HOLA, SI LLEGASTE HASTA AQUÍ, MUCHAS GRACIAS POR TU APOYO. CONTINUARÉ LA HISTORIA CONTANDO LA VIDA DE LAS GEMELAS MILA Y MIA, EN ELLAS SE CENTRARÁ LA HISTORIA, PERO TAMBIÉN HABLAREMOS DE GABRIEL Y DE OTROS PERSONAJES, CLARO TAMBIÉN DE PAZ Y TERRY AUNQUE SABEMOS QUE ELLOS SON FELICES JUNTOS. TE INVITO A SEGUIRME LEYENDO. REGÁLAME TU LIKE EN EL CAPÍTULO, COMENTARIO O RESEÑA
Veinte años despuésPOV Terrance“Dicen que un hombre que en el pasado lastimó el corazón de una buena mujer, pagará su karma con sus hijas, porque ellas, al igual que esa mujer, sufrirán en cuestiones de amores. Siempre creí que eso era una superstición absurda, algo que los viejos cuentan para asustar a los jóvenes, pero ahora... ahora, no estoy tan seguro.”El llanto de Mila resonaba por toda la casa. Esa tristeza desgarradora que nadie debería sentir.Terrance estaba de pie frente a la cama de su hija, su rostro arrugado por la preocupación, las manos temblorosas al intentar ofrecer consuelo.—¡Déjame a solas, papá! —su voz estaba rota por el dolor.Terrance tomó su mano con suavidad, intentando darle una mínima sensación de seguridad en medio de su tormenta emocional.Pero la miró a los ojos y sintió su propio corazón romperse con la angustia reflejada en su rostro.—Escúchame, Mila... él no te merece. Si fue capaz de traicionarte de esa manera, olvídalo. Ya vendrá un buen hombre
Mia llegó a casa como si el peso del mundo estuviera sobre sus hombros.Cada paso que daba dentro de la casa era una tortura, como si el lugar que alguna vez había llamado hogar ya no tuviera cabida en su corazón.Apenas cruzó la puerta, la voz de Leslie, su cuñada, la alcanzó como un grito de advertencia.—¡Quiero que me hagas las uñas, Mia! Hoy tengo una fiesta —le ordenó con desdén, como si no hubiera notado el estado de su cuñada.Mia la miró con rabia, esa rabia que llevaba en su pecho creciendo dentro de ella, alimentada por los silencios de Eugenio y las humillaciones que ya no estaba dispuesta a soportar.—Paga para que te las hagan, ¡Yo no soy tu criada! —respondió con una calma fría, sin poder ocultar el veneno en sus palabras.Leslie se quedó muda por un momento, sorprendida por la respuesta.Sus ojos se agrandaron, y una sonrisa irónica apareció en sus labios.—¡¿Disculpa?! Eres mi criada, ¡no olvides tu lugar!Las palabras de Leslie golpearon a Mia como una bofetada invisi
La risa amarga de su suegra María llenó la habitación, un sonido seco, casi cruel, que se quedó suspendido en el aire como un veneno.Eugenio, fuera de sí, lanzó los papeles al suelo con furia a un lado.Sus manos temblaban de rabia, pero su voz era firme, como si tratara de controlar todo lo que ya se le escapaba de las manos.—¡Tonterías! No nos divorciaremos por algo tan absurdo, Mia. Vamos a arreglar esto, tú y yo... como siempre.María, alzando los papeles de divorcio con desdén, los agitó en el aire con una sonrisa de satisfacción cruel.Sus ojos brillaban de una mezcla de desprecio y victoria.—¡No hay nada que arreglar! —exclamó, su tono cargado de veneno—. Esta zorra ya firmó, ¿y sabes qué? Ahora déjala ir, ¡es un estorbo, hijo! ¡Además, no lo olvides, ella te fue infiel!Mia frunció el ceño, confundida, como si esas palabras no tuvieran sentido.Su corazón latía con fuerza, pero era un latido lleno de incertidumbre.—¿Infiel? —exclamó incrédula, mirando a Eugenio con ojos des
Eugenio no supo cuántos metros corrió tras el auto, no sabía cuántos segundos, minutos, u horas habían pasado, hasta que sus piernas cedieron y cayó al suelo, de rodillas. Solo en ese momento, cuando su cuerpo se desplomó en el asfalto frío y su corazón palpitaba con furia, pudo darse cuenta de lo que sucedía. ¡Estaba llorando!Nunca lo había hecho. Nunca había permitido que las lágrimas se desbordaran, incluso ni siquiera el dìa en que su medio hermano fue acusado y llevado a prisión hace un mes. Solo en el funeral de su padre, un dolor contenido y lejano lo había obligado a llorar. Pero ahora, aquí, en la soledad del abandono, estaba derrumbado. Lloraba por ella, por lo que había perdido, por todo lo que había sido engañado a creer.«Mia… ¿Nunca me amaste? ¿Amabas a Gabriel Eastwood?» El pensamiento lo atormentaba, lo aplastaba como un peso inmenso sobre su pecho. «Es más joven que los dos, y lo preferiste a él. ¿Es porque no conseguí ser tan rico como los Eastwood? ¿Por qué no me de
Mila se apartó bruscamente de Aldo, con la respiración agitada y las manos temblorosas por la rabia. Sus ojos, que hasta hace unos minutos reflejaban tristeza, ahora estaban llenos de furia.—¡Es tu culpa! —espetó, con la voz temblorosa, por la mezcla de alcohol y enojo.Aldo la miró desconcertado.—¿Mi culpa? ¿De qué estás hablando?—Ella es tu amiga, ¿no? ¡Esa m*****a tarántula es tu amiga! Tú los presentaste, los acercaste, los metiste en el mismo círculo. ¡Si no fuera por ti, esto no habría pasado!Aldo retrocedió, sintiendo cómo el aire entre ellos se cargaba de resentimiento.—¡¿Qué?! —exclamó con incredulidad—. Ellos ya se conocían de antes, solo de vista. ¡Yo no tuve nada que ver!Pero las palabras de Aldo no significaban nada para Mila en ese momento.Su dolor era demasiado intenso, y necesitaba culpar a alguien, a cualquiera, para no sentir que se estaba ahogando en su propia desesperación.Sin pensarlo dos veces, agarró la botella de Martini de la mesa, la destapó con torpez
Mila pareció reaccionar de golpe, como si una ola de conciencia la azotara en medio de su embriaguez.Sus manos temblorosas se apoyaron en el pecho de Aldo y lo empujaron lentamente, tratando de poner distancia entre ellos.—No… no… espera… —balbuceó, su respiración entrecortada, su mente nublada por el alcohol y la confusión—. Yo… yo quiero a…Pero Aldo no le dio oportunidad de terminar la frase.Volvió a besarla con la misma intensidad, con una desesperación que parecía brotar de lo más profundo de su alma.Un beso lleno de rabia, de súplica, de una necesidad que le quemaba por dentro.—¡No quieres a ese hombre! —exclamó contra sus labios, su voz quebrada por la emoción—. No puedes querer a alguien que destroza tu corazón sin piedad. ¡Mírame, Mila! Estoy aquí, soy real… y soy tuyo. ¿Qué más me falta para que me ames solo a mí?Mila cerró los ojos con fuerza, intentando ignorar la batalla dentro de sí misma.Su corazón latía frenético, un torbellino de emociones encontradas que la dej
Mientras la noche avanzaba y la ciudad dormía, el mundo virtual ardía con la inesperada noticia.Las redes sociales estaban en ebullición, llenas de comentarios, especulaciones y teorías sobre el matrimonio repentino de Mila y Aldo.“¿Es una broma? No es primero de abril.”“¿Desde cuándo estaban enamorados en secreto?”“¿Mila está actuando por despecho?”Algunos se burlaban, otros felicitaban con entusiasmo, y había quienes se desgarraban por dentro al leer la noticia.Para algunos, era un cuento de hadas, el destino uniendo a dos almas predestinadas; para otros, era un escándalo, una locura sin sentido.Entre los espectadores estaba Arly, quien al ver el video sonrió con cierto alivio.«Si Mila se casa con Aldo, tal vez todos dejen de señalarme como la villana. Quizá ahora me dejen en paz...» pensó con una satisfacción oculta. Además, Aldo era guapo, rico y exitoso.A simple vista, el hombre ideal para Mila. Tal vez, después de todo, esto era lo mejor para todos.Pero no todos compart
Mila se levantó de la cama con rapidez, su cuerpo aún adolorido por la resaca, la cabeza latiendo a golpes.Miró a su alrededor, sintiendo la pesadez del ambiente. No podía recordar con claridad lo que había pasado, solo fragmentos borrosos de una noche de ebriedad que no deseaba recordar.Comenzó a vestirse a toda prisa, el sonido de su ropa arrugándose, llenando el aire.Se sentía vulnerable, incómoda, y, sobre todo, perdida.—¡No me mires, cierra los ojos! —ordenó, con una voz que intentaba sonar firme, pero que temblaba por la ansiedad.Aldo obedeció de inmediato, dándole la espalda.Mila podía sentir sus ojos sobre su piel, aunque él ya no la mirara. Algo dentro de ella se estremeció, algo que no alcanzaba a comprender.Cuando terminó de vestirse, lo miró de reojo. Él estaba acostado en la cama, con la sábana, cubriéndole la cintura.Aún no comprendía lo que había pasado entre ellos, pero una parte de su cuerpo le decía que no era lo que pensaba.Sentía como si nada de eso hubiera