Lorenzo se desesperó al ver a su hija en ese estado y comenzó a gritar fuerte llamando a Sara, él no sabía qué hacer, nunca había lidiado con una situación igual, temía moverla y que terminara lastimándola más. Sus gritos eran tan fuertes que Sara lo escuchó y, en seguida, corrió al patio con el corazón palpitando en su garganta: algo había pasado, el terror en la voz de Lorenzo era alarmante. —¡Zoe, Dios mío! —pronunció asustada cuando vio a la niña en el suelo. Corrió hacia ella y se arrodilló en el suelo delante de la pequeña. —Se cayó de la resbaladilla, no reacciona, está sangrando —le dijo Lorenzo con la voz rota y el cuerpo tembloroso, sentía mucho miedo e impotencia. —Zoe, cariño, ¿me escuchas? —le preguntó ella tocándole la cabecita con cuidado, pero la niña estaba inconsciente, no respondía—. Llama a urgencias, Lorenzo —murmuró entre lágrimas. —Sí, sí. —¿Cómo no se le había ocurrido? Se sacó el móvil del bolsillo y marcó el número de urgencias. En cuanto contestaron, les
En cuanto llegó al hotel, Lorenzo comenzó a buscar el sobre con el documento que había firmado, pero no lo encontró donde lo había dejado, quizá los de la limpieza lo tiraron. Enojado, llamó a la recepción y puso una queja por la desaparición del sobre. Y como se trataba de un huésped importante, el propio gerente subió a la suite y le aseguró que haría todo lo posible por descubrir si alguno de los empleados de limpieza había tomado el sobre. Habló con todos, pero cada uno dijo lo mismo: no lo vieron. Ante la duda, el gerente decidió revisar las cámaras de seguridad del pasillo, iniciando en la fecha que Lorenzo le indicó que obtuvo el sobre.—¿Reconoce a ese hombre? —le preguntó el gerente luego de mostrarle la grabación donde se veía a Paolo ingresando en la suite con una tarjeta.—Sí, lo he visto antes, pero no sé su nombre —contestó recordando que lo había visto en el hospital cuando Zoe tuvo el accidente. ¿Quién era? ¿por qué había entrado a su habitación y para qué? —Ese hombre
Federico Moretti se levantó del sillón de su oficina golpeando el escritorio con los puños cuando escuchó a su abogado hablarle de la demanda que Antonella había levantado en su contra. ¿Cómo era posible que pudiera hacer tal cosa? En todo caso, debía ser Lorenzo quien lo hiciera, no ella. Ante la duda, su abogado le explicó que su hijo había firmado un poder, dándole a su esposa dominio absoluto sobre sus bienes, finanzas y todo lo relacionado a su herencia.—¿Qué? ¿en qué demonios estaba pensando ese idiota cuando hizo tal estupidez? —gritó volviendo a golpear el escritorio. Lorenzo era un inútil, podía perder el control de la siderúrgica por su culpa. El abogado frunció los hombros, no lo sabía, tendría que preguntárselo él mismo a su hijo.¡Maldita la hora que mi padre se empeñó en que le diera un nieto! Yo debía ser su único heredero, pero no, el viejo quería ser abuelo.Fillippo Moretti siempre quiso tener una familia numerosa, pero su esposa solo pudo darle a Federico, tuvo muc
Lorenzo se despidió de Sara antes de viajar a New York en un vuelo comercial para presentarse ante la notaría y revocar el poder que le había otorgado a Antonella bajo engaño, debía hacerlo personalmente para que tuviera un efecto inmediato. Mark lo esperó en el aeropuerto y lo llevó directo a la notaría, donde lo esperaba un representante del bufete de abogados del que era cliente. Firmó el documento y lo presentó ante el notario, solo sería cuestión de horas antes de que Antonella fuera notificada de la revocación del poder.Como medida de protección, contrató un equipo de seguridad que cuidara de Zoe y de Sara, quería asegurarse de mantener a las personas más importantes de su vida a salvo. Consideraba a Antonella y a Paolo como una amenaza, y más cuando descubrieran que su plan había fallado.—No quiero seguir casado con ella ni un minuto más, pero dudo que acceda a firmar sin obtener lo que desea —comentó de camino al apartamento de Mark, no podía ir al suyo porque Antonella lo e
Pensándolo mejor, tenía mucho sentido que Federico y Vittoria no fueran sus padres biológicos, todos las mentiras y engaños que había descubierto eran más fácil de entender a la luz de aquella verdad. Pero, si no querían un hijo, ¿por qué adoptar uno? Lorenzo se lo preguntó a Federico, y él, con absoluto desparpajo, le dijo que fue una condición de su padre para que pudiera heredar y, como no pudo procrear hijos propios, tuvieron que adoptar. Él solo fue un medio para un fin, una moneda de cambio que dejó de importar en el momento que obtuvo lo que deseaba. Pero Federico no contaba con que Lorenzo se metería en el bolsillo al viejo y terminaría dándole lo que por derecho debía ser para él. —Si es todo, conoces la salida —dijo Federico dando media vuelta, no le interesaba seguir hablando con él, mucho menos ahora que sabía la verdad. —Disfruta de los días de libertad que te quedan, porque no descansaré hasta verte tras las rejas como el delincuente que eres —le advirtió una vez más,
El corazón de Sara se llenó de angustia y todo su cuerpo se estremeció ante la noticia que le acababan de dar. Lorenzo le preguntó que pasaba y ella no lograba pronunciar una frase coherente, temblaba de la cabeza a los pies. Respiró hondo y finalmente le dijo que Zoe había desaparecido, que la directora del colegio le informó que no la encontraban, que pensaban que alguien se la había llevado. —¿Quién? ¿cómo pasó? —formuló sobresaltado. Había un equipo de seguridad cuidando a Zoe las veinticuatro horas del día, no era posible que se la hubieran llevado. —No lo sé, no me dieron detalles. Tengo que ir a la escuela. —Corrió a buscar su ropa y comenzó a vestirse a las prisas. Mientras tanto, Lorenzo llamó a Damon, el encargado del equipo de seguridad que había contratado, y le puso al tanto de la situación. —Mis hombres están en las afueras del colegio, me comunicaré con ellos y lo llamaré en cuanto me den información —respondió Damon. —Si algo le sucede a mi hija, toda la responsabi
Habían pasado más de doce horas desde que Zoe desapareció, la policía estuvo buscando duranta horas sin encontrar ninguna pista de dónde podía estar, sin testigos, era como intentar encontrar una aguja en un pajar, para entonces, podían haberla sacado de la ciudad. Sara, Santiago, Bárbara y Lorenzo estaban reunidos en la sala de la casa de Sara a la espera de noticias, la angustia de todos era cada vez mayor conforme pasaban las horas sin saber nada de Zoe. Era imposible no pensar en los peores escenarios, cualquiera pudo llevársela con intenciones perversas. Solo de imaginarlo, Sara temblaba de terror, había llorado tanto que se estaba quedando sin lágrimas. Su niña, su pequeña, la luz de su vida, podía estar en peligro, o tal vez… tal vez muerta. ¿Por qué nadie llamaba para pedir rescate? Era la pregunta que se seguía haciendo Lorenzo. Estaba casi seguro de que Federico o Antonella estaban detrás de la desaparición de su hija, pero ninguno le contestó las llamadas cuando intentó c
La cifra que pedía Paolo a cambio de devolver a Zoe era millonaria, pero a Lorenzo el dinero no le importaba, todo lo que quería era recuperar a su hija a salvo. Sin embargo, tenía dudas sobre si notificaba o no a las autoridades, él podía engañarlo y no entregarle a la niña en cuanto tuviera lo que deseaba. La decisión no era solo suya, debía hablarlo con Sara, pero quería hacerlo a solas. Pensó un momento y se le ocurrió una idea para deshacerse de Santiago para poder hablar con ella como quería.—Necesito mi laptop para hacer la transferencia, está en el hotel —dijo esperando que picara el anzuelo.—Iré por ella, tenemos que estar listos para cuando Paolo envíe la prueba de vida —se ofreció Sara sabiendo que ella podría llegar más rápido que Lorenzo.—No, iré yo. Tú quédate aquí —intervino Santiago, quería ser útil en algo, además, el encierro comenzaba a agobiarlo.—Sí, mejor que vaya él. Esta es mi tarjeta de acceso, me hospedo en la suite presidencial, la laptop está en la caja