CAPÍTULO 41: ENGAÑADA

Alina

Un par de brazos cálidos y fuertes me llevan cargada hasta dentro de lo que queda de las ruinas de mi antigua casa. Mi cabeza duele y pulsa como si un árbol gigante me hubiera caído encima. Poco a poco mi vista se aclara y los recuerdos vuelven a mi memoria.

El frío que siento en la parte de atrás de mi nuca es a causa de la sangre que escapa por la herida abierta que me hice al golpearme con la roca, también regresa la sensación de dolor en mi pierna por el puñal que extraje, pero todo eso deja de cobrar importancia para mí cuando abro los ojos y veo la silueta humana de mi caballero de la luna, de Lucian…

Él me recuesta con sumo cuidado sobre un sillón mullido y se arrodilla a mi lado. Quiero gritarle, quiero abrazarlo y besarlo; quiero hacer demasiadas cosas; pero, sobre todo, quiero respuestas.

—Perdóname Alina, todo esto es mi culpa —susurra sujetando mi mano con dulzura.

Deslizo mi mano de las suyas y la apoyo en mi vientre, a la vez que intento incorporarme en el asiento.
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