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CAP4. NO ES UN TÉMPANO DE HIELO

Abby

Me adentro a la habitación, es muy amplia y bonita. Se nota que es especialmente para niños, es como un área pediátrica con varias subdivisiones. Cuenta con aparatos digitales de última tecnología, a simple vista puedo decir que cuestan más que un ojo de mi cara.

Es increíble todo lo que hace el dinero, en ocasiones me pongo a pensar en lo bonito y fácil que sería la vida si todos contáramos con la posibilidad de tener una atención de alta calidad como esta.

Estoy tan agotada, tan cansada emocionalmente que lo único que hago es ponerme ropa cómoda y sentarme en una pequeña sala de espera, contando los minutos y las horas para poder tener noticias de mi pequeña guerrera

Emily ha sido ingresada hace unas horas, no está en esta misma habitación, la ingresaron por un pasaillo donde no se le permite la entrada a todo el mundo. No me han dado ninguna noticia precisa, pero suelen decir que todo está controlado hasta el momento. Aunque eso no me basta, necesito verla con mis propios ojos para saber si todo va a estar bien. Mi pequeña no merece estar pasando por todo esto.

— ¿Quiere un poco de café? — Pregunta el doctor Alesaandro, dirigiendo una mirada cálida

Me extraña mucho verlo en esta faceta, sé que lo hace porque soy su empleada, pero es bonito que alguien se interese por lo que estoy pasando y me brinde ayuda. Si no hubiera sido por él, seguramente Emily no alcanzaría a... no quiero ni pensar en lo que pudo haber pasado.

No sé ha movido ni un instante de este lugar, es bastante incómodo tenerlo cerca y que me vea de esta manera, tan destruida y con mi cara hinchada por tantas lágrimas. Sin embargo, agradezco su ayuda, porque sin él estaría en cualquier otra clínica con pocas posibilidades de terner un tratamiento para ella.

— Lo agradezco, pero no —No dice nada, solo sale sin más.

Luego de un momento lo veo regresar, y hablar con algunos de los trabajadores de este lugar.

Me permito detallar, es un hombre bastante alto, podría jurar que está llegando a los dos metros. Tiene ojos cafés, cabello negro y su cuerpo se ve bastante trabajado aunque, su vestimenta ejecutiva no lo hace mostrar mucho. Tiene un porte de hombre serio, realmente es muy serio en el ámbito laboral y nunca se le ve pronunciar más de tres palabras con sus empleados. Solo habla lo netamente necesario, sin crear vínculos amistosos; Creería que eso es bueno hasta cierro punto.

— Señorita Abbygail, no ha comido nada. El señor le envió esto y dice que debe alimentarse —bUno de los escoltas deja a mi lado una caja de comida. Huele muy rico, pero no me provoca.

— No tengo hambre, pero gracias Liam — Me niego a aceptar lo que me brinda

— Lamento esto, pero no me puedo mover de aquí hasta asegurarme que se alimente — me dice — Coma aunque sea un poco

Dirijo mi mirada hacia mi jefe, quien sin dejar de prestar atención a las palabras de los profesionales me da una mirada de advertencia, dándome a entender que lo que Liam dice es cierto.

Puede llegar a ser bastante molesto cada que se lo propone, Dios

A regaña dientes destapó la comida y empiezo a comer poco a poco. Lo hago, porque sé lo insistente y controlador que puede llegar a ser el doctor Alessandro cuando quiere algo. Es muy mandón y se tiene que hacer siempre lo que él dice, es por eso que me compadezco de Liam y decido salvarle el pellejo, comiendo aunque sea un poco para quitarle la idea a mi jefe.

Al final tienen razón, tengo que comer pero en verdad no disfruto la comida, me sabe todo horrible porque no tengo ganas

Al tragar cada bocado a la fuerza, empiezan a aparecer pequeñas arcadas por lo que me dirijo hacia el baño y vomito absolutamente todo lo que comí. Debe ser el estrés, el estrés me pone de esta manera

Salgo del cuarto de baño y al dar cinco pasos siento que el mundo se me viene encima, cayendo a los brazos de alguien que no logro ver muy bien. Escucho muchas boces, de personas a mi alrededor, pero yo solo observo una luz blanca.

— Abbygail… Abbygail, responde — Me hablan

Mi olfato logra captar el olor a alcohol puro, y poco a poco recupero el conocimiento.

— Cómo decía, tiene anemia y su alimentación últimamente no ha sido muy buena. Los exámenes arrojaron… — Cuanto tiempo estuve inconsciente, para que ya tengan estudios médicos míos

— Tengo sed — Logro decir, tratando de acomodarme, pero fallo en el intento cuando siento un fuerte mareo

Alessandro toma una botella de agua de la pequeña nevera que está a un lado y me da de beber como si fuera una niña pequeña

— Puedo sola — le digo, pero mis manos tiemblan dejándome mal frente a él

—Déjese ayudar, Abbygail — Me regaña — No es momento de hacerse fuerte. — Habla despacio, pero logro escuchar perfectamente

Pasan aproximadamente cuatro horas en las cuales estoy conectada a un suero intravenoso al cual le inyectan medicamentos cada cierto tiempo.

— Necesito ver a mi hija — Le doy una mirada, porque sé que puede ayudarme

— No puedes salir de aquí, te están atendiendo. —Creo que es la primera vez que capto que me tutea y es algo raro, pero no se siente mal

— No lo entiende, ella me necesita — Susurro con tristeza

— Tiene una deficiencia en tus glóbulos rojos. Necesitarás una transfusión de sangre en cualquier momento — Me explica

— Por favor —Le ruego, haciendo un puchero que sale sin planearlo

Estoy segura que me veo horrible haciendo este tipo de peticiones y rogándole a este señor, a mi jefe. Pero de verdad me estoy torturando sin poder verla aunque sea de lejos.

— Hagamos algo, iré a verla y te haré una video llamada por Skype. Así podrás estar más tranquila. Eso sí, tienes que mantenerte fuerte delante de ella y no te puede ver en ese estado, no dejes que vea que estás siendo atendida y muéstrate una bonita cara. De alguna manera, las energías se sienten

Asiento y se pierde por el pasillo. Espero con ansias la llamada, pero pasan y pasan los minutos y no entra. Miro una y otra vez mi móvil en espera. Siento un desespero de pensar que pudo haber sucedido algo malo con mi hija.

Cuando por fin logra comunicarse conmigo, se disculpa por no encontrar con facilidad mi número telefónico y de inmediato me muestra a mi ser más querido, mi bella nena.

Está con sus ojitos hinchados de tanto llorar.

— Ma… má — Logra pronunciar

— Hola mi amor, mami está aquí afuera esperando por ti. — Mis lágrimas amenazan por salir, pero Alessandro me hace una señal y logro aguantarme, tengo que ser fuerte por y para ella.

No me responde, porque le cuesta mucho armar una oración, pero me regala una pequeña sonrisa que me da vida y hace que se me quite todo el malestar que vengo presentado hace mucho tiempo.

El señor Alessandro se pone a hablarle y me extraña su actitud, cualquiera pensaría que es un maldito robot sin sentimientos, pero míralo aquí, hablándole a una pequeña que acaba de conocer.

— Eres una chiquita muy fuerte — Le dice

— Ño conocer — Trata de decir mi hija, le he enseñado que no debe hablar con desconocidos y al parecer lo he hecho bien, porque su actitud hacia él es esquiva— ¿Eles movio mamá?

Le está preguntando que si es mi novio, que vergüenza

— Qué maleducado soy, me presento princesa —Aprieta su manito — Soy Alessandro, pero tu me puedes llamar Aless o como quieras. Soy un compañero de trabajo de tu mami y me gustaría ser tu amigo.

Compañero de trabajo, dice. No es cualquier compañero, es nada más y nada menos que el controlador, egocéntrico y perfeccionista de mi jefe.

— Muñeca, quelo muñeca —Dice

— Oh, cuán astuta eres. Me asombras pequeña. Prometo traerte una luego. Ahora dile algo bonito a mami — Ambos desplazan su vista al móvil, para verme

— Te amu, Abby —con sus pocas fuerzas me lanza un besito.

— Yo a ti mi niña, hermosa — Antes de colgar la llamada escucho como mi nena articula un "grachas", y me da alegría saber que es tan pequeña e inteligente, que sabe identificar cuando alguien la está ayudando y siendo amable con ella. Ahora vuelvo a tener un poco de tranquilidad al verla bien, porque sé que su semblante cambió, ya no se ve como si fueran sus últimas horas de vida, al contrario, ahora se ve con más ganas de luchar y con muchas esperanzas de poder lograrlo.

Tras unos minutos, mi jefe vuelve a entrar por esa puerta y me envía algunos pequeños videos de mi hija hablando. Le encanta hablar, aunque le cuesta pero lo hace frecuentemente. Al parecer, se hicieron buenos amigos, y le cayó bien porque una ves mi niña entra en confianza, no hay quien la detenga.

— Gracias por todo esto, pero yo no tengo cómo pagarle — Confieso

— Nadie está cobrando. La empresa se encargará de los gatos, para eso hay un seguro médico — Se acomoda la corbata

— Pero nuestra seguro médico no cubre los aparatos costosos de mi hija y mucho menos nos permite estar en una clínica de alto calibre —Hablo

— Ya dije que la empresa se encarga. Tómalo como el trabajo comunitario que nos corresponde anualmente. — Me regala una pequeña sonrisa para quitar un poco la tensión.

Su presencia siempre trae tensión, porque estás en constante prueba por parte de él, es como si me sintiera evaluado en todo momento y no sólo es conmigo, es con todo su equipo de trabajo

Aunque, por un lado dolió esa última parte de sí respuesta y no sé muy bien por qué. Quizá porque no esperaba alguna contestación tan fría, realmente no sé qué esperaba

— Además, me ayudarás con lo del desfalco. Tómalo como una ayuda mutua —ofrece

— De nuevo, gracias. —Es imposible dejar de agradecer por tanto

Trabajo, todo es por trabajo. Estoy segura que después de esto seré una esclava total de la empresa y lo haría con gusto, porque la vida de mi hija lo vale.

tomo mi móvil y reproduzco uno de los videos.

Sale la imagen de mi princesa, enseñándole una canción de su película favorita hasta el momento "Rapunzel"

"Tiempo aquel viendo a la distancia. Tiempo fue viendo al interior. Tiempo que no me imaginaba

Lo que me perdí

Y hoy aquí, viendo las estrellas. Y hoy aquí, todo es claridad. Desde aquí, ya puedo ver que es donde debo estar

Y la luz encuentro al fin, se aclaró aquella niebla

Y la luz encuentro al fin, ahora el cielo es azul"

— Canta... canta conmigo — Le pide ella

— No me sé esa canción, pequeña —Le confiesa él— Te cuento un secreto, soy muy malo para cartar solo lo hago en la ducha

— Mami también —Se ríe— Pelo canta ñindo

— Tú mami tiene suerte —Le responde— Es muy inteligente

Sale una leve sonrisa de mi rostro, quién diría que don perfecto es capaz de resaltar las habilidades de sus empleados

— Yo enseñar canción —dice, empezando a cantar de nuevo— "Tiempo aquel viendo a la distancia

Tiempo fue viendo al interior. Tiempo que no me imaginaba, lo que me perdí —Canta, canta— Lo anima

— "Y hoy aquí, viendo las estrellas. Y hoy aquí, todo es claridad. Desde aquí, ya puedo ver que es donde debo estar " — Continúa cantando la parte de la canción, demostrando que si se la sabe

— "Y la luz encuentro al fin, se aclaró aquella niebla. Y la luz encuentro al fin, ahora el cielo es azul" —Cantan ambos a una sola voz

y me derrite, me derrite de amor ver esta escena.

—Muy bien —La nena no deja de sonreír y hace que yo también me contagie y le sonría a la pantalla.

Alessandro ha demostrado que tiene corazón y no es un témpano de hielo como todo el mundo suele decir, e incluso yo he llegado a afirmarlo suele ser un bloque gigante de hielo cada que se lo propone.

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