Antonella se subió en el auto en el que la esperaba Paolo y le dijo que estaba hecho, que el tonto de Lorenzo firmó cada página sin leer y que, como Sara estaba con él, lo más seguro sería que no lo leería pronto. El primer paso del plan había salido bien, el éxito del siguiente dependía de Paolo. La pareja se despidió con un beso y Antonella se bajó del auto para irse en un taxi al hotel en el que se hospedaban, él tenía que quedarse a vigilar que Lorenzo saliera para poder entrar y conseguir el documento firmado. Mientras esperaba, recibió una llamada de su primo Luca, le había encargado vigilar a Vittoria y le había informado sobre su accidente. —Ha reaccionado, pero la sedaron porque tuvo una crisis nerviosa. —Maldita@ bruja con suerte, pensé que no sobreviviría al accidente. Quédate vigilando y avísame cuando despierte —le ordenó sin apartar la mirada de la entrada del hotel, esperaba que Lorenzo saliera pronto para él poder entrar. Estaba tan cerca de conseguir lo que quería,
Quince días después Zoe gritó de emoción cuando vio la piscina en el patio trasero de su nueva casa, era una vivienda moderna de tres habitaciones, tres baños y medio, sala de estar, sala de juegos, comedor, una cocina amplia y muchas áreas verdes donde la niña podía correr con libertad, siempre habían vivido en apartamentos y a ella le encantaba el aire libre, era la casa que a Sara le había gustado y Lorenzo no dudó en complacerla. —¡Mami! ¿Me puedo meter a la piscina? —le preguntó a su madre corriendo hacia ella. —No, mi amor, tenemos que esperar que nos mudemos para usarla. —¿Mañana? —El fin de semana, en tres días más, cariño —le respondió acariciándole la mejilla. —¿Y papi vendrá con nosotras? Sara se acuclilló para estar a su nivel y le tomó las manitos. —No, amor. ¿Recuerdas lo que hablamos hace unos días? —Zoe sacudió la cabeza, Sara había tenido una larga conversación con ella sobre la decisión que habían tomado de separarse, ella no lo entendía, hizo muchas p
Lorenzo se desesperó al ver a su hija en ese estado y comenzó a gritar fuerte llamando a Sara, él no sabía qué hacer, nunca había lidiado con una situación igual, temía moverla y que terminara lastimándola más. Sus gritos eran tan fuertes que Sara lo escuchó y, en seguida, corrió al patio con el corazón palpitando en su garganta: algo había pasado, el terror en la voz de Lorenzo era alarmante. —¡Zoe, Dios mío! —pronunció asustada cuando vio a la niña en el suelo. Corrió hacia ella y se arrodilló en el suelo delante de la pequeña. —Se cayó de la resbaladilla, no reacciona, está sangrando —le dijo Lorenzo con la voz rota y el cuerpo tembloroso, sentía mucho miedo e impotencia. —Zoe, cariño, ¿me escuchas? —le preguntó ella tocándole la cabecita con cuidado, pero la niña estaba inconsciente, no respondía—. Llama a urgencias, Lorenzo —murmuró entre lágrimas. —Sí, sí. —¿Cómo no se le había ocurrido? Se sacó el móvil del bolsillo y marcó el número de urgencias. En cuanto contestaron, les
En cuanto llegó al hotel, Lorenzo comenzó a buscar el sobre con el documento que había firmado, pero no lo encontró donde lo había dejado, quizá los de la limpieza lo tiraron. Enojado, llamó a la recepción y puso una queja por la desaparición del sobre. Y como se trataba de un huésped importante, el propio gerente subió a la suite y le aseguró que haría todo lo posible por descubrir si alguno de los empleados de limpieza había tomado el sobre. Habló con todos, pero cada uno dijo lo mismo: no lo vieron. Ante la duda, el gerente decidió revisar las cámaras de seguridad del pasillo, iniciando en la fecha que Lorenzo le indicó que obtuvo el sobre.—¿Reconoce a ese hombre? —le preguntó el gerente luego de mostrarle la grabación donde se veía a Paolo ingresando en la suite con una tarjeta.—Sí, lo he visto antes, pero no sé su nombre —contestó recordando que lo había visto en el hospital cuando Zoe tuvo el accidente. ¿Quién era? ¿por qué había entrado a su habitación y para qué? —Ese hombre
Federico Moretti se levantó del sillón de su oficina golpeando el escritorio con los puños cuando escuchó a su abogado hablarle de la demanda que Antonella había levantado en su contra. ¿Cómo era posible que pudiera hacer tal cosa? En todo caso, debía ser Lorenzo quien lo hiciera, no ella. Ante la duda, su abogado le explicó que su hijo había firmado un poder, dándole a su esposa dominio absoluto sobre sus bienes, finanzas y todo lo relacionado a su herencia.—¿Qué? ¿en qué demonios estaba pensando ese idiota cuando hizo tal estupidez? —gritó volviendo a golpear el escritorio. Lorenzo era un inútil, podía perder el control de la siderúrgica por su culpa. El abogado frunció los hombros, no lo sabía, tendría que preguntárselo él mismo a su hijo.¡Maldita la hora que mi padre se empeñó en que le diera un nieto! Yo debía ser su único heredero, pero no, el viejo quería ser abuelo.Fillippo Moretti siempre quiso tener una familia numerosa, pero su esposa solo pudo darle a Federico, tuvo muc
Lorenzo se despidió de Sara antes de viajar a New York en un vuelo comercial para presentarse ante la notaría y revocar el poder que le había otorgado a Antonella bajo engaño, debía hacerlo personalmente para que tuviera un efecto inmediato. Mark lo esperó en el aeropuerto y lo llevó directo a la notaría, donde lo esperaba un representante del bufete de abogados del que era cliente. Firmó el documento y lo presentó ante el notario, solo sería cuestión de horas antes de que Antonella fuera notificada de la revocación del poder.Como medida de protección, contrató un equipo de seguridad que cuidara de Zoe y de Sara, quería asegurarse de mantener a las personas más importantes de su vida a salvo. Consideraba a Antonella y a Paolo como una amenaza, y más cuando descubrieran que su plan había fallado.—No quiero seguir casado con ella ni un minuto más, pero dudo que acceda a firmar sin obtener lo que desea —comentó de camino al apartamento de Mark, no podía ir al suyo porque Antonella lo e
Pensándolo mejor, tenía mucho sentido que Federico y Vittoria no fueran sus padres biológicos, todos las mentiras y engaños que había descubierto eran más fácil de entender a la luz de aquella verdad. Pero, si no querían un hijo, ¿por qué adoptar uno? Lorenzo se lo preguntó a Federico, y él, con absoluto desparpajo, le dijo que fue una condición de su padre para que pudiera heredar y, como no pudo procrear hijos propios, tuvieron que adoptar. Él solo fue un medio para un fin, una moneda de cambio que dejó de importar en el momento que obtuvo lo que deseaba. Pero Federico no contaba con que Lorenzo se metería en el bolsillo al viejo y terminaría dándole lo que por derecho debía ser para él. —Si es todo, conoces la salida —dijo Federico dando media vuelta, no le interesaba seguir hablando con él, mucho menos ahora que sabía la verdad. —Disfruta de los días de libertad que te quedan, porque no descansaré hasta verte tras las rejas como el delincuente que eres —le advirtió una vez más,
El corazón de Sara se llenó de angustia y todo su cuerpo se estremeció ante la noticia que le acababan de dar. Lorenzo le preguntó que pasaba y ella no lograba pronunciar una frase coherente, temblaba de la cabeza a los pies. Respiró hondo y finalmente le dijo que Zoe había desaparecido, que la directora del colegio le informó que no la encontraban, que pensaban que alguien se la había llevado. —¿Quién? ¿cómo pasó? —formuló sobresaltado. Había un equipo de seguridad cuidando a Zoe las veinticuatro horas del día, no era posible que se la hubieran llevado. —No lo sé, no me dieron detalles. Tengo que ir a la escuela. —Corrió a buscar su ropa y comenzó a vestirse a las prisas. Mientras tanto, Lorenzo llamó a Damon, el encargado del equipo de seguridad que había contratado, y le puso al tanto de la situación. —Mis hombres están en las afueras del colegio, me comunicaré con ellos y lo llamaré en cuanto me den información —respondió Damon. —Si algo le sucede a mi hija, toda la responsabi