué la taza con el agua a punto de hervir con mucho cuidado. Metí la bolsita de té y dejé un platillo sobre la taza para conservar el calor.Era curioso tener este momento de tranquilidad después de todo lo que había vivido. Me preguntaba dónde estaría mi madre, pero después de tantos años preguntándome lo mismo pensé que tampoco me urgía tanto saberlo como para sacrificar aquellos momentos para mí, ya que la había dejado sana y salva.<
Entramos al coche juntos. Duke conducía ya que era el mejor en ello, y yo iba de copiloto porque era la única que sabía llegar al Cerdo Borracho sin necesidad de depender de la calidad del internet que guiaba el Google Maps.—Quiero que sepáis que os quiero muchísimo.— dije justo antes de abrochar mi cinturón. Era algo obvio pero sentí la necesidad de aclararlo una vez más al ver mi vida en peligro.No tuvieron que responder, simplemente me hicieron llegar una sensación cálida y suave, que incluso consiguió tranquilizarme un poco.Todavía me estaba haciendo a la idea de que no estábamos en aquel coche para hacer una excursión a la playa y disfrutar de nuestra relación adolescente, estábamos de camino a una reunión con alimañas invasoras en calidad de representantes de cada una de nuestras manadas.No podía despegar
Una vez en frente del local leí el nombre en el letrero «El cerdo borracho » y tuve un dilema ético que me llevó a un momento de estar a solas con mis pensamientos pensando si de verdad estaba capacitada para enfrentarme a semejante crisis.El local era pequeño y no de un modo acogedor, sino agobiante; además de viejo y sucio (vi una cucaracha correr hacia el baño cuando hice ruido al entrar, el bicho parecía huir asqueado de semejante antro). Por si fuera poco, estaba repleto de gente, algo que les aseguraba a los invasores que trataríamos de pasar desapercibidos.Casi nos costó encontrarlos, pero su hedor debía ser inconfundible, porque Max me tomó la mano para que los acompañase hacia la mesa en la que estaban a los pocos segundos de entrar.Tenían una mesa para ocho de la cual solo estaban ocupando un lado, como si fuese la última cena. Estaba el tip
—Iré a pedir unas cervezas, intentemos que esto parezca normal.— propuse poniéndome en pie, todos asintieron. Hasta los franceses se dieron cuenta de que lo mejor era pasar desapercibidos.Caminé hasta la barra esquivando algún que otro borracho consciente de que mis pasos eran vigilados desde la mesa de atrás. Llegué a la barra por fin.—¿Qué desea la señorita?— me preguntó el joven camarero, que era al único de esa sala que parecía conocer la magia del jabón.Deseaba que dejase de haber piedras enormes en mi camino, deseaba poder disfrutar del amor y de mis amigos este verano, deseaba poder estudiar para ayudar a los animales como había soñado desde pequeña y deseaba que mi abuela pudiese estar a mi lado en todo eso.—Siete cervezas.—me resigné a pedir bebidas alcohólicas.&m
—Parece que mañana será un día soleado.— comentó uno de los jóvenes mientras miraba la televisión que teníamos en la pared de la izquierda, estaban anunciando el pronóstico del tiempo.—No hemos venido a comentar el telediario. —gruñó Duke apretando los puños. Coloqué una mano sobre su pierna y traté de conducirle a una actitud más calmada. Él me miró de reojo y resopló frustrado pero después se apoyó en el respaldo, adoptando una postura menos agresiva.—Loup-garou.— oí cómo se susurraban entre ellos dirigiendo miradas perversas hacia mí. —Eh, ¿qué estáis diciendo?— sospechaba que no podía ser nada bueno, en sus caras había una especie de sonrisa macabra mal disimulada.—No eres humana, eres una mujer lobo.— anunció el otro joven, y entonces pude reconocer lujuria en ellos.—Tengo que ir al baño.— me excusé antes de abandonar la mesa rápidamente, habían conseguido revolverme el estómago terriblemente rápido. Di un portazo inconscientemente, me inundaba una miscelánea de asco y mied
Tras una lloradita salí de aquel baño fresca como una lechuga, dispuesta a interpretar un papel digno de un premio Oscar como líder fuerte que sabe lo que hace.—Por fin vuelves...— murmuró el otro joven con un tono ronroneante que asqueo a todo mi lado de la mesa aún más de lo que ya estaban.—Ahórrate esa mierda, puto gabacho.— me dejé caer de nuevo en el sitio, pero esta vez traía conmigo una confianza que antes había olvidado.—¿Qué es eso de que queréis invadir este territorio?— di un trago a la cerveza y eructé sonoramente, tengo que admitir que fue un accidente, pero me dio un toque desafiante que dejó a todos boquiabiertos. Era como si de aquel baño hubiese salido mi gemela malvada, o como si hubiese trepado por el sumidero el mismísimo diablo y se me hubiese metido dentro.—No hay mucho má
Pese a mi violenta respuesta nacida de la inseguridad y la frustración, él negó con la cabeza y sonrió.—Perdón, quería decir, ¿cómo te llamas?—aclaró para después dar un sorbo de su cerveza.—¿Estás intentando ligar conmigo después de amenazar con invadirnos?— estaba bastante claro pero me parecía tan surrealista que tenía que asegurarme, me giré hacia los chicos y estaban igual de estupefactos o más.—Se llama Reika.—contestó el viejo.— También sé tus apellidos, dónde vives, tu cumpleaños, dónde está tu madre... sé hasta que bragas te has puesto hoy.Traté de sostener su mirada pero estaba tan sucia que me provocaba demasiado rechazo; desvié la vista hacia el resto del bar y me di cuenta de que se había ido