DONOVAN
—Tengo una petición especial para usted en honor a mi cumpleaños… —expone Megan alzando la barbilla y soltando todos sus encantos.
—No esperaba menos, Amara, ¿y qué es? —inquiere el alfa con curiosidad y complacido.
—Voy a buscarlo, espera un momento —le pide mientras se levanta con prisas con el libro entre las manos y se dirige a las escaleras para acceder al piso de arriba—. ¡Ah! —exclama de repente a medio camino—. Ya puedes ir ahora mismo al sofá —le manda para desaparecer a continuación.
—Sí, señorita —responde mientras estira sus brazos por encima de la cabeza desperezándose y con espíritu sereno.
Poco a poco, Donovan se levanta de la mesa y dirige hacia el sofá mientras espera paciente a que vuelva. Su erección ya estaba saltando impaciente en sus pantalones y fuera lo que fuera aquello que Megan planeaba hacerle, sabía que la primera vez iba a durar muy poco y que iba a correrse como un maldito animal.
No pasan muchos
Buenas! Ya llegamos al final, gracias por leer.
Este relato pertenece a la tercera entrega de la saga Fábulas Licantrópicas. Sigue a las novelas ya publicas Nigra Lupus y Ámica Lupus, aunque como siempre, puede leerse por separado. Sin embargo, quizás aparezcan situaciones que hacen referencia a sucesos previos ocurridos en las novelas anteriores, y éstas puedan despistar al lector.Quisiera recordar nuevamente que esta historia no pretende seguir ninguno de los cánones que ya se conocen sobre los licántropos para discernir entre clases sociales y tampoco está basado en un universo omegaverse.Aparecerán palabras como alfa, beta y omega con el siguiente significado:—Alfa: primero al mando, líder, se encarga de la manada. La manada lo elige. No se nace alfa, cualquiera con las aptitud
DONOVAN (Ese mismo día más tarde) Por mucho que su hermana Nina le echara en cara que era un testarudo sin remedio, habían varias razones por las que el alfa de Montigraus se había estado resistiendo a acudir de nuevo a la clínica. La primera, que sabía que la medicina poco podía ayudarle en su actual condición, y la segunda, que ponía a todos los trabajadores muy nerviosos con su presencia. Los sentía y veía temblar, tartamudear, sudar y hasta sonrojarse. Y sí, una parte de él le resultaba bastante divertido provocarles esas reacciones, pero la otra, la responsable, prefería guardar las distancias y dejarles hacer su trabajo con tranquilidad. Donovan no podía evitarlo, estaba en su naturaleza y en su sangre desprender esa aura que algunos etiquetaban de sofocante, amenazante e incluso perturbadora, y que otros perjuraban que era oscura, sensual y erótica. Pero para él, sólo era su forma de ser, nada más. —¿Alfa Santiago? —le llama la
DONOVAN(Douen, dos días más tarde. El primer juicio)En esos momentos, el alfa de Montigraus se dirigía a un lugar alejado dentro del hotel para atender a la llamada que llevaba esperando desde su salida a los juzgados y escapando de la extraña e incómoda conversación con la doctora Chris.Menuda Amara se había buscado Keane Daniels…“Ella parecer agradable”, murmura el lobo en su mente.“Claro que te parece agradable compañero, tenía mucho interés en ti. Y ya sé cuánto te gusta que te hagan caso, lobo vanidoso”, le retrae sonriendo por dentro.“Yo no ser vanidoso”, se queja el otro.“Por supuesto que no, sólo un poquito presumido, nada más. Aunque si te hubiera visto, estoy seguro que la hubieras asustado”, le recuerda.Al igual que él, el tamañ
DONOVAN—Si ninguno de los responsables de las manadas tiene nada más que añadir, damos este juicio por finalizado —anuncia en voz grave el alfa Tohem de la manada de Geide, portavoz del Consejo de los Nocturnos en ese proceso.“¡Por fin!”, susurra Donovan en su mente.Todo había salido bien pues Dwason se llevaba un segunda condena, pero el alfa estaba mentalmente agotado y quería dejar de ver su careto cuanto antes posible. En verdad, se encontraba bastante ansioso y no sabía por qué. Aunque se alegraba mucho de ver que el puñetazo que le ventó Megan en el día de ayer, le había hecho mucho más daño de lo que creía pues el tipejo era incapaz de incorporarse sin sentir dolor.“Lobita hacer un buen trabajo”, murmura el lobo quien disfrutaba de verle sufrir un poco.“Ya lo creo, recuérdalo la próxima
DONOVAN La habitación de la loba se llenaba a cada segundo de jadeos, de gemidos y del hipnótico aroma de su sexo junto con el del lobo. El cuerpo de Megan ardía bajo la lengua del licántropo y no dejaba de revolverse. —¡Por favor…! —suplicaba entre gemidos pidiendo al lobo que la dejara culminar—. Por favor, Don… por favor… —sollozaba buscando su liberación mientras empujaba sus caderas sin pudor contra la lengua de su lobo y acariciaba su cabeza con sus dedos. Ella seguía con los ojos cerrados como si creyera que todo era un sueño. “Lobita gustar mucho ser lamida”, murmura su otra mitad quién estaba disfrutando enormemente de chuparla, de saborear sus jugos y también de que le tocara, al igual que él. Hacía rato que había dejado de intentar convencer al lobo de que parara pues era innegable que deseaban hacerle eso a la loba, y ahora, sólo podía anticipar y presenciar las reacciones de Megan. “Vamos, compañero, dale lo que te pide”,
MEGAN—Déjanos solos, Evans… —le ordena el alfa de Montigraus a su mejor amiga mientras seguía con sus preciosos ojos ámbar incrustados en ella.“¡Sí! ¡Solas con Amara!”, aúlla la loba en su interior.—Sí, señor… —susurra su amiga inclinando su cuello en reconocimiento al alto alfa.—¡No, quédate! ¡Quédate Ali…! —le suplica Megan en un lamento.Alice la mira y sonríe de pura felicidad.—Sabes que no puedo —susurra su amiga acariciando su mejilla un instante—. Ha llegado el momento de enfrentarte a tu Amara, Meg… te dije que llega cuando menos de lo esperas, ¿recuerdas? —comenta rememorando aquella conversación que mantuvieron hace meses atr&aa
DONOVANEl alfa de Montigraus seguía a paso lento a su desnuda compañera camino al baño.“Lobita verse deliciosa”, murmura su lobo admirando como su recién eyaculado simiente bajaba por sus muslos. No era ningún inconsciente pues anoche vio que una de las pastillas que tomaba correspondía a un anticonceptivo, por eso no habían usado protección.“Lo hace”, contesta Donovan sintiéndose muy relajado y por fin entero. Como si por arte de magia, todo hubiera vuelto a su lugar, pero mejorado. Y todo gracias a esa indomable fiera que tenía enfrente.Megan parecía un poco averg
MEGANMegan abre la puerta de la preciosa y acogedora pastelería Rogers, su preferida en todo Montigraus, y lugar dónde había quedado con Alice esa mañana, para enfrentarse a la inevitable.A esas horas no había mucha gente y podrían charlar con tranquilidad ya que después de que Donovan se fuera, había llamado a Evans tal como había prometido, y su amiga le había exigido verla de inmediato.Una vez dentro, ve a Alice saludarla desde el fondo y con una enorme sonrisa dibujada en su rostro.Megan se acerca a ella y su mejor amiga se levanta para darle un abrazo gigante.—¡Meg! —exclama Alice estrechándola fuerte entre sus brazos.—Hola Ali —saluda de nuevo devolviéndole ese cálido abrazo a la loba.—¡Por fin, por fin! —profiere Alice con felicidad en su oído—. Lo sabía, sab&iacut