La pequeña Arzú… Nacimiento de una nueva princesa. El sol brillaba con intensidad sobre los jardines del Palacio de Omán. Era un día radiante, lleno de expectativas y emociones, pero, sobre todo, era un día especial para Hakim y Zahida. Dos meses y medio después de su boda, el palacio estaba envuelto en un aura de felicidad y anticipación, ya que la llegada de su segunda hija, estaba próxima. En la habitación más íntima del palacio, Zahida se encontraba rodeada de su madre, Adalia, y su suegra, Zulema. La emoción en el aire era palpable mientras esperaban el momento crucial. Las contracciones habían comenzado hace unos días, y aunque esta era la primera vez para Zahida, había experimentado un pedacito cuando nació Omar. En el momento Zahida se giró cuando Laya dio un grito. —¡Por Alá! —Omar estaba caminando sus primeros pasos, y ya tenía unas semanas adiestrando sus pasos. Ahora mismo se había pegado en la frente, pero ya todos sabían que Omar solo fruncía el ceño y era cero ber
¿Gobernará Omán o Yemen?El dilema… Los días pasaron rápidamente en el Palacio de Omán, y con la llegada de la pequeña Arzú, el ambiente se llenó de aún más de alegría. Mientras Zahida y Hakim se adaptaban a su nueva vida como padres de dos hijos, el país tuvo cambios significativos, además de una tranquilidad que no se había experimentado por años.Desde el primer momento, Omar mostró un afecto innegable hacia su hermana menor. Con sus cortos años de vida, demostró ser un hermano cariñoso y protector, siempre atento a las necesidades de Arzú y dispuesto a hacerla reír con sus travesuras y juegos.Las conexiones y lazos entre Yemen y Omar comenzaron a distinguirse de los demás, y meses después del nacimiento de la princesa Arzú, la prensa cotilleaba sobre las futuras decisiones.Incluso era un tema al que Zahida nunca quiso llegar, pero cuando la niña cumplió sus dos años, ella se sentó frente a Hakim cruzando los dedos.—Hace un tiempo les pedí a mis padres tiempo. Uno necesario par
27 años después. Omar… un hombre muy diferente. Omar se removió en el asiento, y volvió a observar su teléfono. Tenía más de dos horas en una jodida reunión en Yemen, y su cita era en tres horas. —Deberías poner más cuidado… —Su tío Rashi le susurró golpeándole las piernas por debajo de la mesa, y él se aguantó el gruñido cuando lo miró. —Deberíamos despedir a todos estos vejetes, creo que mi abuelo debió dejar una orden. Rashi sonrió y levantó los hombros, para luego quedarse quieto cuando un miembro de los ministros se dirigió a ellos. —No sé si su majestad está de acuerdo… ¿La reina no se podrá hacer presente? Omar frunció el ceño, y negó. —Mi madre ya no está para estos trotes… no sé qué parte, no entendieron de que estoy a cargo… Uno de ellos, que tenía unas gafas, se acomodó su puente, y miró a Omar con el ceño fruncido. —Lo sé, señor… es que, de hecho, la propuesta que usted nos dio hace unas semanas, de hecho, nos parece descabellada… Omar apretó la mandíbula, y Rash
LO PROMETO… El médico, un hombre de mediana edad con una expresión seria, entró en la habitación y se acercó a la cama de Rashi, no antes sin hacerle una reverencia a Omar. Este se puso de pie, e inmediatamente miró a su tío con un poco de ansiedad y expectación, pero sobre todo tenía el impacto en su mente. Lo que su tío le había acabado de decir, era un plan completamente diferente al que tenía hace horas. Omar sacudió sus pensamientos que estaban todos revueltos, y esperó escuchar al médico. —Buenas tardes, soy el doctor Al-Mansour. ¿Cómo se encuentra el paciente? —preguntó el especialista, mientras revisaba la historia clínica de Rashi. —Estoy bien, doctor, solo un pequeño problema de tos que me ha afectado en estos días… pero, no es nada grave —respondió Rashi, intentando minimizar la situación. Sin embargo, Omar frunció el ceño porque sabía que su tío estaba tratando de restar importancia al asunto. —¿Le han realizado algún estudio previo? —preguntó el doctor, dirigiéndos
MANOS A LA OBRA, JEFE… Omar siguió observando su computadora, y volvió a dar una calada a su puro cuando recibió una llamada a su móvil.—Madre…—Cariño… Me han dicho que el médico visitó a tu tío…Omar bajó la tapa de su laptop y se recostó en el sillón, colocando sus zapatos en la mesa.—Le van a hacer unas pruebas…—Pero… ¿Está bien?—Lo está.—Pensé que vendrías a Omán por la noche… ¿Qué pasó con tu vuelo? Tu padre te esperó…Omar cerró los ojos y negó.—No puedo ir a Omán ahora mamá… hay unos asuntos pendientes…—¿Qué? Se suponía que hablarías con tu padre antes de irte.—¿Y eso cambiará sus decisiones? —Omar lo dijo muy serio—. Por supuesto que no… y me harta la necedad…—Omar…—Debo viajar a Estados Unidos y concretar mamá… después de eso, me reuniré con papá…—Omar, pero debías hablar con él primero.—Es una pérdida de tiempo. Además, tengo otros asuntos…—¿Asuntos? —Omar sonrió con cinismo.—¿Te parece poco manejar dos países? Ir de aquí allá… bajar de un avión y subir en ot
¿Tercera o cuarta…? —Madison Walker… es la hija mayor de Ana Walker y su apellido proviene de Jhon Walker… —Si sigues diciendo Walker, vas a hartarme… —Madani sonrió y le pasó unas carpetas a su jefe. Apenas estaban subiendo al avión privado, y estaban a punto de despegar hacia Estados Unidos. Omar miró los papeles y los pasó rápido. —Prefiero que me resumas. —No hay mucho que decir. La mujer se casó embarazada con este hombre. Es técnico en computación, tiene un trabajo regular, y está jubilado, aunque la empresa aún sigue tomando su trabajo. Omar hizo un gesto aburrido. —Continúa… —Tiene dos hijos más… o bueno, hijos suyos biológicos con la madre de Madison. La chica tiene veinte, y su hermano, veintiuno… Omar abrochó su cinturón cuando informaron que estaban pronto a despegar, y miró a la azafata que se sentó a solo unos puestos más delante de él. Lo cual le sonrió. —Omar… ¿Me estás escuchando? —Madani se giró hacia la azafata y negó—. Se supone que esto es importante p
Madison… —Madison, pasame la mantequilla… —Madison miró el tarro de mantequilla justo a lado de su hermana y su ceño se frunció. —Emmy… está a solo unos centímetros de ti… —Emmy estaba en su teléfono mientras su madre, Ana, servía la comida. —No te pasa nada si se la pasas Madi… —Eso mismo, digo yo… —Sonrió Emmy y Madison masajeó su sien. Tomó el tarro de mantequilla y solo lo corrió hacia Emmy que le lanzó un beso. —Por eso te quiero tanto. Madison se apuró con su comida, y luego se puso la chaqueta porque ya iba tarde a su clase, sin embargo, antes de salir de la casa, su padre, Jhon, le gritó desde la cochera. —¡Madi! —Pá, debo irme ya… —Es rápido, ven anda… —Madison miró a su madre, y Ana negó. —No vas a perder mucho si ayudas a tu padre… Madison casi corrió a la cochera, y vio a su padre metido bajo el coche. —Pá… ¿Qué necesitas? —¿Me puedes pasar la caja de herramientas…? Ábrela… hay una llave… debe decir seis… Madison casi se desespera, pero lo hizo con rapidez,
Habla de mí… Madison no tenía mucha ropa, pero sí un vestido que compró hace meses cuando lo vio en oferta.Ahora veía que las chicas iban a las discotecas con tenis y pantalones rotos, pero ella no era así. Se puso el vestido corto, pero no tanto, y unas sandalias negras, mientras dejó su cabello suelto.Se esmeró en un maquillaje “smokey eyes” y miró su reloj de pulsera.Sara dijo que, a las diez, venía por ella, y solo faltaban algunos cinco minutos para eso.Se miró en el espejo mirando su vestido ajustado y soltó el aire.No tenía el mejor ánimo, las cosas estaban muy mal, y de seguro que mañana seguirían iguales, pero sabía que, si se quedaba aquí, lloraría a mares, y es lo que menos quería.El teléfono de su casa volvió a sonar y ella salió de golpe para tomar la llamada.—Estoy afuera, nena… mueve ese trasero perfecto… —Madi sonrió.—Voy… —Colgó el teléfono y a lo que se giró, su madre estaba de brazos cruzados en la sala.—¿Dónde vas?Madi abrió la boca.—Es una fiesta de la