27 años después. Omar… un hombre muy diferente. Omar se removió en el asiento, y volvió a observar su teléfono. Tenía más de dos horas en una jodida reunión en Yemen, y su cita era en tres horas. —Deberías poner más cuidado… —Su tío Rashi le susurró golpeándole las piernas por debajo de la mesa, y él se aguantó el gruñido cuando lo miró. —Deberíamos despedir a todos estos vejetes, creo que mi abuelo debió dejar una orden. Rashi sonrió y levantó los hombros, para luego quedarse quieto cuando un miembro de los ministros se dirigió a ellos. —No sé si su majestad está de acuerdo… ¿La reina no se podrá hacer presente? Omar frunció el ceño, y negó. —Mi madre ya no está para estos trotes… no sé qué parte, no entendieron de que estoy a cargo… Uno de ellos, que tenía unas gafas, se acomodó su puente, y miró a Omar con el ceño fruncido. —Lo sé, señor… es que, de hecho, la propuesta que usted nos dio hace unas semanas, de hecho, nos parece descabellada… Omar apretó la mandíbula, y Rash
LO PROMETO… El médico, un hombre de mediana edad con una expresión seria, entró en la habitación y se acercó a la cama de Rashi, no antes sin hacerle una reverencia a Omar. Este se puso de pie, e inmediatamente miró a su tío con un poco de ansiedad y expectación, pero sobre todo tenía el impacto en su mente. Lo que su tío le había acabado de decir, era un plan completamente diferente al que tenía hace horas. Omar sacudió sus pensamientos que estaban todos revueltos, y esperó escuchar al médico. —Buenas tardes, soy el doctor Al-Mansour. ¿Cómo se encuentra el paciente? —preguntó el especialista, mientras revisaba la historia clínica de Rashi. —Estoy bien, doctor, solo un pequeño problema de tos que me ha afectado en estos días… pero, no es nada grave —respondió Rashi, intentando minimizar la situación. Sin embargo, Omar frunció el ceño porque sabía que su tío estaba tratando de restar importancia al asunto. —¿Le han realizado algún estudio previo? —preguntó el doctor, dirigiéndos
MANOS A LA OBRA, JEFE… Omar siguió observando su computadora, y volvió a dar una calada a su puro cuando recibió una llamada a su móvil.—Madre…—Cariño… Me han dicho que el médico visitó a tu tío…Omar bajó la tapa de su laptop y se recostó en el sillón, colocando sus zapatos en la mesa.—Le van a hacer unas pruebas…—Pero… ¿Está bien?—Lo está.—Pensé que vendrías a Omán por la noche… ¿Qué pasó con tu vuelo? Tu padre te esperó…Omar cerró los ojos y negó.—No puedo ir a Omán ahora mamá… hay unos asuntos pendientes…—¿Qué? Se suponía que hablarías con tu padre antes de irte.—¿Y eso cambiará sus decisiones? —Omar lo dijo muy serio—. Por supuesto que no… y me harta la necedad…—Omar…—Debo viajar a Estados Unidos y concretar mamá… después de eso, me reuniré con papá…—Omar, pero debías hablar con él primero.—Es una pérdida de tiempo. Además, tengo otros asuntos…—¿Asuntos? —Omar sonrió con cinismo.—¿Te parece poco manejar dos países? Ir de aquí allá… bajar de un avión y subir en ot
¿Tercera o cuarta…? —Madison Walker… es la hija mayor de Ana Walker y su apellido proviene de Jhon Walker… —Si sigues diciendo Walker, vas a hartarme… —Madani sonrió y le pasó unas carpetas a su jefe. Apenas estaban subiendo al avión privado, y estaban a punto de despegar hacia Estados Unidos. Omar miró los papeles y los pasó rápido. —Prefiero que me resumas. —No hay mucho que decir. La mujer se casó embarazada con este hombre. Es técnico en computación, tiene un trabajo regular, y está jubilado, aunque la empresa aún sigue tomando su trabajo. Omar hizo un gesto aburrido. —Continúa… —Tiene dos hijos más… o bueno, hijos suyos biológicos con la madre de Madison. La chica tiene veinte, y su hermano, veintiuno… Omar abrochó su cinturón cuando informaron que estaban pronto a despegar, y miró a la azafata que se sentó a solo unos puestos más delante de él. Lo cual le sonrió. —Omar… ¿Me estás escuchando? —Madani se giró hacia la azafata y negó—. Se supone que esto es importante p
Madison… —Madison, pasame la mantequilla… —Madison miró el tarro de mantequilla justo a lado de su hermana y su ceño se frunció. —Emmy… está a solo unos centímetros de ti… —Emmy estaba en su teléfono mientras su madre, Ana, servía la comida. —No te pasa nada si se la pasas Madi… —Eso mismo, digo yo… —Sonrió Emmy y Madison masajeó su sien. Tomó el tarro de mantequilla y solo lo corrió hacia Emmy que le lanzó un beso. —Por eso te quiero tanto. Madison se apuró con su comida, y luego se puso la chaqueta porque ya iba tarde a su clase, sin embargo, antes de salir de la casa, su padre, Jhon, le gritó desde la cochera. —¡Madi! —Pá, debo irme ya… —Es rápido, ven anda… —Madison miró a su madre, y Ana negó. —No vas a perder mucho si ayudas a tu padre… Madison casi corrió a la cochera, y vio a su padre metido bajo el coche. —Pá… ¿Qué necesitas? —¿Me puedes pasar la caja de herramientas…? Ábrela… hay una llave… debe decir seis… Madison casi se desespera, pero lo hizo con rapidez,
Habla de mí… Madison no tenía mucha ropa, pero sí un vestido que compró hace meses cuando lo vio en oferta.Ahora veía que las chicas iban a las discotecas con tenis y pantalones rotos, pero ella no era así. Se puso el vestido corto, pero no tanto, y unas sandalias negras, mientras dejó su cabello suelto.Se esmeró en un maquillaje “smokey eyes” y miró su reloj de pulsera.Sara dijo que, a las diez, venía por ella, y solo faltaban algunos cinco minutos para eso.Se miró en el espejo mirando su vestido ajustado y soltó el aire.No tenía el mejor ánimo, las cosas estaban muy mal, y de seguro que mañana seguirían iguales, pero sabía que, si se quedaba aquí, lloraría a mares, y es lo que menos quería.El teléfono de su casa volvió a sonar y ella salió de golpe para tomar la llamada.—Estoy afuera, nena… mueve ese trasero perfecto… —Madi sonrió.—Voy… —Colgó el teléfono y a lo que se giró, su madre estaba de brazos cruzados en la sala.—¿Dónde vas?Madi abrió la boca.—Es una fiesta de la
¿Quieres intentarlo?El corazón de Madison latía con fuerza, casi podía escucharlo retumbar en sus oídos mientras observaba al hombre que se acercaba a ella. Era como si el tiempo se hubiera detenido, y todo a su alrededor se desvaneciera, dejándola sola con aquel desconocido que la miraba con intensidad.El hombre era más alto cuando estuvo frente a ella, con una figura atlética que se destacaba bajo su traje oscuro y elegante. Sus ojos azules la atravesaban con una mirada penetrante, y sus labios esbozaban una sonrisa cautivadora que enviaba escalofríos por su espalda.Madison se sintió repentinamente consciente de sí misma, de su vestido ajustado, de la forma en que se aferraba a su bolso con nerviosismo.Sin embargo, algo en la seguridad y el magnetismo de su presencia la atrajo hacia él, como si estuviera hipnotizada por su mirada y su presencia dominante.Él exudaba confianza y sensualidad, sobre todo porque en esa sonrisa le mostraba a quien fuera que él podía solo con lo que s
Puedo hacer los tuyos, realidad… El susurro de Omar resonaba en los oídos de Madison como un eco seductor que la envolvía por completo. Su corazón latía con fuerza, y una mezcla de emoción y nerviosismo la invadió de pies a cabeza, como si, en vez de huesos, hubiese sido suplantado por gelatina. Había algo en la presencia de ese hombre que la atraía de una manera que no podía explicar, algo que la tentaba a dejar atrás todas sus inhibiciones y sumergirse en un mundo… en el mundo de ese hombre. Ella se apartó un poco, nada más para ver que la boca del hombre se volvía a curvar, y sintió cómo su corazón latía con fuerza en su pecho. Su rostro se calentó al sentir la proximidad de Omar, y podía incluso oler su aliento cálido rozando su piel. Era como si estuviera atrapada en un hechizo, incapaz de apartar la mirada de esos ojos azules penetrantes que la miraban con deseo. —Yo… no… ¿Está loco? —murmuró Madison con apenas un susurro en medio del bullicio del club. La idea de compartir