DONOVAN
—Si ninguno de los responsables de las manadas tiene nada más que añadir, damos este juicio por finalizado —anuncia en voz grave el alfa Tohem de la manada de Geide, portavoz del Consejo de los Nocturnos en ese proceso.
“¡Por fin!”, susurra Donovan en su mente.
Todo había salido bien pues Dwason se llevaba un segunda condena, pero el alfa estaba mentalmente agotado y quería dejar de ver su careto cuanto antes posible. En verdad, se encontraba bastante ansioso y no sabía por qué. Aunque se alegraba mucho de ver que el puñetazo que le ventó Megan en el día de ayer, le había hecho mucho más daño de lo que creía pues el tipejo era incapaz de incorporarse sin sentir dolor.
“Lobita hacer un buen trabajo”, murmura el lobo quien disfrutaba de verle sufrir un poco.
“Ya lo creo, recuérdalo la próxima
DONOVAN La habitación de la loba se llenaba a cada segundo de jadeos, de gemidos y del hipnótico aroma de su sexo junto con el del lobo. El cuerpo de Megan ardía bajo la lengua del licántropo y no dejaba de revolverse. —¡Por favor…! —suplicaba entre gemidos pidiendo al lobo que la dejara culminar—. Por favor, Don… por favor… —sollozaba buscando su liberación mientras empujaba sus caderas sin pudor contra la lengua de su lobo y acariciaba su cabeza con sus dedos. Ella seguía con los ojos cerrados como si creyera que todo era un sueño. “Lobita gustar mucho ser lamida”, murmura su otra mitad quién estaba disfrutando enormemente de chuparla, de saborear sus jugos y también de que le tocara, al igual que él. Hacía rato que había dejado de intentar convencer al lobo de que parara pues era innegable que deseaban hacerle eso a la loba, y ahora, sólo podía anticipar y presenciar las reacciones de Megan. “Vamos, compañero, dale lo que te pide”,
MEGAN—Déjanos solos, Evans… —le ordena el alfa de Montigraus a su mejor amiga mientras seguía con sus preciosos ojos ámbar incrustados en ella.“¡Sí! ¡Solas con Amara!”, aúlla la loba en su interior.—Sí, señor… —susurra su amiga inclinando su cuello en reconocimiento al alto alfa.—¡No, quédate! ¡Quédate Ali…! —le suplica Megan en un lamento.Alice la mira y sonríe de pura felicidad.—Sabes que no puedo —susurra su amiga acariciando su mejilla un instante—. Ha llegado el momento de enfrentarte a tu Amara, Meg… te dije que llega cuando menos de lo esperas, ¿recuerdas? —comenta rememorando aquella conversación que mantuvieron hace meses atr&aa
DONOVANEl alfa de Montigraus seguía a paso lento a su desnuda compañera camino al baño.“Lobita verse deliciosa”, murmura su lobo admirando como su recién eyaculado simiente bajaba por sus muslos. No era ningún inconsciente pues anoche vio que una de las pastillas que tomaba correspondía a un anticonceptivo, por eso no habían usado protección.“Lo hace”, contesta Donovan sintiéndose muy relajado y por fin entero. Como si por arte de magia, todo hubiera vuelto a su lugar, pero mejorado. Y todo gracias a esa indomable fiera que tenía enfrente.Megan parecía un poco averg
MEGANMegan abre la puerta de la preciosa y acogedora pastelería Rogers, su preferida en todo Montigraus, y lugar dónde había quedado con Alice esa mañana, para enfrentarse a la inevitable.A esas horas no había mucha gente y podrían charlar con tranquilidad ya que después de que Donovan se fuera, había llamado a Evans tal como había prometido, y su amiga le había exigido verla de inmediato.Una vez dentro, ve a Alice saludarla desde el fondo y con una enorme sonrisa dibujada en su rostro.Megan se acerca a ella y su mejor amiga se levanta para darle un abrazo gigante.—¡Meg! —exclama Alice estrechándola fuerte entre sus brazos.—Hola Ali —saluda de nuevo devolviéndole ese cálido abrazo a la loba.—¡Por fin, por fin! —profiere Alice con felicidad en su oído—. Lo sabía, sab&iacut
MEGANNerviosa, la loba enciende un par de velas que había preparado para la primera velada junto a su alfa y vuelve a mirarse un instante en el espejo. Había decidido arreglarse un poco para Donovan sin pasarse demasiado. Sólo un peinado más elaborado, la cara limpia y un sencillo vestido azul que Alice decía que le quedaba bien. Megan nunca había sido demasiado presumida pero en esta ocasión, le apetecía ponerse bonita ya que ayer estaba literalmente en pijama cuando Donovan apareció. Sin duda mucho más auténtico pues en casa solía ir con ese atuendo al terminar la jornada pero hoy necesitaba algo distinto.“¿Dónde estar Amara?”, pregunta la loba de nuevo con apremio.Tal como esperaba, y como Alice ya había avisado, una vez su cuerpo se había recuperado del coito, su loba había empezado a pedir por Donovan con insistencia.
DONOVAN Después de pedirle con esa vocecita de cruda necesidad si le dejaba montarle, y de dejarle completamente mudo con su fuerza, su compañera Megan se sienta sobre su pelvis con famélico espíritu, y sin perder ni un segundo, toma su dolorido y grueso pene para guiarlo a su entrada, empezando así a restregarlo con afán por su sexo y dilatarse. —Mmnnhh… sí… —jade feliz la loba cerrando los ojos y tomando una gran bocanada de aire fresco por el contacto de sus sexos. Donovan lleva sus manos a sus piernas y empieza a acariciar sus desnudos muslos observando complacido lo bien que se lo estaba pasando Megan a su costa. Sus mejillas volvían a estar rojas, sus suaves pechos se movían en sintonía con su cuerpo, sus pezones estaban en punta y su pelo empezaba a enmarañarse mientras su dura carne se empapaba con sus dulces jugos. Estaba simple y llanamente preciosa. Y tenía que reconocer que esta nueva y recién descubierta Megan, le tenía completame
DONOVANEl portentoso alfa de Montigraus se encontraba de rodillas en una habitación toda oscura y vacía a excepción de la cama sobre la que estaba acostado. Su pene colgaba duro y goteante entre sus fuertes piernas, su pecho reposaba sobre las sábanas de blanco algodón mientras sus manos estaban cruzadas por detrás de su espalda sin nada que las sujetara, como si mantener esa posición, fuera una promesa no verbalizada.Donovan esperaba a alguien con la respiración acelerada y más que excitado. Todos sus sentidos estaban activados y en alarma pendientes de lo que estaba por ocurrir y es entonces cuando los oye, unos suaves pasos que se acercan a la cama y toda su espina dorsal se eriza y el fuego se apodera de su ser.Allí estaba Megan, su Amara, con un vestido negro como el día del juicio, los pies descalzos y el pelo suelto. Su dulce, celestial e inconfundible esencia llegaba a su nar
MEGANLa loba revolvía nerviosa el dobladillo de su jersey mientras esperaba en medio de la calle al alto alfa de Montigraus. La residencia principal de los Santiago no se encontraba muy lejos de su piso y Megan deseaba ir andando, primero porque así tenía algo que hacer mientras su cabeza viajaba a su actual situación y segundo, porque quería que la manada la viese con su compañero. Una declaración de intenciones para todos aquellos que les gustaba más hablar que hacer.—Ya estoy —profiere Donovan acercándose a paso decidido hacia ella con una arrebatadora sonrisa mostrando sus blancos y perfectos dientes de depredador.Se veía guapísimo, su piel, sus ojos, todo, todo en el poderoso alfa brillaba. No tenía ni idea de que había pasado entre ayer y hoy y no era sólo por su corte de pelo, que le favorecía enormemente, sino que el alfa simplemente de