Conoce Mi otra vida, búscala en mis historias ....
Más tarde revisaron las grabaciones, vieron a Rosalía salir del edificio, estar de pie en la acera y encontrarse con Álvaro que la llevó hasta el auto, Rosalía no opuso resistencia, Leonel revisó cuidadosamente. “El hombre lleva un arma”. El les apuntó donde la escondía y como amenazaba a Rosalía. Melina se puso nerviosa. Pablo se acercó a la pantalla alejando a Leonel. “No puede ser”. Leonel preguntó. “El hombre ¿Lo conocen?”. Melina y Nidia se miraron entre sí. “Es el antiguo abogado de la empresa, trabajaba para la señorita, pero…” Dijo Melina. Nidia terminó la conversación. “Estuvo molestando a la jefa y ella lo despidió…” Pablo se alejó de la pantalla golpeando la pared, las mujeres se sobresaltaron, nunca lo habían visto tan enojado. Leonel frunció el ceño ante la actitud del hombre que apenas conocía. Siguió revisando buscando indicios o alguna pista, era su trabajo y lo hacía muy bien. Anoto las placas del auto, el color, modelo y observo como Álvaro se acercaba al basu
Leonel ayudaba a Rosalía a subir al auto, la trataba como una flor muy frágil, todo esto lo presenció Pablo en silencio mientras sus hombres trabajaban detrás de él. Rosalía miraba por la ventana en silencio mientras Leonel conducía al hospital, ella giró a verlo. “No es necesario ir al hospital, llévame a mi departamento”. Leonel no estaba muy de acuerdo, pero no discutió, la llevó hasta el departamento, ella al entrar se quitó el saco y giró mirando fijamente a Leonel. “Gracias por salvarme, pero será mejor que te vayas”. Leonel no quería dejarla sola. “Rosalía…” Ella sonrió tristemente. “Solo estoy cansada y necesito estar sola”. Leonel no dijo más, le entregó su bolso donde estaba su teléfono y besó su frente saliendo del departamento, Rosalía camino hasta el sillón y sacó su celular mirando todas las llamadas perdidas, había de Melina, Jaime, Nidia, Pablo y Leonel. Ella suspiró agotada, se miró las muñecas estaban rojas. Un mensaje llegó a su teléfono, era Pablo al abrirlo
Leonel hizo una llamada. “Hola… ¿Señora Miriam? Estoy de acuerdo ¿Dónde nos podemos ver?”. Ella le dio la dirección de un café, le dijo que se vieran en una hora, Leonel colgó y subió a su auto para poder llegar a tiempo, en el camino recordó lo que habló con la señora Miriam afuera de la mansión… “¿Usted conoció a mi hermano?”. Leonel preguntó intrigado, esperando alguna pista que lo ayudará a encontrar la verdad sobre su hermano, pero sentía el ambiente raro, la mujer era extraña. Miriam levantó la mirada altanera. “Solo de vista, una vez… Pero se quien sí lo conoció y mucho”. Leonel estaba muy interesado. “¿Puede decirme quién?”. Miriam se quedó en silencio por un momento y con una sonrisa le dijo. “Se lo diré, pero a cambio quiero dinero”. Leonel no entendía, la mujer era rica y vivía en una gran mansión con todos los lujos. Miriam al verlo dudar le comentó. “Piénselo, si se decide llamame”. Ella le dio su teléfono y regresó a la casa dejando a Leonel de pie solo. Leonel
Rosalía no dijo más, avanzó hasta la cama donde un niño pequeño se encontraba leyendo un libro de cuentos, al sentir la presencia él levantó la vista encontrándose con la bella mujer. Rosalía apretó los puños, al ver al pequeño le recordaba completamente a Guillermo, era idéntico a él. Recuerdo de Rosalía… Rosalía despertó, Guillermo estaba vistiéndose, al verla despierta él sonrió robándole un beso rápido. “Me tengo que ir, recogeré a Linda en la escuela”. Rosalía preguntó. “¿No puedes quedarte?”. Era más como una súplica. Guillermo la miró y le explicó para que entendiera. “Ella es mi novia, debo estar ahí”. Rosalía se quedó muda con lágrimas amenazando con salir, Guillermo tomó su teléfono y le dijo algo más, pero ella solo asintió en silencio obedeciendo, él salió de la habitación dejando el lugar en un silencio abrumador, Rosalía se aferró a sus piernas abrazándose y lloró incontrolablemente. Tiempo después… Rosalía terminaba una clase, quería llegar temprano al departa
Rosalía caminó hasta la mesa principal donde había fotografías de Roberto de diferentes edades, desde bebé hasta ahora. Ella tomó la más reciente, el parecido con Guillermo era mucho, pero sus ojos eran azules idénticos a los de ella. “Te enviaré lo necesario con Nidia”. Laura quiso detenerla. “El necesita de su madre”. Rosalía se detuvo y giró a verla diciendo rotundamente. “Su madre está muerta al igual que su padre”. Laura trago grueso tristemente. Rosalía respiró hondo. “El no necesita de sus padres, te tiene a ti”. Habló con más tranquilidad. Laura no dijo más, Rosalía se fue dejando sola a Laura en la sala, Roberto caminó despacio hasta ella abrazándola de una pierna, era más pequeño y no comprendía mucho las palabras de Rosalía, pero con el tiempo entendió que sus padres estaban muertos y como Rosalía dijo, sólo tenía a Laura, que era como su madre. Fin del recuerdo de Roberto. Rosalía seguía molesta con Laura por llamar al niño como su abuelo, el chico se llamaba
Rosalía notó eso y se levantó. “Es solo una idea, la empresa sigue teniendo tantos problemas de dinero, no he podido ayudar mucho sin quien nos financie… si te casas con Méndez, él ayudará a la compañía”. Linda se quedó en silencio y después de pensarlo preguntó. “¿Se necesita mucho dinero?”. Rosalio asintió. “Si, los bancos no quieren prestarnos tanto y estoy teniendo problemas, para poder levantar la empresa necesito de ayuda de alguna compañía foránea”. Linda salió de la oficina pensativa, Rosalía le daba una solución, su padre necesitaba tratamiento y la empresa necesitaba dinero. Caminó por la acera perdida en sus pensamientos que no se fijó y chocó con alguien. “Lo siento”. Ella miró al hombre. Era Leonel. “¿Está bien?”. Linda afirmó tímida. “Gracias”. Noto que había mucha gente alrededor. Leonel no la dejó ir. “¿Se siente bien? La acompaño a donde vaya”. Linda parpadeó mirando al hombre y no dijo nada. ……………………………………………… Melina esperaba en un café, estaba muy nerviosa,
Rosalia giro a verlo. “¿Trabajo?”. Leonel negó. “Mi hermano, no llegará a casa”. Rosalía sonrió bajó y siguió acomodando su ropa. “¿Qué te parece si salimos a comer juntos? tengo mucha hambre”. Leonel estuvo de acuerdo y salieron juntos de la oficina, la secretaria estaba ya en su lugar. “No volveré, terminas tu trabajo de hoy y puedes irte”. Rosalía salió junto con Leonel. Pasaron la tarde juntos y se fueron al departamento de Rosalía, vieron una película con palomitas en el sillón, Rosalía estaba de muy buen humor y Leonel no perdió el tiempo, volvió a apoderarse de su cuerpo. Más tarde… Leonel salió de la ducha, Rosalía estaba en la cama exhausta. Él se acercó dándole un último beso, "Tengo que volver a casa”. Rosalía lo observó irse y se acomodó en la cama para dormir, la puerta se escuchó minutos después, ella se levantó colocándose la bata y abrió encontrándose con Pablo de pie. Pablo entró acorralandola en la pared, estaba furioso, la forma en que la miraba era aterrado
Más tarde en un café Rosalía se encontró con una mujer mayor que vestía muy recatada. “Hola”. Se sentó pidiendo un café. La mujer, aunque no confiaba mucho en Rosalía, era su única esperanza. Rosalía tomó un sorbo de su bebida. Augusta Méndez, es un placer volver a encontrarnos”. Ajusta acomodo su cuello para que le cubriera más al ver como Rosalía mostraba parte de sus pechos con el gran escote que portaba. “Dijiste que me ayudarías, pero estás tardando mucho”. Rosalía movió su café con la cuchara. “Todo está listo”. Rosalía sonrió feliz. “Linda ha regresado del extranjero, ella ya está embarazada, cuando Sergio se entere que está embarazada se pondrá furioso, ahí yo entraré en acción y le hablaré bien de ti y que lo mejor es que la empresa y todo quede en la familia… Linda se quedara sin nada y embarazada”. Agusta miraba a Rosalía y tenía miedo, la forma en que hablaba de su propia hermana era horrible. “¿Por qué le haces esto a tu propia hermana?”. Preguntó la mujer intrigada.