Al inicio de ese día,Oriana despertó con la respiración entrecortada, su piel ardiendo bajo las sábanas. El sueño aún vibraba en su mente, superponiéndose con la realidad como si su alma estuviera reviviendo algo que nunca olvidó. Había sentido sus labios, la calidez de su cuerpo contra el suyo, pero no era solo el Gabriel que conocía ahora… era él en otra época, otro tiempo. Un recuerdo que no podía haber vivido, pero que ardía en su sangre como si fuera suyo.En su sueño, Oriana veía los campos dorados de trigo ondeando al viento, la brisa fresca de la tarde envolviéndola mientras observaba a lo lejos la figura de Gabriel, desmontando de su caballo. Su regreso al campo no había pasado desapercibido; sus padres ya la habían advertido la última vez.—Ese hombre solo te busca para saciar sus deseos —le había dicho su madre con severidad, mientras amasaba el pan. Su padre solo gruñó, sin mirarla, pero su silencio fue aún más lapidario.Pero Oriana no podía creerlo. Gabriel no era así.
Oriana llegó a la oficina con el corazón latiendo con fuerza. Aún sentía el calor del sueño en su piel, la sensación de los labios de Gabriel sobre los suyos, tanto en su vida actual como en aquella que apenas comenzaba a recordar. Pero en cuanto puso un pie dentro del edificio, la frialdad del ambiente la golpeó como un muro de hielo.Las miradas de sus compañeros no eran amables. Había susurros a su paso, conversaciones que se detenían abruptamente cuando ella pasaba junto a los escritorios. Había trabajado allí el tiempo suficiente como para notar la diferencia. No era una paranoia suya, el aire estaba cargado de hostilidad.—Buenos días, Oriana —saludó Anita con su usual calidez, pero la tensión en su mandíbula la delataba. También lo notaba.Oriana suspiró y le devolvió la sonrisa, pero antes de que pudiera decir nada, Stephanie apareció con una expresión gélida en el rostro. Su presencia parecía oscurecer el ambiente, como si la luz misma se replegara ante ella.—Vaya, mira quié
El día comenzó con una tensión palpable entre Oriana y Gabriel. Desde que había llegado a la oficina, él se había mostrado más distante de lo habitual. Apenas la miraba y se limitaba a darle instrucciones sobre un proyecto en curso sin mencionar lo ocurrido el día anterior.Finalmente, al final de la mañana, Gabriel llamó a Oriana a su oficina. Ella entró con el corazón latiendo con fuerza, esperando alguna explicación.—Tengo que viajar unos días —dijo él, con el rostro impenetrable.Oriana sintió un nudo en el estómago. No esperaba que se alejara después de lo que había pasado entre ellos.—Oh... —murmuró, sin saber qué decir.Gabriel se pasó una mano por el cabello, frustrado. Estaba luchando consigo mismo, buscando las palabras correctas.—Sobre lo de ayer.. Me arrepiento —soltó, y las palabras golpearon a Oriana como un balde de agua fría.Ella sintió que el corazón se le encogía.—¿Por qué? —preguntó en voz baja, sin poder evitar que la herida se filtrara en su tono.Gabriel cer
Oriana aún sentía los efectos del alcohol cuando despertó en su cama. No recordaba cómo había llegado exactamente, pero por lo menos no tenía resaca. Sus pensamientos la llevaron de inmediato a la noche anterior, al inesperado encuentro con Ethan Crawford. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que lo vio que casi no lo reconoció. Pero él la reconoció de inmediato, con su sonrisa confiada y su mirada penetrante.Se levantó con lentitud, sintiendo una punzada de nostalgia al recordar cómo se habían conocido. Todo había comenzado en la universidad. Ella, una estudiante aplicada de seguridad informática, y él, un carismático futuro abogado con ambiciones desmedidas. Se habían cruzado en la biblioteca cuando Oriana buscaba un libro de ciberseguridad. Ethan, con su don de la palabra, le había recomendado uno diferente y así comenzó su historia. Durante meses salieron juntos, compartieron risas, debates acalorados y momentos de dulzura. Sin embargo, sus caminos tomaron rumbos distint
Oriana intentó concentrarse en su trabajo, pero su mente volvía una y otra vez a la conversación con Anita. Ethan había reaparecido en su vida de la nada y, para su sorpresa, su presencia la afectaba más de lo que esperaba. Justo cuando se acomodaba en su silla con un café en mano, su celular vibró sobre el escritorio.Ethan Crawford: “Voy a estar cerca de tu oficina en un rato. ¿Te gustaría almorzar juntos?”Leyó el mensaje varias veces. No estaba segura de si era una buena idea, pero antes de poder analizarlo demasiado, sus dedos ya estaban respondiendo.Oriana Hart: “Está bien, te veo a las 13:00 en la entrada.”Apenas envió el mensaje, sintió un nudo en el estómago. ¿Qué estaba haciendo? Su relación con Gabriel era un enigma, pero eso no significaba que debía buscar distracción en el pasado. No obstante, una parte de ella quería entender por qué Ethan había vuelto.Cuando llegó la hora del almuerzo, caminó hacia la recepción con cierta inquietud. Apenas cruzó la puerta, sintió las
Oriana cerró la puerta de su departamento con un suspiro. Había sido un día largo y agotador, y la energía de la oficina seguía sintiéndose densa a su alrededor. Caminó hasta la sala, encendió una luz tenue y se dejó caer en el sofá. Justo cuando comenzaba a relajarse, un escalofrío recorrió su espalda. Algo no estaba bien.Se levantó y se acercó a la ventana. En la penumbra de la calle, un auto oscuro estaba estacionado justo frente a su edificio. Su corazón dio un vuelco cuando reconoció la figura que estaba dentro.Gabriel.Con el ceño fruncido, agarró una chaqueta y salió al exterior. El aire nocturno era frío, pero la intensidad de la mirada de Gabriel la hizo olvidar la temperatura. Estaba de pie junto a su auto, con los brazos cruzados y una expresión indescifrable en el rostro.—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Oriana, cruzando los brazos.—Volví antes de lo previsto —respondó él con voz grave.Ella arqueó una ceja. —¡Qué conveniente! Justo después de que almorcé con un vie
Oriana sintió la presencia de la sombra disiparse, pero su piel aún estaba erizada. La sensación de vacío que dejó tras de sí la inquietó más de lo que estaba dispuesta a admitir. Volvió la mirada a Gabriel, quien se mantenía tenso, como si estuviera esperando algo más.—No puedo más con esto… —murmuró ella, sin poder ocultar su frustración.Gabriel la miró con cautela, como si analizara cada uno de sus movimientos.—¿Con qué exactamente? —preguntó con voz controlada.Oriana respiró hondo, intentando ordenar el torbellino de emociones que la consumían.—Contigo… con lo que siento —admitió finalmente—. Hace tan poco que te conozco, pero hay algo en ti que me hace sentir… cosas que no tienen sentido. Son demasiado profundas, demasiado intensas. Y lo peor de todo es que sueño contigo constantemente, pero no eres tú. No del todo.Gabriel frunció el ceño. Esa revelación lo tomó por sorpresa. Había considerado la posibilidad de que Oriana estuviera experimentando algún tipo de conexión, per
Oriana despertó con la mente nublada, atrapada entre el sueño y la realidad. Su cuerpo aún sentía el calor del beso de Gabriel, el roce de sus labios grabado en su piel como un eco persistente. Sin embargo, sus palabras retumbaban en su cabeza con la misma intensidad: Hay algo más poderoso que nosotros que no nos permite estar juntos. Ten paciencia.Se sentó en la cama, abrazando sus piernas. Todo lo que había sentido en tan poco tiempo la abrumaba. No podía negar que Gabriel despertaba en ella emociones profundas, un lazo que iba más allá de la lógica y el tiempo. Pero también estaban los sueños. No soñaba con él exactamente… sino con una versión diferente de él. Un hombre de otra época, con la misma intensidad en la mirada, la misma voz que la hacía temblar, pero envuelto en un contexto distinto. ¿Cómo podía sentir tanto por alguien a quien apenas conocía?Sacudió la cabeza y se obligó a ponerse en marcha. No podía permitirse perderse en pensamientos que no llevaban a ninguna parte.