Más tarde en un café Rosalía se encontró con una mujer mayor que vestía muy recatada. “Hola”. Se sentó pidiendo un café. La mujer, aunque no confiaba mucho en Rosalía, era su única esperanza. Rosalía tomó un sorbo de su bebida. Augusta Méndez, es un placer volver a encontrarnos”. Ajusta acomodo su cuello para que le cubriera más al ver como Rosalía mostraba parte de sus pechos con el gran escote que portaba. “Dijiste que me ayudarías, pero estás tardando mucho”. Rosalía movió su café con la cuchara. “Todo está listo”. Rosalía sonrió feliz. “Linda ha regresado del extranjero, ella ya está embarazada, cuando Sergio se entere que está embarazada se pondrá furioso, ahí yo entraré en acción y le hablaré bien de ti y que lo mejor es que la empresa y todo quede en la familia… Linda se quedara sin nada y embarazada”. Agusta miraba a Rosalía y tenía miedo, la forma en que hablaba de su propia hermana era horrible. “¿Por qué le haces esto a tu propia hermana?”. Preguntó la mujer intrigada.
Rosalía estaba segura que la vida de Linda sería un suplicio en la mansión Méndez gracias a su cuñada y cuando estallara la bomba del embarazo todo sería peor para su hermana. Ese era su castigo por estar con Guillermo, además de ser una ilusa y tonta, feliz pensaba que era hora de hacerle una visita a su padre y contarle todas las nuevas noticias a su alrededor. Tomó la copa que traía en las manos y giró encontrándose de nuevo con Leonel en el lugar. Ella caminó hasta él. “¿Me estás siguiendo?” Leonel que llevaba una copa en la mano negó. “La novia que apenas conozco me invitó, por curioso que se escuche”. Rosalía ladeo la cabeza, analizando más al hombre. Leonel le recrimino. “No sabía que tenías una hermana y muy bella, por cierto, pero… no se parecen”. Rosalía rodó los ojos. “No somos medias hermanas y no estamos muy… unidas que digamos, todo en la familia es negocio, puedes preguntarle a su madre Miriam que está feliz de subir a la escala de los ricos con este matrimonio”.
Leonel llegó al hospital, ya lo esperaba uno de sus hombres, le dio la información del pequeño y le entregó una bata blanca, Leonel se la colocó. Laura terminaba de darle de comer a Roberto. Recogió los cubiertos y se levantó. “Iré a comer algo, ¿Estás bien solo por un rato?”. Roberto dio un asentamiento con su cabeza. Laura recogió su bolso, caminó a la puerta y se detuvo para decirle al chico. “Si necesitas algo avisa a la enfermera. Regresó más tarde”. Al ver a Laura salir y desaparecer en el pasillo, Leonel entró a la habitación del chico. “Hola”. Llevaba una tabla en las manos donde suponía que anotaba apuntes. Roberto estaba a punto de empezar a leer cuando se quedó con la mirada fija en el hombre que acababa de entrar, nunca antes lo había visto. “Hola”. Dijo el pequeño con recelo. Leonel caminó hasta la cama estudiando al niño. Sonrío al notar el parecido con su hermano y esos ojos tan llamativos que tenía. “Soy Leonel Orozco”. Roberto se quedó en silencio mirándolo.
Más tarde Sergio se acercó dándole una tarjeta de habitación. “Ve a descansar, iré en un rato”. Linda al tomar la tarjeta preguntó con miedo. “¿Nos quedaremos en el hotel?”. Sergio molesto le advirtió. “No hemos pasado nuestra noche de bodas y ya es hora”. Ella se quedó estupefacta en el mismo lugar. Empezó a temblar con miedo, un empleado se acercó llevándola a la habitación, ella al entrar se sentó en la orilla de la cama jugando con sus manos, su nerviosismo y miedo eran incontrolables. Una hora más tarde, Sergio entró. Se quitó el saco y la corbata mientras veía a la mujer, caminó a la mesita cerca de la ventana y se sirvió un trago de whisky vaciando el vaso, se acercó tirándola en la cama y subiendo encima de ella, Linda asustada forcejeo. “¡No!” Le dio una bofetada que hizo que ella mirara estrellas, mientras Sergio le gritaba. “¡Eres mi esposa! ¡Cumple con tu deber, para eso pagué miles!”. Empezó a romper su vestido, Linda llorando rogaba que la dejara en paz, pero él s
Otto abrió los ojos volviendo en sí y lo único que vio fue el rostro de su hija Rosalía. La mirada de la mujer estaba llena de repulsión y odio. Ella le remarcó. “Esto no acaba aquí… Todavía tienen que pagar por todo el daño y yo me voy a encargar de que lo hagan. Tú, tu amante y tu querida niña van a sufrir por todo lo que me hicieron a mí y a mi madre…” Se levantó saliendo de la habitación, Otto quería levantarse, pero no podía, empezó a gemir y tratar de balbucear el nombre de Rosalía, quería gritar y detenerla, en su mente solo había arrepentimiento y se repetía a sí mismo… Que he hecho… la enfermera inmediatamente entró a la habitación y le inyectó un sedante para ponerlo a dormir de nuevo por órdenes de Rosalía. La investigación empezó, Linda seguía en la comisaría, le informaron que era sospechosa del envenenamiento de Sergio Méndez su esposo, la noticia apareció rápidamente en los periódicos, televisión e internet, todos culpaban a la chica, estaba nerviosa y asustada, Miri
Rosalía subió al auto dejando al hombre de pie en la acera. Nidia y Melina se miraron entre sí, el pasado era un punto sensible de su jefa. Leonel observó el auto alejarse, suspiró cansado, sería difícil que Rosalía hablará sobre su hermano, se quedó esperando a que Linda saliera de la comisaría. Ya frente al edificio donde tenía su departamento, Rosalía bajó despidiéndose. “Las veré mañana”. Cerró la puerta de golpe y entró al edificio, Nidia y Melina regresaron a la empresa a seguir trabajando, Rosalía al llegar a su piso bajó del elevador encontrándose con Pablo recargado al pie de su puerta. Ella caminó en silencio hacia él, cada paso era pesado, al llegar frente a Pablo le advirtió. “Se que me dijiste que no confiara en Leonel… Tenías razón… Por favor no me regañes ahora… Estoy… Cansada…” Pablo no le dijo nada solo tomó su mano tirándola hacia él. Rosalía chocó con su pecho y aspiró su perfume tan varonil, ella misma se lo había regalado en una ocasión. Dejó que Pablo la apr
“Yo fui a buscarte a tu casa, tu madre me dijo que no lo conocías, que solo Rosalía”. Linda bajó su cabeza con tristeza y mostró una pequeña sonrisa. “Mi mamá no aceptaba que Guillermo, él era amigo de Rosalía desde mucho tiempo antes y en ocasiones iba a la casa, pero ella se fue a estudiar y Guillermo me invitó a salir, lo hicimos a escondidas de mi familia, yo…” Ella se quedó en silencio pensativa y sonrió. “Nosotros íbamos a escaparnos juntos el día que murió”. Leonel frunció el ceño. Linda le comunicó. “Mi madre se enteró que nosotros salíamos y me prohibió verlo, Guillermo me pidió que nos casarnos y viviéramos juntos lejos de aquí, yo acepte de inmediato, lo esperé por horas en el lugar donde nos reuniríamos, pero él nunca llegó, más tarde me enteré de su muerte”. Con esta nueva información, Leonel podía seguir investigando, Linda le dio detalles de quiénes eran sus amigos, pero él ya los había investigado a todos, todo daba a la conclusión que Rosalía era un punto clave. L
Leonel la giró mirándola fijamente, estaba molesto por las palabras de la mujer. Rosalía notó la molestia y siguió. “Tu hermano y yo estuvimos juntos por muchos años… Claro a escondidas, él nunca me apreció realmente, nos veíamos todo el tiempo, hasta que me fui a estudiar al extranjero, cuando volví salía con mi hermana y el maldito me pidió que siguiéramos juntos como antes, a escondidas mientras se paseaba con Linda por las calles pregonando de su hermosa novia, diciendo que era el amor de su vida ¿Puedes creerlo?”. Ella no se dio cuenta cuando las lágrimas cayeron de sus ojos, Leonel las limpió en silencio. Rosalía con dolor murmuró. “El nunca me amó…” Rosalía movió la cabeza a un lado para que Leonel la dejara, limpio su rostro. “Solo fue un pasatiempo para él mientras yo estaba enamorada profundamente”. Leonel no podía creerlo, su hermano era un buen chico. Rosalía se dio cuenta. “¿Piensas que miento?”. “No es eso… Yo… no creo que mi hermano…” Rosalía se mofó y cansada le e