Madison… —Madison, pasame la mantequilla… —Madison miró el tarro de mantequilla justo a lado de su hermana y su ceño se frunció. —Emmy… está a solo unos centímetros de ti… —Emmy estaba en su teléfono mientras su madre, Ana, servía la comida. —No te pasa nada si se la pasas Madi… —Eso mismo, digo yo… —Sonrió Emmy y Madison masajeó su sien. Tomó el tarro de mantequilla y solo lo corrió hacia Emmy que le lanzó un beso. —Por eso te quiero tanto. Madison se apuró con su comida, y luego se puso la chaqueta porque ya iba tarde a su clase, sin embargo, antes de salir de la casa, su padre, Jhon, le gritó desde la cochera. —¡Madi! —Pá, debo irme ya… —Es rápido, ven anda… —Madison miró a su madre, y Ana negó. —No vas a perder mucho si ayudas a tu padre… Madison casi corrió a la cochera, y vio a su padre metido bajo el coche. —Pá… ¿Qué necesitas? —¿Me puedes pasar la caja de herramientas…? Ábrela… hay una llave… debe decir seis… Madison casi se desespera, pero lo hizo con rapidez,
Habla de mí… Madison no tenía mucha ropa, pero sí un vestido que compró hace meses cuando lo vio en oferta.Ahora veía que las chicas iban a las discotecas con tenis y pantalones rotos, pero ella no era así. Se puso el vestido corto, pero no tanto, y unas sandalias negras, mientras dejó su cabello suelto.Se esmeró en un maquillaje “smokey eyes” y miró su reloj de pulsera.Sara dijo que, a las diez, venía por ella, y solo faltaban algunos cinco minutos para eso.Se miró en el espejo mirando su vestido ajustado y soltó el aire.No tenía el mejor ánimo, las cosas estaban muy mal, y de seguro que mañana seguirían iguales, pero sabía que, si se quedaba aquí, lloraría a mares, y es lo que menos quería.El teléfono de su casa volvió a sonar y ella salió de golpe para tomar la llamada.—Estoy afuera, nena… mueve ese trasero perfecto… —Madi sonrió.—Voy… —Colgó el teléfono y a lo que se giró, su madre estaba de brazos cruzados en la sala.—¿Dónde vas?Madi abrió la boca.—Es una fiesta de la
¿Quieres intentarlo?El corazón de Madison latía con fuerza, casi podía escucharlo retumbar en sus oídos mientras observaba al hombre que se acercaba a ella. Era como si el tiempo se hubiera detenido, y todo a su alrededor se desvaneciera, dejándola sola con aquel desconocido que la miraba con intensidad.El hombre era más alto cuando estuvo frente a ella, con una figura atlética que se destacaba bajo su traje oscuro y elegante. Sus ojos azules la atravesaban con una mirada penetrante, y sus labios esbozaban una sonrisa cautivadora que enviaba escalofríos por su espalda.Madison se sintió repentinamente consciente de sí misma, de su vestido ajustado, de la forma en que se aferraba a su bolso con nerviosismo.Sin embargo, algo en la seguridad y el magnetismo de su presencia la atrajo hacia él, como si estuviera hipnotizada por su mirada y su presencia dominante.Él exudaba confianza y sensualidad, sobre todo porque en esa sonrisa le mostraba a quien fuera que él podía solo con lo que s
Puedo hacer los tuyos, realidad… El susurro de Omar resonaba en los oídos de Madison como un eco seductor que la envolvía por completo. Su corazón latía con fuerza, y una mezcla de emoción y nerviosismo la invadió de pies a cabeza, como si, en vez de huesos, hubiese sido suplantado por gelatina. Había algo en la presencia de ese hombre que la atraía de una manera que no podía explicar, algo que la tentaba a dejar atrás todas sus inhibiciones y sumergirse en un mundo… en el mundo de ese hombre. Ella se apartó un poco, nada más para ver que la boca del hombre se volvía a curvar, y sintió cómo su corazón latía con fuerza en su pecho. Su rostro se calentó al sentir la proximidad de Omar, y podía incluso oler su aliento cálido rozando su piel. Era como si estuviera atrapada en un hechizo, incapaz de apartar la mirada de esos ojos azules penetrantes que la miraban con deseo. —Yo… no… ¿Está loco? —murmuró Madison con apenas un susurro en medio del bullicio del club. La idea de compartir
Ellos no harán nada… Omar observaba a esta chica desconocida con una mezcla de fascinación y satisfacción mientras ella luchaba con sus propias emociones y deseos. Había algo en ella, en su forma de moverse, en la chispa de curiosidad en sus ojos, que lo intrigaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. Cuando la vio vacilar antes de tomar otra copa, y sabía que ya había tomado muchas, una sonrisa juguetona se curvó en sus labios. Sabía que estaba jugando con fuego, que estaba desafiando los límites de lo aceptable, pero no pudo evitar sentirse atraído por el brillo de emoción en los ojos de esa chica, que ya sabía que estaba teniendo su hora de rebeldía. Ella no era igual de manejable que las otras mujeres, a leguas podía reconocer que era inexperta, y que por supuesto estaba experimento un mal momento para venir a un antro con su amiga, e inundarse de alcohol. Cada gesto, cada mirada, cada contacto entre ellos estaba cargado de tensión y deseo, alimentando el fuego que ardía e
Dile cómo te llamas… Madison despertó con una resaca que le martillaba el cráneo, como si un equipo de construcción estuviera trabajando dentro de su cabeza. La luz del sol se filtraba a través de las cortinas entreabiertas, enviando destellos dolorosos a sus ojos. Se incorporó lentamente, sintiendo cada músculo de su cuerpo, protestar por el abuso de la noche anterior y, sobre todo, un estómago que se giraba, creándole náuseas.Sabía que había cruzado una línea esa noche, que había llevado las cosas demasiado lejos, y se prometió a sí misma ser más cautelosa en el futuro, porque estaba viva, aunque no sabía en qué se había metido.Con un gemido, se dejó caer de nuevo sobre la almohada, recordando los eventos borrosos de la noche anterior. El encuentro con Omar, las copas interminables, los besos ardientes y su obra maestra, el vómito en todo su esplendor.Se pasó una mano por el rostro, tratando de hacer un recuento de los hechos con una mente aún nublada por el alcohol y el cansanc
Encontré a tu hija… La revelación del nombre de Madison resonó en la habitación como un eco cargado de significado. Omar se quedó petrificado, con la mirada fija en Madison, como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar. Por su parte, Madani observaba la escena con una sonrisa misteriosa, como si estuviera disfrutando del espectáculo.Después de unos segundos de silencio tenso, Omar recuperó la compostura y se enderezó en su asiento. Sin embargo, su expresión seguía mostrando sorpresa y desconcierto.—¿Madison Walker…? —repitió lentamente, como si estuviera saboreando las palabras—. ¿De verdad?Madison asintió con cautela, sintiendo el peso de la atención de ambos hombres sobre ella. Se preguntaba qué significaba ese nombre para Omar y por qué había reaccionado de esa manera.—¿Qué… qué significa esto? —preguntó con un tono de voz más bajo de lo habitual y no apartó la mirada de él.Madani se adelantó un paso, con una mirada penetrante que parecía leer los pensamientos de todos
Tengo que arreglarlo… El sol brillaba con intensidad sobre las calles de San Francisco, mientras Madison caminaba con paso rápido, tratando de alejarse lo más posible del hotel, donde acababa de tener un encuentro tan desconcertante. Las palabras de Omar y Madani resonaban en su mente, envolviéndola en una neblina de confusión y ansiedad. No podía evitar sentirse abrumada por la revelación de que su nombre había desencadenado una reacción tan inesperada en esos dos hombres. ¿Qué significaba todo eso? ¿Por qué su identidad parecía tener tanto peso en ese lugar? A medida que caminaba por las concurridas aceras, se sentía como si estuviera siendo observada, como si una sombra invisible estuviera siguiéndola a cada paso. Se detuvo en un cruce de calles, tratando de controlar la creciente sensación de paranoia que se apoderaba de ella. —Tranquila, Madison, tranquila —se dijo a sí misma en un intento de calmar sus nervios—. Todo esto debe tener una explicación lógica. Sin embargo, por