A unos metros por encima de los hombres, Nina, que dormía como si la noche fuera suya, aunque ya fuera un nuevo día, arrugó la frente cuando el doctor presionó su abdomenPero nada másNo se movió, no se quejó dormida ni mucho menos se despertó sin importar cuánto la revisaran Pasó una hora… dos…Y ella dormía… Y Dante y Salvador se miraban en silencio, enfrentándose con las miradas- ¿Puedo ver a mi esposa?- Duerme- ¿A qué hora despierta?- Es difícil saberlo… anoche… fue una larga noche, estará cansada- ¿Qué pasó anoche?- Bebimos un poco - ¿Por qué?- ¿Desde cuándo hay un porqué para disfrutar de una copa de vino? O dos… Mauricio, que no tenía ni fuerzas ni ganas para sumarse a ese conflicto, revoleaba la vista y miraba para otro ladoCarlos, que había aprendido a mantener una expresión neutral siempre que estaba al lado de Dante Hatclifft, miraba a Mauricio con envidiaSi pudiera, él también haría exactamente la misma expresión- ¿Sucede algo, Doctor Domoniccie? – le pregunt
Los gritos alcanzaron cada rincón de la casa, sacudiendo a todosSara fue la primera en llegar a Nina, seguida de Magnolia, que fue empujada fuera del cuarto por Felipe, que llegó un poco tarde pero justo a tiempo para evitar que la niña viera a su madre en ese estadoDante seguía parado en medio de la habitación, intentando adivinar qué había sido eso tan malo que había dicho para ponerla de esa maneraY, por supuesto, el padre de Dante, su secretario y sus invitados también se sobresaltaronQuién más se estremeció fue Mauricio, que conocía a la perfección ese grito, que estaba tan grabado en él como en NinaQuizás fue en aquel momento, años atrás, cuando se dio cuenta de que, en realidad, no quería provocarle más dolor a esa joven, que se desgarraba en cuerpo y alma para dar paso a una nueva vida- ¿Qué sucede? – preguntó Salvador, tomando del brazo a Carlos, que quería salir corriendo escaleras arriba- Nn… no lo sé – miró de reojo hacia la dirección del cuarto de Nina sin darse cu
Nina había tocado fondo… al menos, el fondo de lo que podía soportarNo tenía más fuerzas ni más excusasNegarse a ese hombre solo había servido para terminar rendida a sus pies¿Y qué se hace con lo que uno siente?Cuando lo que se siente es tan fuerte que puede desgarrar y doblegar incluso la propia voluntadLa decisión correcta... era dejar de resistirse Mientras lo negó a él, su existencia y sus propios sentimientos, solo sufrióY eso no terminaba bien, de nuevo, al menos tendría el consuelo de haberlo intentado... otra vez... ¿No?Lo olvidó y volvió a élLo odió y volvió a élLo resintió y volvió a élComo si Salvador fuera la única constante en su vida, entre tanto caos y olvidoComo si él fuera el único camino hacia ella misma y solo pudiera dejar de pensar cada vez que él la hacía sentirYa lo había notado antes de que la casa en el campo estallara en una lluvia de balasYa había tomado esa decisión aquella noche... la de dejarse convencerEs solo que el dolor tiene la capaci
Salvador reconoció el límite que Dante acababa de marcarEra su territorioPor Magnolia y por Nina, no podía permitirse levantar sospechas Aunque contaba con que su abuelo y aquella rubia que siempre le revoloteaba como las moscas a la leche supieran que él estaba allí, no podía darles el mínimo margen de acercarse a ellos y si la residencia Hatclifft se veía envuelta en un escándalo con la familia Domoniccie, esa estancia tendría la misma suerte que la casa en el campoPlanto un beso en la frente de Nina y con Magnolia en sus brazos, salióSe hizo un silencio en el cuarto que inquietaba a Nina, quien creía que para entonces, sus emociones ya estaban algo entumecidas después de tanto despertar y dormir, llorar y discutir¿Era por el embarazo?Todo eso de sentir una cosa y luego otra con tanta intensidad que su estómago pasaba de tener un hormigueo a ponerse tenso, la desconcertaba - ¿De verdad vas a volver con él? – le preguntó Dante, atravesándola con la miradaNina no sabía cómo r
Parado en la galería, Mauricio miraba como Nina se unía a Magnolia y Salvador en el areneroLos hombres uniformados del General Domoniccie que se corrieron de sus posiciones para que ella se acercara, volvieron a cerrarse en forma de círculo, formando una barrera entre la familia de tres dentro, y el resto - Relájate – palmeó el hombro de Dante – no eres el único que quedó fueraDante miró con desagrado la mano de Mauricio - ¿Siempre es así de engreído? – preguntó, señalando con el mentón hacia donde estaba Salvador- ¿Por qué lo dices?- Traer tantos soldados a mi casa… ¿Quiere presumir de su poder o qué?- ¿Puede presumir delante de Dante Hatclifft? – Mauricio levantó una ceja- ¿Tú qué crees?- Que tú no tienes nada que envidiarle – se oyó una risita de Nina a la distancia - ¿No?- Por supuesto que no… - apretaba los puños a sus costados con fuerza- Solo es algo… posesivo con sus cosas – Mauricio hablaba despacio, sin apartar los ojos de cada expresión de Dante- ¿A qué te refier
Cuando el avión descendió, Greco Domoniccie se levantó de su asiento con un hormigueo en el estómagoUna sensación que no embargaba desde hacía décadas, se dispersaba en su interior: ansiedad La comisa de sus labios se curvó hacia arribaEl gran día había llegadoLa tensión en el aire le resultaba incluso curiosa- Durante décadas hiciste lo que quisiste, Greco – Alfredo Mansilla lo recibió al bajar del avión – No puedo creer que a esta altura de la vida se te dé por pelear- Es todo o nada – se enderezó apoyando ambas manos en su bastón- Déjate de tanto teatro – le dijo, mirando el bastón – que estás mejor que todos nosotros juntos Greco hizo girar su bastón y lo acomodó debajo de su brazo, mientras lo seguía hasta el auto negro a un costado- Es por seguridad – dijo, refiriéndose al bastón- Si tú no tienes problemas de equilibrioGreco sonreía de oreja a oreja, como si todo aquello fuera divertido- ¿Cómo procedemos? – preguntó el anciano- Tenemos quince hombres para abordar el
Salvador miró por el rabillo del ojo cuando Mauricio se levantó y abrió la boca para decir algo cuando Nina también, pero Dante lo distrajo chasqueando los dedos delante de él.- Hey, aquí – le dijo – General, no tenemos tiempo que perder con sus escenas de celos- ¿Quién va a hacer una escena?- No se haga… que ya me enteré de que trajo tanta gente porque me tenía miedo – bromeo Con ambas manos apoyadas a los costados del escritorio, Salvador lo fulminó con la mirada.- ¿Quién te tiene miedo? – levantó la barbilla, pero seguía ligeramente inclinado hacia la puerta por la que su primo y su esposa habían salido- No sabía que el General Domoniccie era tan inseguro… ¿O es que desconfiado?- Confío en mi esposa- Entonces es inseguro…Salvador intentó concentrarse en los mapas con las rutas de la frontera y el aeropuerto hasta ellos.- Tenemos a Greco en el aeropuerto con estos… y estos otros se movilizarán por la frontera Dante pensó decir algo más sobre Nina, pero pensando en su conv
De un segundo a otro, Salvador, que tenía los ojos rojos de la ira y se sostenía de la pared para no perder el equilibrio, pasó a esa expresión fría e impenetrable que solía llevar cuando se jugaba la vida en alguna misión.Dante, que entendió que en ese preciso momento estaba viendo por primera vez en su vida al General Domoniccie, se aclaró la garganta e intento decir algo más, pero Salvador pasó por su lado con la espalda reta y los hombros hacia atrás.Mientras tanto, Mauricio se giraba de manera refleja para cubrir a Nina de Julieta.- Lo sabía – se burló ella – No me dejarás matarla… Pero… ¿De verdad te interpondrías entre una bala y ella? - Sí – soltó con una seriedad sin precedentes en él.Y si había algo que Julieta aborrecía hasta el punto de que sus entrañas se revolvieran, era que los hombres de la familia Domoniccie perdieran la cordura por esa bastarda.- Entonces será una tarde ocupada para ti – dijo mientras miraba su espalda con una expresión ausente.No pelearía. No