Hadassa.Verdugo…Cuando un vestido largo y ligero adornó mi cuerpo, vi a través del espejo de cobre como Ara se esforzó en cepillar mi cabello todavía húmedo, mientras otra mujer frotaba unos aceites en mis brazos.Debajo del vestido habían puesto nuevas vendas, que incluso sostenían mi estómago, y me calmaban el miedo que tenía por enfrentarme nuevamente a mi tormento.Me puse de pie cuando estuve lista, y salí esperando tener un montón de guardias en mi puerta. Sin embargo, esto no fue así, solo había un hombre como de costumbre en cada muro, que asintió con su cabeza en saludo al cerrar la puerta tras de mí.Giré hacia ambos lados del pasillo, no había un revuelo como lo imaginé, y solo la servidumbre iba de aquí para allá, saludando cuando me acercaba hacia ellos.Era un poco extraño esta nueva fase de andar por el palacio sin tener una vigilancia detrás de mi espalda todo el tiempo, pero fue mucho más inquietante pasar y ver que los guardias no me impedían seguir con libertad a
Hadassa.Adiós…Como todo el tiempo, como siempre con él, mi cuerpo sintió la adrenalina correr por mis venas cuando mis ojos llegaron a los suyos, y aun en nuestra lejanía, toda mi piel se resintió ante el escrutinio, y su mirada recorriendo desde mis pies a mi cabeza.No me atreví a moverme, por un parte, me ardía la piel por querer ir corriendo a su lugar y abrazarlo con fuerza. Estaría mintiendo si dijera que esto no es lo que quería, pero esta vez había algo en su mirada que me dijo que este no era el momento.—Vete… —de un instante a otro, Rashad cortó con nuestras miradas y posicionó sus ojos en Nabu, a quien dirigió sus palabras desde un inicio—. Déjame a solas con ella, y no permitas que nadie interrumpa en mi salón…No escuché una respuesta en Nabu, pero por el rabillo del ojo, vi un asentimiento de su parte y sus pasos detrás de mí, comprobaron que se estaba yendo del lugar.Ahora éramos solo él y yo… en medio de este gran salón.—Acércate… —escuchar su voz tan personal sol
Hadassa.Ocho meses después…El tiempo…Una tercera puntada en esta mañana vino a gestarse en mi vientre bajo, mientras tomé fuertemente las barandas del balcón de mi habitación, para tratar de amortiguar un poco la molestia.Tomé una aspiración afanosa cuando la barriga se puso tan dura como una roca, y cuando fue pasando el dolor, solté el aire mientras las perlas de sudor, invadían mi frente.No tuve una noche plácida, de hecho, tenía tres noches en las que no había podido dormir; entre pesadillas, incomodidad, y una fatiga enorme al tener el vientre tan pesado encima de mí.Pasé mis manos sobre mi barriga y luego levanté la mirada hacia el horizonte, aun con la mañana oscura, y el aire bastante frío.Pude divisar como no había casi nadie afuera, y como todavía se veía de lejos unos soldados que estaban partiendo desde la madrugada.El reino de Radin no tenía muros fuertes, básicamente nuestro palacio era la cuarta parte si la comparaba con la de Babel, y quedaba en el centro de to
Hadassa.Príncipe…Sentí que en este último intento todas las fuerzas se iban de mi cuerpo, y un gran sueño estaba comenzando a arroparme por completo. Podía escuchar la voz de la partera muy lejos, mientras Elisama palmeaba mis mejillas contantemente, y una sonrisa adornaba su rostro.¿Por qué sonreía?, fue la pregunta que me hice, y solo pensé que no podía volver a reunir la fuerzas para pujar como las parteras me indicaban.Sin embargo, algo a continuación trastornó todo mi entorno.Pude escuchar un llanto agudo, un llanto cálido, dulce y bajo, que hizo que mis ojos se apretaran y que un pitido se instalara en mi oído.Sacudí la cabeza como venciendo este sueño que me estaba venciendo, y luego, el llanto se intensificó.—¡Es un niño… es un príncipe…! —desvié la mirada hacia Elisama que sujetó la manta que las mismas parteras le pasaron, y en cuestión de unos segundos, mi pecho sintió como este bebé cálido fue puesto encima de mí—. Es muy… muy hermoso…Rápidamente, lo envolví con mi
Hadassa.Discurso…Escuché una ovación cuando me asomé al balcón principal, sin poder evitar que a mi mente viniera ráfagas de recuerdos, desde que era una niña y mi padre iba a dar un discurso. En cómo me metía entre sus faldas y veía a escondidas a la multitud para saber si estaban contentos con lo que decía.Recordé a mi madre que tomaba su mano asintiendo dándole su apoyo, y girándome hacia ambos lados, solo sabía ahora, que de alguna forma ellos estaban aquí conmigo.—Estaremos aquí detrás… —escuché a Gamal y asentí hacia él y Elisama que me esperaban a unos metros, mientras puse mis manos en el muro para tomar una fuerte aspiración.Los hombres que se había capacitado en estos meses para ser guardias del palacio, estaban terminando de organizar a todas las personas, y cuando me asomé por completo, las voces se fueron acallando y solo escuché el aliento que solté cuando me preparé para hablar entre tanto levanté las manos.“Hoy me dirijo a ustedes principalmente para instarles a
Hadassa.De vuelta…—Usted me ha dicho que cuando se trate de personas de Babel, están autorizados a entrar al palacio, majestad…Asentí rápidamente hacía Gamal mientras mis labios temblaron de anticipación. Me apresuré por cambiar mi expresión, y en dos pasos, pero finalmente deteniéndome de nuevo, miré al consejero real.—Sí… solo, estoy un poco asombrada, no pensé que vendrían unos guardias al palacio después de que se fueron hace unas lunas… ¿Le dijeron que querían?Gamal negó.—No son guardias de bajo rango, mi señora… ellos dijeron ser generales del reino Babilonio. Uno de ellos me dio su nombre, y dijo ser el general Nabu.La punzada en mi estómago me dolió al punto de que Gamal se apresurara a llegar a mi lugar para sostener mi brazo.—Majestad… ¿Se encuentra bien?—Me mareé… quizás…—Está exhausta —intervino Elisama, mientras llamó a una nana para que se hiciera cargo de Aarón, entre tanto escuché cuando le indicó en susurro “No salgas de aquí”—. Dar pecho al bebé descompensa
Hadassa.Rebeldía…—¿Desde cuándo estás en Radin? —en medio de mi respiración agitada, traté de negociar.Pelear con él era perdido, no quería, ni podía hacerlo.Rashad no se giró, pero respondió a mi pregunta.—Hoy…—¿Dónde has estado en este tiempo? Quiero decir… tus hombres dijeron que no has estado en el palacio de Babel…—Tengo asuntos que atender… —en ese momento se giró hacia mí, y clavó su mirada en mi sitio—. Principalmente, estoy aquí, por la invitación que recibiste… no por el discurso que ibas a dar…Mi ceño se profundizó levemente, y luego me levanté despacio.—¿Qué invitación? —ahora solo tenía viva las palabras de que quería ver a su hijo, por lo tanto, olvidé todo lo demás.—La invitación de Labán, claro está… —él dio los pasos de forma lenta y luego se detuvo frente a mí—. No irás a ese encuentro.Negué varias veces.—¿Cómo sabes que tengo esta invitación?Su sonrisa se ensanchó mientras negó.—Sé todo lo que pasa a mi alrededor, Hadassa… y por supuesto sé que reinos
Hadassa.Decisión… —Enviaré la notificación, majestad, ahora con su permiso, me retiro…Era de noche cuando Gamal salió del salón, y yo terminaba de escribir en un nuevo pergamino, como lo solía hacer todas las noches desde que entré nuevamente al palacio de mi padre.Era un pasatiempo que solía hacer desde muy pequeña, pero ahora, era mi mismo refugio, donde podía descargar todo lo que sentía desde que había llegado a este lugar.Aarón ya estaba durmiendo después de pasar una hora amamantándolo, y aunque estaba extremadamente cansada, esperaba que Elisama entrara al salón para hablar con ella.El reino de Asera era el más cercano a Radin que de los demás, si hablaba de distancia. La reunión sería en tres días, y si partía al amanecer, estaría en ese lugar al medio día, tal y como lo estipularon en la invitación como una comida de bienvenida.Si era inteligente, me regresaría por la noche en cuanto terminara las negociaciones, y estaría aquí en Radin en la madrugada.No quería llevar