Capítulo 34

Rashad.

Mia…

—Señor… la señorita Hadassa ha preguntado por usted… incansables veces… —Apreté mis dientes, y seguí consumiendo de la bandeja que había sido presentada en mi habitación.

Era de noche, de hecho, este era el último día en el que Babel tendría una paz absoluta, una que, incluso, dolía en los oídos.

No había un pueblo presente, solo hombres que se preparaban para una batalla esperando que el sol tocara nuestro suelo glorioso. Había cierta incertidumbre en el aire, y ese sin sabor que se gestaba en la boca de mi estómago ante lo inminente.

Había visitado a Hadassa estos días, por supuesto, pero no había querido estar presente cuando ella estuviera despierta. Necesitaba que mis sentidos estuvieron sujetos a mi ira por lo que se avecinaba, y tenerla cerca no era una opción, a pesar de que me moría de ganas por verla y tenerla conmigo.

—¿Ella sigue recuperándose? —Pregunté hacia Ara que era la mujer que Hadassa prefería para su cuidado personal, y alzando el rostro la vi asentir
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