CAPÍTULO 41

Se lo diré…

El ambiente en la mesa se volvió tenso cuando Rania notó la presencia inesperada de Yassira. Sus ojos se encontraron por un breve momento, y en ese instante, un torrente de emociones y recuerdos la invadió.

La impotencia, la rabia, muchas cosas de las que estaban sucediendo se debían a ella, ahora solo quería lanzarse encima de la mesa, y arrancarle el cabello. Porque, a decir verdad, era la verdadera culpable de sus desgracias.

Sin embargo, Rania no permitió que esa sorpresa la desestabilizara y se enderezó, recogió la joya caída y retomó su compostura.

—Samir, ¿qué significa esto? —preguntó, intentando mantener la calma, pero, aun así, su pecho subía y abajaba con fuerza.

Samir se aclaró la garganta.

—Una cena familiar con mi madre…

Rania apretó los dientes, sintiendo que algo estaba mal. La mirada de Yassira le decía más de lo que Samir estaba dispuesto a admitir.

—¿Cómo? Yassira ha sido culpada de intentar asesinar a mi hijo… ¿Cómo es posible?

Samir se restregó los ojo
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