CAPÍTULO 88

Dos meses después en Mascate…

Palacio de Omán.

—Eres la mujer más bella, que mis ojos han visto… —Zahida reprimió sus lágrimas y miró a Adalia que sostenía sus manos—. Por favor, nunca olvides tu valor, y tus raíces… nunca te desentiendas de Yemen, ni de tus responsabilidades y privilegios.

Zahida negó rápidamente y parpadeó.

Era una llorona y para esta hora, ya habían arreglado su maquillaje varias veces.

—Nunca lo haré… lo prometo… —Abrazó a su madre con fuerza, y Adalia tomó una aspiración grande—. Gracias por amarme tanto, mamá… por buscarme, por no desistir, por encontrarme… creo que nadie puede ser mejor que tú…

Adalia estaba conmocionada, pero se reprimió. Eran demasiadas emociones juntas.

Se despegó mirando a su hija, y recordó todo lo que había pasado. Las imágenes pasaban por su mente, y luego esa mujer vino a ella. Nunca en su vida pensó que podía llegar a tanto, pero le habían tenido que quitar a la tal Hadara de sus manos cuando un día decidió ir a su celda.

No sabía si e
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