CAPÍTULO LXXXVII

―Debes venir de inmediato ―susurró Lana apremiante. Aden levantó la vista de su libro para ver a la vampira, su voz denotaba nerviosismo, aunque su semblante se mantuviese impasible. Ella no lo observaba a él sino a Vlad, que se encontraba recostado en una plácida posición en un sofá de color azul oscuro que resaltaba su platinado cabello.

―¿Qué sucede?

Se puso de pie de inmediato y en estado de alerta, Aden no pudo dejar de sorprenderse por el cambio súbito del vampiro que segundos antes parecía amodorrado y al borde de un sueño profundo.

―Es Fira.

Esas dos palabras fueron suficientes para encender las alarmas. Incluso Aden se puso de pie y los siguió a toda velocidad. Lana corría rápidamente delante de ellos sin perder la gracia, pudo seguirles el paso con relativa facilidad, aunque era posible que fuese debido a la preocupación que le infundí

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