HOLA, DÉJAME TUS COMENTARIOS O RESEÑAS GRACIAS POR LEER REGÁLAME TU LIKE EN EL CAPÍTULO ♥
En el hospital.Paz entró lentamente a la habitación, su corazón latía con fuerza en su pecho.El aire olía a desinfectante, pero ella apenas lo notó. Sus ojos se posaron en el hombre que yacía en la cama, tan débil, tan frágil.Ya no era el mismo hombre que había sido su padre, aquel que la miraba con desprecio, que le gritaba, que la despreciaba con una crueldad que todavía podía sentir en lo más profundo de su ser. Su rostro estaba demacrado, sus ojos apagados por el paso del tiempo y la enfermedad.Pero había algo en él que la sorprendió: un atisbo de vulnerabilidad que no había visto antes.David Leeman abrió los ojos lentamente.Al principio, parecía perdido, como si no reconociera el lugar o a la persona frente a él.Pero luego, sus ojos se fijaron en Paz, y una chispa de sorpresa, de anhelo, brilló en su mirada.—¡Hija, estás aquí! Me salvaste… —su voz, rasposa y quebrada por la debilidad, sonaba cargada de desesperación.Paz sintió un nudo en el estómago, pero no cedió. Mantuv
Randall salió apresuradamente de la empresa, el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de un naranja sombrío.Había recibido un mensaje urgente de su esposa, Bianca, que le pedía que regresara a casa de inmediato, asegurándole que tenía una sorpresa para él.El corazón de Randall dio un pequeño salto al leer esas palabras.Después de todo, no había mucho que pudiera esperar de su vida en ese momento, pero las sorpresas siempre despertaban algo de curiosidad en él.Sin embargo, aún tenía una reunión en un restaurante, algo que no podía evitar si quería mantener el rumbo en sus negocios.La reunión fue corta, de esas que no dejan nada más que un par de palabras vacías y promesas que nunca se cumplen.Pero Randall ya no estaba en el estado mental adecuado para prestarle atención a eso.El mensaje de Bianca había quedado grabado en su mente, resonando en cada paso que daba al salir del restaurante.Aun cuando la reunión terminó, algo en su interior le pedía que no se demorara más, que f
Cuando Deborah llegó a la bodega a las afueras de la ciudad, su risa maliciosa rompió el silencio de la noche.La luna apenas iluminaba el camino, pero sus ojos brillaban con una satisfacción siniestra.Había esperado este momento durante tanto tiempo, y ahora, finalmente, estaba a punto de tener lo que deseaba.—¿La trajeron? —preguntó, su voz cargada de una ira contenida.Los hombres que la acompañaban asintieron sin decir palabra. Le hicieron un gesto para que los siguiera hacia el interior de la bodega.La habitación estaba vacía, excepto por un colchón viejo tirado en el suelo, y en él, la figura indefensa de Paz.Al verla, los ojos de Deborah se oscurecieron, y una sonrisa cruel apareció en sus labios.Se acercó lentamente, disfrutando cada paso mientras su mirada se clavaba en la joven.Todo lo que había deseado, todo lo que había perdido, ahora parecía al alcance de su mano.—¿Qué tienes tú, Paz? —su voz tembló de odio—. ¿Qué tienes tú que no tenga yo? ¿Qué es lo que tienes que
Bianca rompió en llanto, las lágrimas corriendo por su rostro como una cascada incontrolable.Intentó llamar a Randall una vez más, pero su teléfono seguía sonando en vacío, su llamada sin respuesta.Desesperada, lanzó el teléfono con rabia, escuchando el ruido sordo del dispositivo al caer al suelo, pero el dolor que sentía en su pecho era mucho más intenso que el de su fracaso al no obtener ninguna respuesta.De repente, algo más la hizo detenerse en seco. Sintió una humedad en sus piernas.Miró aterrada hacia abajo y vio la sangre, corriendo en un torrente que rápidamente empapaba el suelo bajo ella.Un grito ahogado salió de sus labios, un grito desgarrador que solo podía ser interpretado por una madre que estaba perdiendo a su hijo.—¡No, mi hijo! —exclamó, el terror paralizándola.Su visión comenzó a nublarse, el dolor físico y emocional combinándose en un torbellino que la hizo perder el control.En un instante, su cuerpo cedió y se desmayó.Su empleada, que había estado cerca,
Randall se levantó de la cama, con una sensación de inquietud que le oprimía el pecho.—Randall, espera… —dijo Terrance, la voz llena de preocupación.Randall se detuvo por un instante, pero su mente solo podía pensar en una cosa.—¡No, dime! ¿Qué pasa con Bianca? —exclamó, con los ojos llenos de pavor.—Al parecer, está enferma. —respondió Terrance, su tono grave y serio.El corazón de Randall latió más rápido, como si se estuviera rompiendo en pedazos. La ansiedad lo envolvía, y el miedo de perderla lo acechaba.—¡Tengo que ver a mi esposa! Por favor, llevadme a ella. —dijo, su voz temblando por la urgencia.Ambos salieron apresuradamente de la habitación, pero en el pasillo una enfermera apareció, con una expresión seria.—Bianca está en este mismo hospital. —informó la enfermera.Randall no perdió tiempo, corrió hacia la habitación de Bianca con el alma hecha pedazos, el pánico se apoderaba de él mientras pensaba en su bienestar y el de su hijo.Cuando llegó, el doctor apareció en
Por la noche.La mansión Eastwood estaba llena de risas y emoción.Aquella noche, la familia se reunía para celebrar dos grandes revelaciones: Paz y Bianca, ambas en etapas avanzadas de sus embarazos, estaban listas para revelar el sexo de sus bebés.Bianca, con un mes menos de embarazo que Paz, ya conocía el sexo del bebé, pero prefería dejar que el momento fuera aún más especial.Las niñas, Mila y Mia, tenían en sus manos dos huevos decorados con confeti, cada uno preparado para hacer estallar la sorpresa.Amelia, con una sonrisa cálida, fue la primera en hablar.—Bien, Mia, ¿estás lista para hacer la gran revelación? ¡Rompe el huevo que nos dirá si tu tía tendrá niño o niña!Mia asintió, sus ojos brillando de emoción mientras todos se reunían en el jardín. Con un grito de júbilo, lanzó el huevo al suelo, y de inmediato, una lluvia de confeti azul salió disparada al aire. La familia estalló en aplausos, celebrando la noticia. Las niñas estaban radiantes de felicidad.—¡Sigo yo! —grit
Varios meses después.Paz se encontraba frente al espejo, observando su reflejo.El vestido de novia era sencillo, de tela ligera, ideal para la ceremonia en la playa, pero su corazón latía con fuerza.No podía evitar sonreír al verse; se sentía radiante, como si estuviera comenzando una nueva vida.Sin embargo, algo en su interior no dejaba de pulsar con una mezcla de emociones.Recordó su primera boda, aquella en la que se sentía atrapada en un torbellino de inseguridades y miedos.Todo lo que tenía entonces era un amor inmaduro, tan lleno de sacrificios que se sentían más como cadenas que como una verdadera expresión de cariño.Ahora, mirándose al espejo, sentía que por fin estaba eligiendo lo que quería para sí misma, sin ataduras, sin dudas.La puerta se abrió y Amelia entró en la habitación, su mirada fija en Paz. La mujer dejó escapar un suspiro de admiración.—¡Eres tan hermosa, hija! —exclamó, acercándose rápidamente para abrazarla con fuerza.Paz la abrazó de vuelta, sintiend
Por la noche. La luna iluminaba el océano, y el viento suave movía la suave tela de las cortinas del yate.Paz y Terrance subieron juntos al lujoso yate, el ambiente perfecto para lo que sucedería después.En la habitación, las luces cálidas reflejaban la suave seda del dosel que rodeaba la cama, la cual estaba adornada con pétalos de rosa.El aire fresco del mar entraba por las ventanas abiertas, pero sus cuerpos, desnudos y entrelazados, ardían con una necesidad incontrolable.Terrance la miró profundamente, sus ojos reflejaban un deseo desenfrenado.La acercó a él, besando su piel con la ternura de quien sabe lo que ha esperado tanto tiempo.Cada roce de sus labios sobre su cuello, cada caricia en su piel era, como una promesa que se cumplía, un testamento del amor que nunca había dejado de arder en su interior.Paz se dejó llevar, su cuerpo respondía al de él, y su corazón latía con fuerza, como si estuviera a punto de explotar.Los besos se volvieron más intensos, más urgentes, c