Oriana aún sentía los efectos del alcohol cuando despertó en su cama. No recordaba cómo había llegado exactamente, pero por lo menos no tenía resaca. Sus pensamientos la llevaron de inmediato a la noche anterior, al inesperado encuentro con Ethan Crawford. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que lo vio que casi no lo reconoció. Pero él la reconoció de inmediato, con su sonrisa confiada y su mirada penetrante.Se levantó con lentitud, sintiendo una punzada de nostalgia al recordar cómo se habían conocido. Todo había comenzado en la universidad. Ella, una estudiante aplicada de seguridad informática, y él, un carismático futuro abogado con ambiciones desmedidas. Se habían cruzado en la biblioteca cuando Oriana buscaba un libro de ciberseguridad. Ethan, con su don de la palabra, le había recomendado uno diferente y así comenzó su historia. Durante meses salieron juntos, compartieron risas, debates acalorados y momentos de dulzura. Sin embargo, sus caminos tomaron rumbos distint
Oriana intentó concentrarse en su trabajo, pero su mente volvía una y otra vez a la conversación con Anita. Ethan había reaparecido en su vida de la nada y, para su sorpresa, su presencia la afectaba más de lo que esperaba. Justo cuando se acomodaba en su silla con un café en mano, su celular vibró sobre el escritorio.Ethan Crawford: “Voy a estar cerca de tu oficina en un rato. ¿Te gustaría almorzar juntos?”Leyó el mensaje varias veces. No estaba segura de si era una buena idea, pero antes de poder analizarlo demasiado, sus dedos ya estaban respondiendo.Oriana Hart: “Está bien, te veo a las 13:00 en la entrada.”Apenas envió el mensaje, sintió un nudo en el estómago. ¿Qué estaba haciendo? Su relación con Gabriel era un enigma, pero eso no significaba que debía buscar distracción en el pasado. No obstante, una parte de ella quería entender por qué Ethan había vuelto.Cuando llegó la hora del almuerzo, caminó hacia la recepción con cierta inquietud. Apenas cruzó la puerta, sintió las
Oriana cerró la puerta de su departamento con un suspiro. Había sido un día largo y agotador, y la energía de la oficina seguía sintiéndose densa a su alrededor. Caminó hasta la sala, encendió una luz tenue y se dejó caer en el sofá. Justo cuando comenzaba a relajarse, un escalofrío recorrió su espalda. Algo no estaba bien.Se levantó y se acercó a la ventana. En la penumbra de la calle, un auto oscuro estaba estacionado justo frente a su edificio. Su corazón dio un vuelco cuando reconoció la figura que estaba dentro.Gabriel.Con el ceño fruncido, agarró una chaqueta y salió al exterior. El aire nocturno era frío, pero la intensidad de la mirada de Gabriel la hizo olvidar la temperatura. Estaba de pie junto a su auto, con los brazos cruzados y una expresión indescifrable en el rostro.—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Oriana, cruzando los brazos.—Volví antes de lo previsto —respondó él con voz grave.Ella arqueó una ceja. —¡Qué conveniente! Justo después de que almorcé con un vie
Oriana sintió la presencia de la sombra disiparse, pero su piel aún estaba erizada. La sensación de vacío que dejó tras de sí la inquietó más de lo que estaba dispuesta a admitir. Volvió la mirada a Gabriel, quien se mantenía tenso, como si estuviera esperando algo más.—No puedo más con esto… —murmuró ella, sin poder ocultar su frustración.Gabriel la miró con cautela, como si analizara cada uno de sus movimientos.—¿Con qué exactamente? —preguntó con voz controlada.Oriana respiró hondo, intentando ordenar el torbellino de emociones que la consumían.—Contigo… con lo que siento —admitió finalmente—. Hace tan poco que te conozco, pero hay algo en ti que me hace sentir… cosas que no tienen sentido. Son demasiado profundas, demasiado intensas. Y lo peor de todo es que sueño contigo constantemente, pero no eres tú. No del todo.Gabriel frunció el ceño. Esa revelación lo tomó por sorpresa. Había considerado la posibilidad de que Oriana estuviera experimentando algún tipo de conexión, per
Oriana despertó con la mente nublada, atrapada entre el sueño y la realidad. Su cuerpo aún sentía el calor del beso de Gabriel, el roce de sus labios grabado en su piel como un eco persistente. Sin embargo, sus palabras retumbaban en su cabeza con la misma intensidad: Hay algo más poderoso que nosotros que no nos permite estar juntos. Ten paciencia.Se sentó en la cama, abrazando sus piernas. Todo lo que había sentido en tan poco tiempo la abrumaba. No podía negar que Gabriel despertaba en ella emociones profundas, un lazo que iba más allá de la lógica y el tiempo. Pero también estaban los sueños. No soñaba con él exactamente… sino con una versión diferente de él. Un hombre de otra época, con la misma intensidad en la mirada, la misma voz que la hacía temblar, pero envuelto en un contexto distinto. ¿Cómo podía sentir tanto por alguien a quien apenas conocía?Sacudió la cabeza y se obligó a ponerse en marcha. No podía permitirse perderse en pensamientos que no llevaban a ninguna parte.
Oriana se pasó la mañana tratando de concentrarse en el trabajo, pero la conversación de la noche anterior con Gabriel seguía dándole vueltas en la cabeza. Su confesión sobre los sueños había cambiado algo entre ellos, lo sintió en la forma en que él la miraba antes de besarla, en la intensidad con la que la sostuvo. Ahora, la sombra de esa noche parecía seguirla, envolviéndola en un torbellino de emociones y dudas.Ethan le escribió a media mañana para confirmar su salida. Ella aceptó, pero le pidió que no pasara a la oficina por ella. No quería darle más razones a sus compañeros para hablar, especialmente después de todo lo que había pasado con Stephanie y el creciente ambiente hostil a su alrededor.Al llegar la hora del almuerzo, Ethan ya la esperaba en el café que habían acordado. Al verla, le sonrió con esa confianza natural que siempre había tenido. Oriana se sentó frente a él y dejó escapar un suspiro.—¿Tan mal está tu día? —preguntó Ethan, mirándola con atención.Ella sonrió
Oriana pasó el resto del día con un nudo en el estómago. La invitación de Gabriel a almorzar con su abuelo la había tomado por sorpresa. No estaba segura de si aquello era una especie de paso adelante entre ellos o una advertencia disfrazada de cortesía. De cualquier forma, aceptó, sabiendo que la tensión entre ambos aún flotaba en el aire tras su conversación nocturna.Cuando Gabriel llegó a recogerla, la encontró de pie junto a la puerta de su edificio, vestida con un suéter negro y unos jeans oscuros. Había optado por la comodidad, pero su nerviosismo era evidente.—No tienes que hacerlo si no quieres —dijo Gabriel, apoyándose en la puerta del auto con una expresión inescrutable.—Quiero —respondió ella, con más firmeza de la que sentía.El viaje transcurrió en un silencio cargado. Gabriel parecía ensimismado, y Oriana no se atrevió a romper la quietud. Finalmente, llegaron a una casa antigua de fachada elegante, con un pequeño jardín bien cuidado. La puerta se abrió antes de que G
El sol de la tarde brillaba con intensidad cuando Oriana y Gabriel salieron de la casa de Oscar. Después del almuerzo, la sensación de cercanía entre ellos se había intensificado, y cuando Gabriel le propuso pasar el día juntos, ella no encontró una sola razón para negarse.Caminaron por la ciudad sin un rumbo fijo, disfrutando del aire fresco y del simple placer de estar juntos. Gabriel, siempre tan estoico, parecía más relajado de lo habitual. No evitaba tomar su mano, e incluso en algunos momentos, dejaba escapar sonrisas genuinas. Hablaron de cosas triviales, de sus comidas favoritas, de los libros que Oriana había leído en su infancia y de los viajes de Gabriel.En un momento, se detuvieron frente a una pequeña librería antigua. Oriana sonrió al ver los estantes llenos de volúmenes empolvados.—Siempre me han gustado las librerías de viejo —confesó ella, recorriendo las portadas con la yema de los dedos—. Es como si cada libro tuviera una historia más allá de la que está escrita