Rashad.Gran verdad…Detallé como Caleb enderezó su espalda, y por supuesto me dio la cara sin parpadear, pero los ojos de Hadassa en él, seguían suplicándome.—Golpeaste a tu hermana… y jodiste tu única oportunidad… —traté de hablar con calma, intentando contenerme todo lo que podía.—No quiero una maldita oportunidad… te pudrirás en el infierno de todas formas… —el hombre escupió las palabras con evidente rabia, mientras mi sonrisa se ensanchó hacía él.—Estoy seguro de que entrarás primero que yo… —me monté en el caballo y él se quedó mirando un poco esperanzado al ver que no lo llevaba conmigo, pero de un momento a otro, enredé sus cabellos en mi mano de forma segura, y golpeé el caballo para que comenzar a andar a paso mediano. Caleb comenzó a trotar al ritmo del animal, y yo le di inicio a mi venganza personal para con este hombre.Quebré su primer brazo mientras su grito perforó mis oídos, pero las filas de mis hombres no se inmutaron ante lo evidente.Alhamar iba amarrado al
Hadassa.Oculto… “Estoy seguro de que… nos uniremos de nuevo… estaremos juntos en esta vida, o en la otra… nunca pierdas la esperanza…”Un estruendo, parecido a varias vasijas caerse de forma repentina, hicieron que mi cuerpo saltara, mientras mis ojos intentaban abrirse pese al ardor en ellos.Había tomado suficiente del brebaje que Edom me había preparado para calmar un vómito intenso, y un dolor de cabeza que a últimas instancias estaban acabando con mi cordura.Tenía la bata manchada, y parte de mis brazos llenos de sangre seca, las rodillas raspadas y el cabello revuelto.En el momento en que me senté tomando mi frente bañada en sudor, sujeté mis costillas que aún dolían como el primer día, mientras divisé que Ara estaba recogiendo una bandeja del suelo de forma apresurada.Esto, sin duda alguna, es lo que me había despertado de golpe.—Lo siento, señorita Hadassa… me tropecé —Negué rápidamente hacia ella, pero no dije una palabra.Tenía la boca seca.Ella pudo notar como me apr
Hadassa.Verdugo…Cuando un vestido largo y ligero adornó mi cuerpo, vi a través del espejo de cobre como Ara se esforzó en cepillar mi cabello todavía húmedo, mientras otra mujer frotaba unos aceites en mis brazos.Debajo del vestido habían puesto nuevas vendas, que incluso sostenían mi estómago, y me calmaban el miedo que tenía por enfrentarme nuevamente a mi tormento.Me puse de pie cuando estuve lista, y salí esperando tener un montón de guardias en mi puerta. Sin embargo, esto no fue así, solo había un hombre como de costumbre en cada muro, que asintió con su cabeza en saludo al cerrar la puerta tras de mí.Giré hacia ambos lados del pasillo, no había un revuelo como lo imaginé, y solo la servidumbre iba de aquí para allá, saludando cuando me acercaba hacia ellos.Era un poco extraño esta nueva fase de andar por el palacio sin tener una vigilancia detrás de mi espalda todo el tiempo, pero fue mucho más inquietante pasar y ver que los guardias no me impedían seguir con libertad a
Hadassa.Adiós…Como todo el tiempo, como siempre con él, mi cuerpo sintió la adrenalina correr por mis venas cuando mis ojos llegaron a los suyos, y aun en nuestra lejanía, toda mi piel se resintió ante el escrutinio, y su mirada recorriendo desde mis pies a mi cabeza.No me atreví a moverme, por un parte, me ardía la piel por querer ir corriendo a su lugar y abrazarlo con fuerza. Estaría mintiendo si dijera que esto no es lo que quería, pero esta vez había algo en su mirada que me dijo que este no era el momento.—Vete… —de un instante a otro, Rashad cortó con nuestras miradas y posicionó sus ojos en Nabu, a quien dirigió sus palabras desde un inicio—. Déjame a solas con ella, y no permitas que nadie interrumpa en mi salón…No escuché una respuesta en Nabu, pero por el rabillo del ojo, vi un asentimiento de su parte y sus pasos detrás de mí, comprobaron que se estaba yendo del lugar.Ahora éramos solo él y yo… en medio de este gran salón.—Acércate… —escuchar su voz tan personal sol
Hadassa.Ocho meses después…El tiempo…Una tercera puntada en esta mañana vino a gestarse en mi vientre bajo, mientras tomé fuertemente las barandas del balcón de mi habitación, para tratar de amortiguar un poco la molestia.Tomé una aspiración afanosa cuando la barriga se puso tan dura como una roca, y cuando fue pasando el dolor, solté el aire mientras las perlas de sudor, invadían mi frente.No tuve una noche plácida, de hecho, tenía tres noches en las que no había podido dormir; entre pesadillas, incomodidad, y una fatiga enorme al tener el vientre tan pesado encima de mí.Pasé mis manos sobre mi barriga y luego levanté la mirada hacia el horizonte, aun con la mañana oscura, y el aire bastante frío.Pude divisar como no había casi nadie afuera, y como todavía se veía de lejos unos soldados que estaban partiendo desde la madrugada.El reino de Radin no tenía muros fuertes, básicamente nuestro palacio era la cuarta parte si la comparaba con la de Babel, y quedaba en el centro de to
Hadassa.Príncipe…Sentí que en este último intento todas las fuerzas se iban de mi cuerpo, y un gran sueño estaba comenzando a arroparme por completo. Podía escuchar la voz de la partera muy lejos, mientras Elisama palmeaba mis mejillas contantemente, y una sonrisa adornaba su rostro.¿Por qué sonreía?, fue la pregunta que me hice, y solo pensé que no podía volver a reunir la fuerzas para pujar como las parteras me indicaban.Sin embargo, algo a continuación trastornó todo mi entorno.Pude escuchar un llanto agudo, un llanto cálido, dulce y bajo, que hizo que mis ojos se apretaran y que un pitido se instalara en mi oído.Sacudí la cabeza como venciendo este sueño que me estaba venciendo, y luego, el llanto se intensificó.—¡Es un niño… es un príncipe…! —desvié la mirada hacia Elisama que sujetó la manta que las mismas parteras le pasaron, y en cuestión de unos segundos, mi pecho sintió como este bebé cálido fue puesto encima de mí—. Es muy… muy hermoso…Rápidamente, lo envolví con mi
Hadassa.Discurso…Escuché una ovación cuando me asomé al balcón principal, sin poder evitar que a mi mente viniera ráfagas de recuerdos, desde que era una niña y mi padre iba a dar un discurso. En cómo me metía entre sus faldas y veía a escondidas a la multitud para saber si estaban contentos con lo que decía.Recordé a mi madre que tomaba su mano asintiendo dándole su apoyo, y girándome hacia ambos lados, solo sabía ahora, que de alguna forma ellos estaban aquí conmigo.—Estaremos aquí detrás… —escuché a Gamal y asentí hacia él y Elisama que me esperaban a unos metros, mientras puse mis manos en el muro para tomar una fuerte aspiración.Los hombres que se había capacitado en estos meses para ser guardias del palacio, estaban terminando de organizar a todas las personas, y cuando me asomé por completo, las voces se fueron acallando y solo escuché el aliento que solté cuando me preparé para hablar entre tanto levanté las manos.“Hoy me dirijo a ustedes principalmente para instarles a
Hadassa.De vuelta…—Usted me ha dicho que cuando se trate de personas de Babel, están autorizados a entrar al palacio, majestad…Asentí rápidamente hacía Gamal mientras mis labios temblaron de anticipación. Me apresuré por cambiar mi expresión, y en dos pasos, pero finalmente deteniéndome de nuevo, miré al consejero real.—Sí… solo, estoy un poco asombrada, no pensé que vendrían unos guardias al palacio después de que se fueron hace unas lunas… ¿Le dijeron que querían?Gamal negó.—No son guardias de bajo rango, mi señora… ellos dijeron ser generales del reino Babilonio. Uno de ellos me dio su nombre, y dijo ser el general Nabu.La punzada en mi estómago me dolió al punto de que Gamal se apresurara a llegar a mi lugar para sostener mi brazo.—Majestad… ¿Se encuentra bien?—Me mareé… quizás…—Está exhausta —intervino Elisama, mientras llamó a una nana para que se hiciera cargo de Aarón, entre tanto escuché cuando le indicó en susurro “No salgas de aquí”—. Dar pecho al bebé descompensa