Hadassa.
El momento…
Podía sentir el ardor en mis labios, podía sentir esa sensación que me estaba ahogando y ese tacto que estaba instalado ahora en mi brazo y cintura.
Ese hombre me estaba quemando, y yo solo podía observar su mirada azul que parecía hipnotizarme por un momento.
Ese martilleo constante en mi garganta y oídos me hizo parpadear, y luego pasé un trago cuando razoné sus palabras.
Me había llamado por mi nombre. Rashad sabía perfectamente quien era yo, y cómo me llamaba. Lo supo todo el tiempo, así que este momento no había sido para nada algo inesperado para él.
Traté de alejarme nuevamente, pero acto seguido, su palma reposó a mi lado izquierdo de la cara, mientras su cuerpo se pegó descaradamente al mío.
La situación en la que me encontr&e
Hadassa. Impresión… Aquí estaba otra vez esa extraña sensación. Era como si de repente, todo lo que estaba arremolinado en mi estómago, se disipara, como si algo cálido y no pesado me envolviera. De cierta forma cuando ese hombre me miraba de la forma que lo estaba haciendo, me hacía perder las fuerzas hasta el punto de cometer errores como los que venían a continuación.Dejé caer la copa de mis manos. Porque por alguna extraña razón, mi cuerpo no coordinaba. Yo sentía literalmente como si esos ojos me pidieran algo. Como si en el fondo de ellos, estuviera un hombre que necesitaba de mí, y que estaba atrapado por este demonio.Mi respiración se agitó cuando el sonido de la copa hizo un estruendo en el suelo, y todo el líquido se vertió en mis pies.De forma obligada apart&eac
Hadassa.Luz…No…No puedes dejar que manipule tu mente, no puedes dejar que tomé lo único invisible que puedes ocultarle. Su mirada azul seguía en mí en cada paso que dábamos de vuelta al palacio, mientras la sensación de amargura hacía más pesado mi cuerpo.Alcé mi mirada a este cielo radiante, y luego pensé en Caleb.Dios… solo quería que mi hermano estuviera bien, él era mi única esperanza para levantar la honra de mi familia y para no sentirme tan sola en este mundo, pese a que él no estaba conmigo.Solo el pensamiento de que podía estar en cualquier lugar, luchando y buscando alguna forma de llegar a mí, era suficiente como para aliviar mi corazón perdido.—Señor… los invitados han llegado&he
Hadassa. ¿Qué?…Me quedé estática cuando este hombre mencionó a mi hermano.Esto no podía ser cierto. ¿Cómo?—Mi hermano… ¿Cómo sabe de él?—Caleb no sabe que estás con vida… no sabe que estás aquí… ni que… eres la sirviente de… Rashad…Negué varias veces.—¿Dónde está él? —pregunté dando un paso y apretando mi mano quemada—. Yo…—Tu hermano está bien… oculto. Ahora mismo no puedo decirte en dónde está, por su seguridad.Mi ceño se frunció de un momento a otro.—¿Cómo es que eres amigo de Rashad, y de mi hermano al mismo tiempo?Alhamar sonrió.—Ere
Hadassa. Encomienda…—Es hora… —Un guardia disipó el silencio que se estableció entre Séfora y yo, y después de una larga mirada de parte de ella, se giró y asintió hacia el hombre que estaba decidido a acompañarla hasta la puerta principal.Por si solos, mis pies comenzaron a caminar detrás de ellos, a la vez queriendo tomar a Séfora y preguntarle por todo lo que había pasado en esa habitación.¿Ritual? Ahora mismo mi piel se encogió solo de pensar que debía ser parte de algo como eso para llegar a mi objetivo.¿Qué tan lejos podía llegar este hombre con sus costumbres abominables? Ahora no sabía hasta dónde llegaría mi límite para este objetivo, pero necesitaba con urgencia aclarar mi mente, porque mi hermano
Hadassa. Deseo…Su mirada era divertida, y había un poco de burla en su sonrisa, pero mi rostro permaneció inexpresivo y solo me giré para continuar observando a las mujeres que desfilaban ante sus ojos.—No prometo descubrir el corazón de ninguna de ellas… eso es imposible —respondí sin mirarlo—. Solo puedo ver su exterior, y sería mejor si usted me indicara… que le gusta más, para que yo pueda…—En ese caso… yo mismo haría la tarea… —mis ojos se fueron a él con evidente molestia—. Trata de esforzarte, y ve sabiendo que es lo que me gusta y lo que no. Esta es tu obligación…Apreté mis dientes dentro de mi boca, y luego tomé un suspiro observando de nuevo las mujeres.—Parece que aquí también hay extranjeras… —
Hadassa. Distorsión…No sé cuánto tiempo tenía observándome en el reflejo de bronce de mi habitación, quizás era mucho, pero aún no podía controlar la sensación caliente que se instalaba en mi vientre y que estallaba en mi estómago de forma ruda cuando recordaba la noche de ayer.Mi cuello estaba lleno de moretones, incluso mi mandíbula tenía uno grande que parecía un golpe.Pasé un trago rápido mientras negué.¿Qué estaba pasando? ¿Qué me estaba pasando? ¿Qué estaba haciendo? Restregué mi rostro con mis dos manos mientras un suspiro salió de mí.Necesitaba encontrar un vestido con cuello alto, aunque eso no disimularía estos moretones que se veían en mi quijada y en la parte de arrib
Hadassa. Pesadilla…Mis ojos se cerraron ante el estremecimiento burdo que me recorrió entera. Sentí una debilidad impresionante que hizo que me doliera incluso la respiración.—Abre los ojos… mírame… —su tono fue una orden disfrazada de dulzura, o así estaba creyendo yo que estaba hablándome, y en cuanto volví a posicionar mi mirada en sus ojos, sus dedos fríos y rasposos, vinieron a acariciar mi mandíbula, que a estas alturas estaba temblando.—Mi agonía comienza cuando tiemblas de esta forma… cuando tus ojos, me piden cosas…—No… —solté más como una queja y luego sentí como su lengua vino a lamer mis labios juntos.—¿No? —preguntó en un tono alto, y luego lo vi tomar una de las piedras.Puso el material f
Hadassa. Hermano… —¡NO! —Rashad dio un grito estremecedor, y de forma mecánica mis manos soltaron la daga, dejándola caer a un lado de la cama. Su cuerpo comenzó a tambalearse vibrando todo el tiempo, mientras traté de moverlo suavemente para que se despertara.—Rashad… despierta… —toqueteé su rostro varias veces, y luego, de una sola estocada, sus ojos se abrieron y mi cuerpo fue manejado hábilmente quedando debajo del suyo en un giro repentino.Las gotas de su sudor cayeron en mis mejillas, y solo el sonido de nuestras respiraciones agitadas, se pudieron escuchar en la habitación.—Parece que… estabas teniendo una pesadilla… —dije en susurro mientras los toques precipitados en la puerta, retumbaron en el lugar.—Señor… ¿Está bien?&m