Rosalía notó eso y se levantó. “Es solo una idea, la empresa sigue teniendo tantos problemas de dinero, no he podido ayudar mucho sin quien nos financie… si te casas con Méndez, él ayudará a la compañía”. Linda se quedó en silencio y después de pensarlo preguntó. “¿Se necesita mucho dinero?”. Rosalio asintió. “Si, los bancos no quieren prestarnos tanto y estoy teniendo problemas, para poder levantar la empresa necesito de ayuda de alguna compañía foránea”. Linda salió de la oficina pensativa, Rosalía le daba una solución, su padre necesitaba tratamiento y la empresa necesitaba dinero. Caminó por la acera perdida en sus pensamientos que no se fijó y chocó con alguien. “Lo siento”. Ella miró al hombre. Era Leonel. “¿Está bien?”. Linda afirmó tímida. “Gracias”. Noto que había mucha gente alrededor. Leonel no la dejó ir. “¿Se siente bien? La acompaño a donde vaya”. Linda parpadeó mirando al hombre y no dijo nada. ……………………………………………… Melina esperaba en un café, estaba muy nerviosa,
Rosalia giro a verlo. “¿Trabajo?”. Leonel negó. “Mi hermano, no llegará a casa”. Rosalía sonrió bajó y siguió acomodando su ropa. “¿Qué te parece si salimos a comer juntos? tengo mucha hambre”. Leonel estuvo de acuerdo y salieron juntos de la oficina, la secretaria estaba ya en su lugar. “No volveré, terminas tu trabajo de hoy y puedes irte”. Rosalía salió junto con Leonel. Pasaron la tarde juntos y se fueron al departamento de Rosalía, vieron una película con palomitas en el sillón, Rosalía estaba de muy buen humor y Leonel no perdió el tiempo, volvió a apoderarse de su cuerpo. Más tarde… Leonel salió de la ducha, Rosalía estaba en la cama exhausta. Él se acercó dándole un último beso, "Tengo que volver a casa”. Rosalía lo observó irse y se acomodó en la cama para dormir, la puerta se escuchó minutos después, ella se levantó colocándose la bata y abrió encontrándose con Pablo de pie. Pablo entró acorralandola en la pared, estaba furioso, la forma en que la miraba era aterrado
Más tarde en un café Rosalía se encontró con una mujer mayor que vestía muy recatada. “Hola”. Se sentó pidiendo un café. La mujer, aunque no confiaba mucho en Rosalía, era su única esperanza. Rosalía tomó un sorbo de su bebida. Augusta Méndez, es un placer volver a encontrarnos”. Ajusta acomodo su cuello para que le cubriera más al ver como Rosalía mostraba parte de sus pechos con el gran escote que portaba. “Dijiste que me ayudarías, pero estás tardando mucho”. Rosalía movió su café con la cuchara. “Todo está listo”. Rosalía sonrió feliz. “Linda ha regresado del extranjero, ella ya está embarazada, cuando Sergio se entere que está embarazada se pondrá furioso, ahí yo entraré en acción y le hablaré bien de ti y que lo mejor es que la empresa y todo quede en la familia… Linda se quedara sin nada y embarazada”. Agusta miraba a Rosalía y tenía miedo, la forma en que hablaba de su propia hermana era horrible. “¿Por qué le haces esto a tu propia hermana?”. Preguntó la mujer intrigada.
Rosalía estaba segura que la vida de Linda sería un suplicio en la mansión Méndez gracias a su cuñada y cuando estallara la bomba del embarazo todo sería peor para su hermana. Ese era su castigo por estar con Guillermo, además de ser una ilusa y tonta, feliz pensaba que era hora de hacerle una visita a su padre y contarle todas las nuevas noticias a su alrededor. Tomó la copa que traía en las manos y giró encontrándose de nuevo con Leonel en el lugar. Ella caminó hasta él. “¿Me estás siguiendo?” Leonel que llevaba una copa en la mano negó. “La novia que apenas conozco me invitó, por curioso que se escuche”. Rosalía ladeo la cabeza, analizando más al hombre. Leonel le recrimino. “No sabía que tenías una hermana y muy bella, por cierto, pero… no se parecen”. Rosalía rodó los ojos. “No somos medias hermanas y no estamos muy… unidas que digamos, todo en la familia es negocio, puedes preguntarle a su madre Miriam que está feliz de subir a la escala de los ricos con este matrimonio”.
Leonel llegó al hospital, ya lo esperaba uno de sus hombres, le dio la información del pequeño y le entregó una bata blanca, Leonel se la colocó. Laura terminaba de darle de comer a Roberto. Recogió los cubiertos y se levantó. “Iré a comer algo, ¿Estás bien solo por un rato?”. Roberto dio un asentamiento con su cabeza. Laura recogió su bolso, caminó a la puerta y se detuvo para decirle al chico. “Si necesitas algo avisa a la enfermera. Regresó más tarde”. Al ver a Laura salir y desaparecer en el pasillo, Leonel entró a la habitación del chico. “Hola”. Llevaba una tabla en las manos donde suponía que anotaba apuntes. Roberto estaba a punto de empezar a leer cuando se quedó con la mirada fija en el hombre que acababa de entrar, nunca antes lo había visto. “Hola”. Dijo el pequeño con recelo. Leonel caminó hasta la cama estudiando al niño. Sonrío al notar el parecido con su hermano y esos ojos tan llamativos que tenía. “Soy Leonel Orozco”. Roberto se quedó en silencio mirándolo.
Más tarde Sergio se acercó dándole una tarjeta de habitación. “Ve a descansar, iré en un rato”. Linda al tomar la tarjeta preguntó con miedo. “¿Nos quedaremos en el hotel?”. Sergio molesto le advirtió. “No hemos pasado nuestra noche de bodas y ya es hora”. Ella se quedó estupefacta en el mismo lugar. Empezó a temblar con miedo, un empleado se acercó llevándola a la habitación, ella al entrar se sentó en la orilla de la cama jugando con sus manos, su nerviosismo y miedo eran incontrolables. Una hora más tarde, Sergio entró. Se quitó el saco y la corbata mientras veía a la mujer, caminó a la mesita cerca de la ventana y se sirvió un trago de whisky vaciando el vaso, se acercó tirándola en la cama y subiendo encima de ella, Linda asustada forcejeo. “¡No!” Le dio una bofetada que hizo que ella mirara estrellas, mientras Sergio le gritaba. “¡Eres mi esposa! ¡Cumple con tu deber, para eso pagué miles!”. Empezó a romper su vestido, Linda llorando rogaba que la dejara en paz, pero él s
Otto abrió los ojos volviendo en sí y lo único que vio fue el rostro de su hija Rosalía. La mirada de la mujer estaba llena de repulsión y odio. Ella le remarcó. “Esto no acaba aquí… Todavía tienen que pagar por todo el daño y yo me voy a encargar de que lo hagan. Tú, tu amante y tu querida niña van a sufrir por todo lo que me hicieron a mí y a mi madre…” Se levantó saliendo de la habitación, Otto quería levantarse, pero no podía, empezó a gemir y tratar de balbucear el nombre de Rosalía, quería gritar y detenerla, en su mente solo había arrepentimiento y se repetía a sí mismo… Que he hecho… la enfermera inmediatamente entró a la habitación y le inyectó un sedante para ponerlo a dormir de nuevo por órdenes de Rosalía. La investigación empezó, Linda seguía en la comisaría, le informaron que era sospechosa del envenenamiento de Sergio Méndez su esposo, la noticia apareció rápidamente en los periódicos, televisión e internet, todos culpaban a la chica, estaba nerviosa y asustada, Miri
Rosalía subió al auto dejando al hombre de pie en la acera. Nidia y Melina se miraron entre sí, el pasado era un punto sensible de su jefa. Leonel observó el auto alejarse, suspiró cansado, sería difícil que Rosalía hablará sobre su hermano, se quedó esperando a que Linda saliera de la comisaría. Ya frente al edificio donde tenía su departamento, Rosalía bajó despidiéndose. “Las veré mañana”. Cerró la puerta de golpe y entró al edificio, Nidia y Melina regresaron a la empresa a seguir trabajando, Rosalía al llegar a su piso bajó del elevador encontrándose con Pablo recargado al pie de su puerta. Ella caminó en silencio hacia él, cada paso era pesado, al llegar frente a Pablo le advirtió. “Se que me dijiste que no confiara en Leonel… Tenías razón… Por favor no me regañes ahora… Estoy… Cansada…” Pablo no le dijo nada solo tomó su mano tirándola hacia él. Rosalía chocó con su pecho y aspiró su perfume tan varonil, ella misma se lo había regalado en una ocasión. Dejó que Pablo la apr