CAPITULO 42 QUE LIO

EROS

Estoy enojado, no puedo moverme, no hay ni una sola parte de mi cuerpo que no duela.

Finjo estar dormido todo el tiempo para no ver a mi madre llorar cada vez que estoy despierto. Adam suele turnarse con ella para cuidarme, he querido decirle todo, pero cuando comienzo a hablar él me interrumpe y hace que me quede quieto. No puedo decirle nada a mi madre, voy a destrozarla, ya tiene suficiente conmigo así.

Parece que está tranquila, la escucho ojear algo, no estoy seguro si es un libro o una revista, abrí los ojos solo un poco para verla, está inmersa en su lectura, pero no es nada de lo que me imaginé; está leyendo en una tableta que hace el sonido de hojear, es un documento.

—Ya sé que despertaste—dijo sin mirarme, no tuve más que abrir los ojos.

—¿Qué haces?

—Reviso los balances el viñedo—tenía esa mirada mordaz cuando la clavó en mí.

—¿Traes el trabajo aquí? ¿mientras convalezco?

—Vi que ya estás mejor, dejé de llorar y ahora trabajo.

Respiré profundo.

—Hum, viejos hábitos—re
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