Leonel llegó al hospital, ya lo esperaba uno de sus hombres, le dio la información del pequeño y le entregó una bata blanca, Leonel se la colocó. Laura terminaba de darle de comer a Roberto. Recogió los cubiertos y se levantó. “Iré a comer algo, ¿Estás bien solo por un rato?”. Roberto dio un asentamiento con su cabeza. Laura recogió su bolso, caminó a la puerta y se detuvo para decirle al chico. “Si necesitas algo avisa a la enfermera. Regresó más tarde”. Al ver a Laura salir y desaparecer en el pasillo, Leonel entró a la habitación del chico. “Hola”. Llevaba una tabla en las manos donde suponía que anotaba apuntes. Roberto estaba a punto de empezar a leer cuando se quedó con la mirada fija en el hombre que acababa de entrar, nunca antes lo había visto. “Hola”. Dijo el pequeño con recelo. Leonel caminó hasta la cama estudiando al niño. Sonrío al notar el parecido con su hermano y esos ojos tan llamativos que tenía. “Soy Leonel Orozco”. Roberto se quedó en silencio mirándolo.
Más tarde Sergio se acercó dándole una tarjeta de habitación. “Ve a descansar, iré en un rato”. Linda al tomar la tarjeta preguntó con miedo. “¿Nos quedaremos en el hotel?”. Sergio molesto le advirtió. “No hemos pasado nuestra noche de bodas y ya es hora”. Ella se quedó estupefacta en el mismo lugar. Empezó a temblar con miedo, un empleado se acercó llevándola a la habitación, ella al entrar se sentó en la orilla de la cama jugando con sus manos, su nerviosismo y miedo eran incontrolables. Una hora más tarde, Sergio entró. Se quitó el saco y la corbata mientras veía a la mujer, caminó a la mesita cerca de la ventana y se sirvió un trago de whisky vaciando el vaso, se acercó tirándola en la cama y subiendo encima de ella, Linda asustada forcejeo. “¡No!” Le dio una bofetada que hizo que ella mirara estrellas, mientras Sergio le gritaba. “¡Eres mi esposa! ¡Cumple con tu deber, para eso pagué miles!”. Empezó a romper su vestido, Linda llorando rogaba que la dejara en paz, pero él s
Otto abrió los ojos volviendo en sí y lo único que vio fue el rostro de su hija Rosalía. La mirada de la mujer estaba llena de repulsión y odio. Ella le remarcó. “Esto no acaba aquí… Todavía tienen que pagar por todo el daño y yo me voy a encargar de que lo hagan. Tú, tu amante y tu querida niña van a sufrir por todo lo que me hicieron a mí y a mi madre…” Se levantó saliendo de la habitación, Otto quería levantarse, pero no podía, empezó a gemir y tratar de balbucear el nombre de Rosalía, quería gritar y detenerla, en su mente solo había arrepentimiento y se repetía a sí mismo… Que he hecho… la enfermera inmediatamente entró a la habitación y le inyectó un sedante para ponerlo a dormir de nuevo por órdenes de Rosalía. La investigación empezó, Linda seguía en la comisaría, le informaron que era sospechosa del envenenamiento de Sergio Méndez su esposo, la noticia apareció rápidamente en los periódicos, televisión e internet, todos culpaban a la chica, estaba nerviosa y asustada, Miri
Rosalía subió al auto dejando al hombre de pie en la acera. Nidia y Melina se miraron entre sí, el pasado era un punto sensible de su jefa. Leonel observó el auto alejarse, suspiró cansado, sería difícil que Rosalía hablará sobre su hermano, se quedó esperando a que Linda saliera de la comisaría. Ya frente al edificio donde tenía su departamento, Rosalía bajó despidiéndose. “Las veré mañana”. Cerró la puerta de golpe y entró al edificio, Nidia y Melina regresaron a la empresa a seguir trabajando, Rosalía al llegar a su piso bajó del elevador encontrándose con Pablo recargado al pie de su puerta. Ella caminó en silencio hacia él, cada paso era pesado, al llegar frente a Pablo le advirtió. “Se que me dijiste que no confiara en Leonel… Tenías razón… Por favor no me regañes ahora… Estoy… Cansada…” Pablo no le dijo nada solo tomó su mano tirándola hacia él. Rosalía chocó con su pecho y aspiró su perfume tan varonil, ella misma se lo había regalado en una ocasión. Dejó que Pablo la apr
“Yo fui a buscarte a tu casa, tu madre me dijo que no lo conocías, que solo Rosalía”. Linda bajó su cabeza con tristeza y mostró una pequeña sonrisa. “Mi mamá no aceptaba que Guillermo, él era amigo de Rosalía desde mucho tiempo antes y en ocasiones iba a la casa, pero ella se fue a estudiar y Guillermo me invitó a salir, lo hicimos a escondidas de mi familia, yo…” Ella se quedó en silencio pensativa y sonrió. “Nosotros íbamos a escaparnos juntos el día que murió”. Leonel frunció el ceño. Linda le comunicó. “Mi madre se enteró que nosotros salíamos y me prohibió verlo, Guillermo me pidió que nos casarnos y viviéramos juntos lejos de aquí, yo acepte de inmediato, lo esperé por horas en el lugar donde nos reuniríamos, pero él nunca llegó, más tarde me enteré de su muerte”. Con esta nueva información, Leonel podía seguir investigando, Linda le dio detalles de quiénes eran sus amigos, pero él ya los había investigado a todos, todo daba a la conclusión que Rosalía era un punto clave. L
Leonel la giró mirándola fijamente, estaba molesto por las palabras de la mujer. Rosalía notó la molestia y siguió. “Tu hermano y yo estuvimos juntos por muchos años… Claro a escondidas, él nunca me apreció realmente, nos veíamos todo el tiempo, hasta que me fui a estudiar al extranjero, cuando volví salía con mi hermana y el maldito me pidió que siguiéramos juntos como antes, a escondidas mientras se paseaba con Linda por las calles pregonando de su hermosa novia, diciendo que era el amor de su vida ¿Puedes creerlo?”. Ella no se dio cuenta cuando las lágrimas cayeron de sus ojos, Leonel las limpió en silencio. Rosalía con dolor murmuró. “El nunca me amó…” Rosalía movió la cabeza a un lado para que Leonel la dejara, limpio su rostro. “Solo fue un pasatiempo para él mientras yo estaba enamorada profundamente”. Leonel no podía creerlo, su hermano era un buen chico. Rosalía se dio cuenta. “¿Piensas que miento?”. “No es eso… Yo… no creo que mi hermano…” Rosalía se mofó y cansada le e
Mario entendió y no quiso hablar más del tema, notaba como su hermano últimamente estaba muy ocupado y cansado. “Me gustaría trabajar contigo, si estás de acuerdo”. De la empresa de Rosalía no lo habían llamado. Leonel apretó su hombro mirándolo fijamente. “Está bien”. Rosalía tenía en sus manos su teléfono, revisando de vez en cuando las noticias y los mensajes, después de su declaración no supo más de Leonel, se imaginaba que la denunciaría, pero también sabía que no había pruebas que la incriminaban. Tampoco Pablo se comunicó, Nidia le dijo que el pequeño estaba internado por una fuerte infección en el estómago, al parecer comió algo y tuvieron que hacer un lavado estomacal. Rosalía al saberlo mofó sobre Dora, no podía creer que no cuidara bien de su propio hijo. Pensando en esto, recordó a Roberto y la conversación que tuvo con Laura donde le avisaba que no cuidaría más de Roberto por su edad, necesitaba buscar una niñera lo más pronto posible y Roberto tendría que mudarse a la
La mujer afirmó y segura comentó. “Estoy de acuerdo”. Ella le advirtió. “Como leyó en mi solicitud soy madre soltera tengo un pequeño hijo y quería pedirle que me dejara tenerlo en la casa, no interferirá en el cuidado y enseñanza del pequeño, lo prometo”. Rosalía lo pensó por un momento. “¿Cuántos años tiene?”. “Cinco”. Contó la mujer. Rosalía aceptó, eso sería bueno para Roberto que siempre estaba solo. Rosalía se recargo en su silla. “Está bien”. Melina entró y juntas le explicaron los detalles del acuerdo y la nueva niñera firmó. Nidia y Jaime la llevarían a donde el chico se estaba quedando. Mientras iban en el coche, el teléfono de la mujer sonó, ella observó el mensaje contestando. -Estoy dentro- Leonel desde el otro lado sonrió, sentado en su oficina, él mismo había mandado a la candidata perfecta para cuidar de su sobrino, era una de sus colegas en el extranjero que buscaba un nuevo aire a su vida, vino de visita y Leonel le ofreció el puesto que ella no dudo en aceptar