MEGAN
—Déjanos solos, Evans… —le ordena el alfa de Montigraus a su mejor amiga mientras seguía con sus preciosos ojos ámbar incrustados en ella.
“¡Sí! ¡Solas con Amara!”, aúlla la loba en su interior.
—Sí, señor… —susurra su amiga inclinando su cuello en reconocimiento al alto alfa.
—¡No, quédate! ¡Quédate Ali…! —le suplica Megan en un lamento.
Alice la mira y sonríe de pura felicidad.
—Sabes que no puedo —susurra su amiga acariciando su mejilla un instante—. Ha llegado el momento de enfrentarte a tu Amara, Meg… te dije que llega cuando menos de lo esperas, ¿recuerdas? —comenta rememorando aquella conversación que mantuvieron hace meses atr&aa
DONOVANEl alfa de Montigraus seguía a paso lento a su desnuda compañera camino al baño.“Lobita verse deliciosa”, murmura su lobo admirando como su recién eyaculado simiente bajaba por sus muslos. No era ningún inconsciente pues anoche vio que una de las pastillas que tomaba correspondía a un anticonceptivo, por eso no habían usado protección.“Lo hace”, contesta Donovan sintiéndose muy relajado y por fin entero. Como si por arte de magia, todo hubiera vuelto a su lugar, pero mejorado. Y todo gracias a esa indomable fiera que tenía enfrente.Megan parecía un poco averg
MEGANMegan abre la puerta de la preciosa y acogedora pastelería Rogers, su preferida en todo Montigraus, y lugar dónde había quedado con Alice esa mañana, para enfrentarse a la inevitable.A esas horas no había mucha gente y podrían charlar con tranquilidad ya que después de que Donovan se fuera, había llamado a Evans tal como había prometido, y su amiga le había exigido verla de inmediato.Una vez dentro, ve a Alice saludarla desde el fondo y con una enorme sonrisa dibujada en su rostro.Megan se acerca a ella y su mejor amiga se levanta para darle un abrazo gigante.—¡Meg! —exclama Alice estrechándola fuerte entre sus brazos.—Hola Ali —saluda de nuevo devolviéndole ese cálido abrazo a la loba.—¡Por fin, por fin! —profiere Alice con felicidad en su oído—. Lo sabía, sab&iacut
MEGANNerviosa, la loba enciende un par de velas que había preparado para la primera velada junto a su alfa y vuelve a mirarse un instante en el espejo. Había decidido arreglarse un poco para Donovan sin pasarse demasiado. Sólo un peinado más elaborado, la cara limpia y un sencillo vestido azul que Alice decía que le quedaba bien. Megan nunca había sido demasiado presumida pero en esta ocasión, le apetecía ponerse bonita ya que ayer estaba literalmente en pijama cuando Donovan apareció. Sin duda mucho más auténtico pues en casa solía ir con ese atuendo al terminar la jornada pero hoy necesitaba algo distinto.“¿Dónde estar Amara?”, pregunta la loba de nuevo con apremio.Tal como esperaba, y como Alice ya había avisado, una vez su cuerpo se había recuperado del coito, su loba había empezado a pedir por Donovan con insistencia.
DONOVAN Después de pedirle con esa vocecita de cruda necesidad si le dejaba montarle, y de dejarle completamente mudo con su fuerza, su compañera Megan se sienta sobre su pelvis con famélico espíritu, y sin perder ni un segundo, toma su dolorido y grueso pene para guiarlo a su entrada, empezando así a restregarlo con afán por su sexo y dilatarse. —Mmnnhh… sí… —jade feliz la loba cerrando los ojos y tomando una gran bocanada de aire fresco por el contacto de sus sexos. Donovan lleva sus manos a sus piernas y empieza a acariciar sus desnudos muslos observando complacido lo bien que se lo estaba pasando Megan a su costa. Sus mejillas volvían a estar rojas, sus suaves pechos se movían en sintonía con su cuerpo, sus pezones estaban en punta y su pelo empezaba a enmarañarse mientras su dura carne se empapaba con sus dulces jugos. Estaba simple y llanamente preciosa. Y tenía que reconocer que esta nueva y recién descubierta Megan, le tenía completame
DONOVANEl portentoso alfa de Montigraus se encontraba de rodillas en una habitación toda oscura y vacía a excepción de la cama sobre la que estaba acostado. Su pene colgaba duro y goteante entre sus fuertes piernas, su pecho reposaba sobre las sábanas de blanco algodón mientras sus manos estaban cruzadas por detrás de su espalda sin nada que las sujetara, como si mantener esa posición, fuera una promesa no verbalizada.Donovan esperaba a alguien con la respiración acelerada y más que excitado. Todos sus sentidos estaban activados y en alarma pendientes de lo que estaba por ocurrir y es entonces cuando los oye, unos suaves pasos que se acercan a la cama y toda su espina dorsal se eriza y el fuego se apodera de su ser.Allí estaba Megan, su Amara, con un vestido negro como el día del juicio, los pies descalzos y el pelo suelto. Su dulce, celestial e inconfundible esencia llegaba a su nar
MEGANLa loba revolvía nerviosa el dobladillo de su jersey mientras esperaba en medio de la calle al alto alfa de Montigraus. La residencia principal de los Santiago no se encontraba muy lejos de su piso y Megan deseaba ir andando, primero porque así tenía algo que hacer mientras su cabeza viajaba a su actual situación y segundo, porque quería que la manada la viese con su compañero. Una declaración de intenciones para todos aquellos que les gustaba más hablar que hacer.—Ya estoy —profiere Donovan acercándose a paso decidido hacia ella con una arrebatadora sonrisa mostrando sus blancos y perfectos dientes de depredador.Se veía guapísimo, su piel, sus ojos, todo, todo en el poderoso alfa brillaba. No tenía ni idea de que había pasado entre ayer y hoy y no era sólo por su corte de pelo, que le favorecía enormemente, sino que el alfa simplemente de
DONOVANEl alfa de Montigraus se dirige a la cocina con su hermana pisándole los talones y bastante preocupado por abandonar al azar y a la suerte a su compañera de vida con su abuela. La mujer tenía el don de la importunidad y no tenía ni idea de qué barbaridades iba a soltarle a Megan sin estar ellos presentes, sin embargo, sí que tenía una cosa muy clara, y era que la matriarca no estaba allí por ellos sino por Nina pues el brillo en sus ojos al contarles el sueño, la había delatado por completo.—Ya te estamos escuchando, Noah. Dime, ¿qué es eso que has recibido? —cuestiona Donovan una vez se encuentran resguardados en la intimidad de la cocina.Su hermana menor le observa con una expresión la mar de extraña y no era para menos. Su omega les había mandado un mensaje de texto un tanto enigmático y por eso el alfa se había visto co
MEGANLa loba bajaba las escaleras detrás del alfa de la manada mirando su ancha, reconfortante y fuerte espalda completamente ensimismada. En esos momentos, Donovan la tomaba de la mano como si tuviera miedo de que se escapara o de que se perdiera.Su compañero estaba raro, se lo notaba. No tenía ni idea de lo que les había contado el omega de la manada durante su breve conversación en la cocina, pero tanto el alfa como la beta, parecían un poco intranquilos. Quería preguntarle si todo iba bien, pero no era asunto suyo inmiscuirse en las tareas de los cargos, por mucho que su Amara fuera uno de ellos y el más importante.Megan también se sentía inquieta y Donovan se había percatado de ello hacía rato, pero no era por el comentario explosivo de la matriarca, como él creía, sino que la razón de su poca compostura, nacía del ingenuo desconocimiento hacia